'…Recuerdo ese día. Yo le dije a Paola que obedecieran a las maestras, que iba a haber un simulacro y que fueran muy obedientes con ellas'
CIUDAD DE MÉXICO.
Alejandro Jurado Cantería, 48 años
En 1985 Alejandro tenía 15 años y en su memoria se grabaron escenas de dolor y miedo.
Ahora Alejandro está casado y es padre de familia y el 19 de septiembre de 2017 lleva a sus hijos a la escuela
“Recuerdo ese día, me levanté, preparé el desayuno de los niños, su lonche… los dejaba en la puerta y ellos se olvidaban de mí, les gustaba estar en esa escuela.
"…Yo le dije a Paola que obedecieran a las maestras, que iba a haber un simulacro y que fueran muy obedientes con ellas”.
Deja a sus pequeños, a Paola de 7 años y Alejandro de 9 en el Colegio Enrique Rebsamen, sin imaginar lo que ocurriría más tarde.
Una de las más grandes tragedias del sismo del 19 de septiembre de 2017 fue saber que el colegio había colapsado quedando atrapados niños y adultos entre los escombros.
“Empezaba a fluir la información en donde mencionaban que sobre División del Norte se había caído una escuela, después… surgía la mención del Colegio Rebsamen, hacían ya mención de niños de segundo año y en segundo año estaba mi hija con todos sus compañeros. Mi esposa llegó, me mando un mensaje que estaba buscando a los niños, me mandó un mensaje pidiéndome que la buscara, que buscara a mi hija en el hospital Acoxpa, la fui a buscar, no estaba ahí, me dirigí al colegio… al entrar a la calle de Rancho Tamboreo, recuerdo una de las mamás, que tenía a su hijo en el mismo grupo y que había asistido a la fiesta de cumpleaños de mi hija el sábado anterior, llevaba a su hijo en una sábana”
Alejandro y su esposa logran encontrar a su hijo y comienzan la desesperada búsqueda de Paola, en el Colegio Rebsamen se unían las manos de rescatistas, topos y ciudadanos que intentaban salvar la vida de los niños que habían quedado atrapados debajo de los escombros
“Recuerdo que busqué a mi hija en los hospitales, recuerdo que fui dos veces, recuerdo que la lista de niños que se supone que estaban en el Ángeles del Pedregal, estaba la lista de los niños que ya habían fallecido, que eran los que estaban en la morgue, ahí encontré a varios papás. Seguí buscando en todos los lugares, después se habilitó un solo lugar frente al colegio y era el único lugar donde reunían a los padres. Gritan primero psicólogos y después el nombre del menor, lo hacían para darles acompañamiento y reconocer a su hijo.”
Después de una larga búsqueda en la madrugada del 20 de septiembre llaman a Alejandro para darle informes de Paola su hija
“Hasta casi las 5 de la mañana cuando nos hablaron, entramos con psicólogos y personal de la Marina, ahí fue donde reconocimos a mi hija, recuerdo su uniforme, su ropa, sus prendas, su moño, era mi hija, recuerdo que yo le puse esa ropa un día antes para que fuera a la escuela. Ese momento fue muy fuerte mi esposa, se desmoronó. Esperábamos todavía un milagro, esperábamos que estuviera quizá en un huequito y todavía la pudieran rescatar, pero ella fue la última niña que rescataron”.
Paola, era una niña alegre, traviesa, estaba en el cuadro de honor de su escuela, practicaba taekwondo, adoraba a su hermano y quería ser doctora como su mamá.
El Rébsamen en escombros, todos corren
Alejandro le dice a Paola cuanto la extraña:
“Que la extraño, que la quiero… yo cambiaría todo por ella, todo, nosotros no buscamos dinero, ni reconocimiento, ni nada. Que nos la pueden devolver, ella era mi hija Paola, una niña que amaba y que sigo amando, como desde el primer día que nació… ella era una niña amada, una niña bonita, una niña querida, una niña que queríamos hacer una ciudadana de bien, respetuosa, amable, una niña que se esforzaba por ser cada día mejor y eso también nosotros contribuíamos, una niña con principios, con valores.”
El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó un saldo en el Colegio Enrique Rebsamen de 26 víctimas, de las cuales 19 fueron niños, Alejandro Jurado, papá de Paola, narra cómo cambió su vida.
“A partir de ese momento todos los días han sido difíciles, hay días muy complicados, pero así tratamos de llevar nuestra vida sobrellevando el dolor, viviendo con el día a día, no hay día que no recuerde dónde se sentaba en el auto, cuando entraba a escondidas y se robaba una fruta del refrigerador, hacia travesuritas, como ella decía.
Seguimos aquí en la lucha y que esto no vuelva a suceder y es lo que estamos buscando, que no vuelva a suceder, que las escuelas realmente sean seguras y que los funcionarios públicos hagan su trabajo, que sean responsables porque la corrupción, la negligencia y la omisión cobra vidas.”
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