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miércoles, 10 de julio de 2019
La audacia religiosa de AMLO
En la actualidad la relación entre religión y la política se ha convertido en un tema crucial en la agenda pública. Desde Fox los estamentos gubernamentales, en los últimos 20 años, necesitan de la legitimidad de Dios. Dicho de otra manera, la clase política se alejó tanto de la sociedad que creyó encontrar en las Iglesias, fuentes de legitimidad alterna al que les otorga el voto o el propio ejercicio del poder. No es el caso de AMLO.
Sin embargo, ha sido el presidente que ha convertido lo religioso en un poderos activo político. Iniciativa provocadora que se ha caracterizado por notoria la incursión política de grupos evangélicos en el espacio público. México no escapa a una gran megatendencia latinoamericana, esto es, la caída vertiginosa de los católicos y la irrupción de los evangélicos. Desde candidato, AMLO se distinguió por sus constantes alusiones religiosas que como presidente se han plasmado en acuerdos e iniciativas con Iglesias evangélicas.
La audacia de AMLO vulnera los principios históricos de laicidad de Estado moderno mexicano: la separación entre el ejercicio del poder y el ejercicio de los principios religiosos en las instituciones. Muchos se preguntan sobre la pertenecía religiosa del presidente. Desde su campaña ha dado respuestas difusas.
Se dice cristiano en sentido amplio y seguidor de Jesús en los siguientes términos: "Soy un seguidor de la vida y de la obra de Jesucristo. Porque Jesucristo luchó en su tiempo por los pobres, por los humildes. Por eso lo persiguieron los poderosos de su época. Entonces soy en ese sentido un creyente. Tengo mucho amor, lo digo de manera sincera, por el pueblo".
Muchos lo creen evangélico pero se desconciertan al constatar que AMLO guarda en su cartera la imagen de la virgen de Guadalupe. Los católicos se desconciertan cuando lo ven en oración con pastores evangélicos. Y todos se interrogan cuando ven a AMLO en actos chamánicos y limpias neomexicanistas. Algunos lo consideran un partidario del New Age porque licúa lo religioso.
Yo considero que sus expresiones como creyente son intencionalmente vagas. Estamos ante un presidente que en términos religiosos utiliza una serie de símbolos religiosos que son elementos de identificación con el imaginario colectivo popular. “Me hinco ahí donde el pueblo se hinca”. Hace constantes metáforas religiosas de identificación con el pueblo pobre creyente. Poco nos debe importar la fe del presidente sino en el protagonismo de grupos conservadores evangélicos en la agenda política.
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