Como marca la tradición, cada 28 centenas de creyentes acuden a la iglesia de San Hipólito para pedir sus milagros
Cientos de creyentes acuden fervorosos a elevar sus oraciones a San Judas Tadeo, “el Santo de las Causas difíciles”, sobre todo en estos tiempos complicados de tanta violencia, crímenes, ejecuciones, robos a mano armada, para pedirle que vuelva la paz a la calle de la ciudad de México y la zona metropolitana del Valle de México; asimismo, rezaron por el crecimiento económico del país, para que haya más empleos y mejores salarios.
Jóvenes de Tláhuac, Tlalpan, Gustavo a Madero, Iztapalapa, entre otras alcaldías y municipios conurbados que viven elevada violencia en sus calles, comentaron que vienen con mucho fervor a la Iglesia de San Hipólito, a visitar a “San Juditas”, a quien le dejan su veladora para que les haga el milagro de tener un empleo, ganar mejor salario, que les proteja de los asaltos o secuestros y tener buena salud.
Los entrevistados, jóvenes que dicen vivir en colonias con alta marginación y violencia, platicaron a este diario que vienen de manera frecuente a pedir a su Santo tener mayor oportunidades en la vida, a tener acceso a un empleo donde les paguen más que un salario mínimo y no los discriminen por estar tatuados.
Otro ejemplo de fe es este. Sin importar las lluvias, los apretones en el Metro y caminar por un buen rato, doña Josefina ya no espera cada 28 de mes, sino ahora acude más seguido al Templo donde se venera a San Juditas, en San Hipólito, para pedir por su salud y la de toda su familia.
Cansada por el paso de los años y el trabajo diario, Josefina reconoce que su fe ha crecido, sobre todo porque ha sido favorecida por los milagros de este santo, de quien por cierto trae una pulsera en su brazo izquierdo.
Otro ejemplo de los prodigios de San Judas Tadeo es el de José Pérez, quien asegura que el santito le salvó la vida, cuando el auto en que viajaba tuvo un percance. “Sólo cerré los ojos y tuve su imagen, él me salvó”, comentó enfático.
Con su ojo derecho tapado y visibles moretones en el rostro, don José, con una rosa en la mano, informó que acudió a darle las gracias a San Juditas, por tener vida y estar contándolo, y por haberlo salvado de morir en el accidente.
Creyente de hueso colorado es Isabel, quien regaló monedas de dulce en el atrio del Templo de San Hipólito, en gratitud por los favores y milagros que le ha hecho este santito, de quien dice siempre la ha llenado de trabajo y salud, y que cada día cobra más popularidad entre la población que vive en el Valle de México.
Bonifacia en compañía de su hijo, cada que puede viene a visitar a San Juditas, pues ella está consciente que la fe mueve montañas, por ello no se olvida nunca de su bendita presencia y reconoce “que siempre que tiene un contratiempo de salud, le pide al santo y siempre nos ayuda”, citó.
En cualquier lugar o circunstancia es bueno venerar a Dios y a tus santos milagrosos, como María, quien acaba de salir del Penal de Santa Martha Acatitla, lugar donde estuvo recluida, porque la acusaron de un robo de u perfume, “yo no me robé nada y tuve que pagar por algo que no hice.
“San Juditas sabe que no fui yo, y por eso lo vengo a ver para glorificarlo y rezar unas oraciones, porque gracias a su intercesión celestial estoy libre y voy a demostrar a mis seres queridos que no tuve la culpa de ese robo que me imputaron”, resaltó.
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