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lunes, 29 de julio de 2019

¿Ya cambió la realidad?



Por Fernando García Ramírez


Son cuatro los ejes económicos del actual gobierno: el rescate de Pemex (que promete reactivar la producción y refinar nuestro petróleo), el tratado comercial norteamericano (se cedió con los republicanos en la política migratoria y a los demócratas se les ofreció una reforma laboral exprés), los proyectos de mano de obra intensiva (reforestación de un millón de hectáreas, carreteras y caminos sin empleo de maquinaria pesada, el Tren Maya) y el reparto de dinero en efectivo (mediante diez programas sociales rectores, sin intermediarios). ¿Funcionará este modelo? No lo sabemos aún. Lo que sí sabemos, lo que deberíamos de tener muy claro, es que el anterior modelo económico no sirvió (la mitad de la población en condiciones de pobreza). Si hubiera servido, López Obrador no estaría en el poder.
Estos cuatro grandes ejes económicos están a su vez soportados en cinco supuestos: la austeridad (que se ha aplicado a rajatabla), el no aumento de impuestos (el rechazo de una reforma fiscal fue uno de los principales diferendos con Urzúa), la no contratación de nueva deuda (aunque la deuda neta total ha crecido 1.2 puntos del PIB desde octubre), la libertad sindical (que renovará el liderazgo obrero y servirá para una más justa negociación salarial) y el combate a la corrupción (rubro en el que presumen ahorros sustanciales que no son nada claros ni tangibles).
La apuesta del gobierno es que estos cuatro ejes y sus soportes deben de servir para transformar la economía del país, algo que no se ha visto todavía. La economía está estable, aunque estancada y probablemente a la baja, como lo muestra la caída en picada de la producción industrial. Hay un nuevo actor económico: 22 millones de personas (alrededor de ocho millones y medio de familias), recibirán anualmente 2.6 billones de pesos durante los próximos cuatro años. La meta es que esa población pobre pueda engrosar una incipiente clase media. El dato negativo y muy palpable es que a la actual clase media las medidas de austeridad la han golpeado con severidad: todavía no ha encontrado la forma de insertarse en la nueva economía. ¿Cómo puede hacerlo? Produciendo y vendiendo productos a la 'base de la pirámide', a los nuevos actores económicos: cada una de las ocho millones de familias adscritas a los nuevos programas recibirá, en promedio, seis mil 700 pesos.
¿Cómo podemos llamar a este modelo? Llamarlo “economía moral” es poco serio: un membrete mnemotécnico al que es tan afecto el presidente del “frijol con gorgojo” y “el avión que no lo tiene ni Obama”. Un membrete para hacerlo digerible. El rescate de Pemex responde a un modelo estatista; el acuerdo del TMEC, a uno neoliberal; el empleo intensivo de mano de obra, a uno keynesiano; y el del reparto de efectivo sin intermediarios, a un modelo libertario. Se trata, según se puede ver, de un modelo de economía mixta, de un modelo híbrido.
Es casi un lugar común repetir que este es un gobierno de ocurrencias. Yo mismo he incurrido en ese desliz. Lo cierto es que ese modelo lo ha expuesto López Obrador en varios libros, desde el 2006. No es un modelo que haya desarrollado solo, pero es indudable que responde a su visión ideológica y a su interpretación personal del nacionalismo revolucionario. No es un modelo socialdemócrata ni neoliberal ni bolivariano. Tiene coincidencias con el modelo ruso impulsado por Putin, por la concentración de poder en una sola persona. Economía mixta y hegemonía política. Un capitalismo de Estado.
Vuelvo al programa de reparto en efectivo sin intermediarios. 22 millones de beneficiarios. Diez programas sociales rectores. Según el IMCO “no resuelven las necesidades de los grupos vulnerables”, “no generan certeza de disminuir la desigualdad”. No se hicieron programas piloto antes de implementar estos programas. La cancelación de Progresa y el Seguro Popular, sin estudios que mostraran el impacto de esas medidas, se antoja un error de grandes dimensiones. Desaparecer el Coneval impedirá a la sociedad enterarse de la eficacia de los programas del gobierno. Lo que reporta Hacienda es que la diseminación de recursos es lenta y no corresponde a lo que el presidente reporta. Es cierto que es un modelo clientelista, pero igual clientelismo ejecutaron los gobiernos del PRI y el PAN, y el PRD en la capital.
El comercio ha crecido 2.1 por ciento, y eso sin contar los datos del comercio informal, mucho más dinámico. Los empleos en mayo cayeron, según los datos del IMSS. No conocemos aún los del Inegi, que reportará como 'empleos' los generados por los programas sociales. Hay señales de que el mercado interno comienza a ser un motor de la economía. El reparto de dinero sin inversión suficiente puede provocar inflación, pero no ha sucedido hasta ahora.
Lo que existía, no volverá. El país cambió. Debemos adaptarnos a la nueva realidad. Ayudar en lo posible. La crítica ayuda en la medida en que limita al poder. ¿Cambió la realidad? Tal vez. Lo que es claro es que no hay marcha atrás.

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