Con gran afluencia y participación de los asistentes, Garduño Munguía, explicó la definición de Infraestructura como al conjunto de servicios públicos que tiene una ciudad con el objeto de dar mayor bienestar social a su habitantes, específicamente agua, potable, drenaje, pavimento, alumbrado público y energía eléctrica; refirió que urbanizar es convertir en poblado una porción de terrero dotándolas de luz, pavimentos y demás servicios, y paisaje es el resultado de la infraestructura y urbanización que se den en la ciudad.
El contexto social federal de la época fue el porfiriato, mismo que comprendió tres etapas: la primera de 1876 a 1888 donde se dio la instauración del régimen por medio de la paz en todo el país, con ayuda de todos los gobernadores; el segundo periodo fue de 1889 a 1899 y fue la etapa de legitimación u orden, donde se dio una expansión en los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales en todos los niveles de gobierno, y la última etapa fue de 1900-1910, con la decadencia del régimen.
“Así, teniendo como presidente a Porfirio Díaz y como gobernador del Estado de México al general José Vicente Villada durante el periodo de 1889 a 1904, este último se focalizó en cuatro aspectos principales: la política, la economía, la instrucción pública y las mejoras materiales, y para ello, el 20 marzo de 1889 creó la comisión para recorrer los distritos políticos y saber las condiciones en las que estaba el estado, que hacía falta y como resolverlos; dicha comisión estaba compuesta por un inspector de jefaturas políticas, un visitador de administradores de rentas, uno más para juzgados de primera instancia y oficios de los escribanos públicos y revisores de instrucción pública”, explicó Garduño Munguía.
Las mejoras materiales se dieron de 1889 a 1893 gracias al apoyo que el Ejecutivo tenía de sus autoridades municipales, que funcionaban como una sola administración, por la unificación de los impuestos, la concentración de fondos públicos, su buena recaudación, así como por la garantía en cuanto a seguridad pública para todos los habitantes del estado.
Y agregó: “Toluca en ese periodo estaba conformado por 10 barrios y una cabecera municipal con una población de 18 mil 263 personas en Toluca; para 1894 la cantidad de habitantes pasó a 20,127 y la extensión territorial era de 2,480 metros, la ciudad estaba distribuida en ocho cuarteles divididas en 91 manzanas, 92 calles y 112 callejones.
Para estos cuatro años hubo varios presidentes municipales en 1889 Ignacio Mañón, 1890 y 1891 Manuel Reyes y en 1892-1893 Juan Rodríguez; sin embargo, con Villada al frente, en Toluca la mayoría de obras realizadas fueron de urbanización dividido en mejoramiento de calles, infraestructura hidráulica y mejoramientos de edificios o espacios públicos.
En cuanto a Mejoramiento de calles se trabajó sobre empedrados, embanquetamientos, tapado de agujeros, puentes y la alineación, creación y alineamiento de calles y callejones; mientras que en infraestructura hidráulicael el trabajo consistió en las mejoras de atarjeas, céspoles, compostura de cañerías y acueductos, alcantarillas, coladeras, albañales y cunetas y bóvedas de ríos y en mejoramiento de edifico y espacios públicos.
También las obras en mejoramiento del rastro, de la cárcel, el mercado, el edifico de la luz eléctrica, los portales, el panteón general y jardines públicos.
Sin embargo, también hubo obras privadas como casas e iglesia que la Ciudad de Toluca conserva hasta nuestros días como La Capilla de Dolores, de estilo neoclásico que se ubica en Instituto Literario y Allende; la casona ubicada en Hidalgo #202 hoy la Panadería “La Libertad”, entre otros inmuebles arquitectónicos ubicados en el primer cuadro de la capital mexiquense.
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