Los sistemas de pensiones del mundo se enfrentan a un escenario peligroso para "la cuarta edad", ya que la longevidad plantea una pregunta: ¿quién va a pagar mi pensión? Aquí te lo explicamos.
Los sistemas de pensiones tienen un riesgo de largo plazo: la longevidad de las personas.
De acuerdo con un estudio de la Federación Internacional de Administradores de Fondos de Pensión (FIAP), el aumento en los niveles de longevidad de la población, medido por medio del incremento en el número de años de vida, se convirtió en una alerta para la población que comenzará a pensionarse en los siguientes años.
Varios países tienen latente el llamado “riesgo de longevidad individual” el cual podría definirse como “el lapso de tiempo en el que es necesario cubrir los gastos de vida del retiro o de trabajo no remunerado". Este periodo de tiempo (después de los 65 años) es incierto para cada persona, ya que podría ser más extenso de lo que se pensaba.
Dimensionemos el problema: un trabajador tiene como meta cumplir con un retiro programado entre los 60 y los 65 años, lo que le permitirá acceder a una pensión, ya sea por medio de una de las instituciones de seguridad social (IMSS, ISSSTE o sector público) o por medio del ahorro acumulado por el trabajador en las Afores.
El trabajador recibe la pensión. Pero los pronósticos de pago de los programas de pensión funcionan dependiendo de la expectativa de vida del individuo (en el caso de México, para el hombre es de 73 años y para las mujeres 77 años) por lo que en un escenario normal el hombre gozará de una pensión por ocho años y en el caso de las mujeres se eleva hasta los 12 años. Hasta aquí, todo se ve bien.
Es en esta parte es donde existe un riesgo latente: ¿Quién va a pagar la pensión si se vive 80, 90 o 100 años?. La teoría dice que serán las instituciones de seguridad social, las aseguradoras o de rentas vitalicias, aunque esto sea en detrimento de ingresos futuros.
Este riesgo se puede cubrir con un Seguro de Longevidad, que en teoría ofrece un pago mensual fijo protegido de la inflación en caso de que la persona viva y se suspende cuando esta fallece. Hasta el momento solo tres países han discutido la posibilidad de utilizar este instrumento: Chile, El Salvador y Perú.
Lo que se plantea es que este instrumento recaude dinero de las personas que viven un lapso menor al promedio del resto de la población y estos recursos se destinan a cubrir el déficit financiero que se va a registrar por las personas más longevas de la población.
A continuación te presentamos cuatro gráficas por las que se anticipa la necesidad de complementar las pensiones con un Seguro de Longevidad.
1. La población vive más
De acuerdo con el análisis de FIAP, los avances científicos y las mejoras en las condiciones de vida de la población impulsarán la longevidad de la población. Según información de la ONU, en las últimas décadas la expectativa de vida al nacer ha aumentado en forma acelerada en casi todos los países.
En el caso de América Latina, entre 1950 y 1955 la esperanza de vida al nacer de la población era de 52 años; para 1990 y 1995 subió a 60 años y para el periodo de 2010 a 2015 se elevó hasta los 65 años.
Para los años venideros las expectativas apuntan a un máximo de 94 años en el caso de Chile y de 89 en el caso de México.
2. Mayor población en edad de retiro
2015
En 2050, la población de adultos mayores se incrementará en todos los países lo que presionará los presupuestos públicos para el financiamiento de las pensiones bajo un esquema de régimen de reparto, esto es, que garantizan una pensión después de la vida laboral.
Sin embargo, serán los segmentos de menores ingresos lo que más lo resientan.
El problema no solo es una mayor longevidad y un aumento de la población en retiro, ya que en América Latina se suma la variable de que los mercados laborales en la región tienen una elevada informalidad, además de tener salarios bajos.
3. El costo del Seguro de Longevidad
Uno de los beneficios que se estima se tendría por el uso del Seguro de Longevidad es que las edades de retiro aumentarán ya que se tiene cubierto el riesgo futuro de mayor edad. No obstante, el costo de esta cobertura (por que a final de cuentas, el seguro es una cobertura) dependerá del monto de la pensión y se espera que comience a generar pagos a los 85 años.
En un ejercicio de una pensión al 70 por ciento calculada al momento del retiro, se observa que los menores costos estarán en México; la razón es que la tasa de cotización de las cuentas individuales son bajas, esto es, las aportaciones en México son las más bajas de la región, por lo que no se podrá esperar una cobertura eficiente.
4. El “riesgo diversificable”
Una forma de financiar las Rentas Vitalicias, especialmente en edades avanzadas es por medio de lo que se llama “créditos a la mortalidad”. ¿Cómo funciona? Muy sencillo: se destinan los recursos que no utilizaron las personas que fallecieron a menor edad y se destinan a los trabajadores de edades avanzadas.
Pero hay un riesgo, si no se aumenta la edad de retiro de la población se observará una disminución paulatina de los recursos que provienen de los créditos de mortalidad.
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