Presentan libro investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría
El uso de la heroína y otros opiáceos en diversas ciudades de la frontera norte de México se ha extendido en años recientes, y aunque se trata de un fenómeno que debería ser analizado como tema de salud pública, muchos consumidores son criminalizados y estigmatizados por la policía, además de que no existen opciones de rehabilitación.
Los autores del libro Cuqueando la chiva. Contextos del consumo de heroína en la frontera norte de México, describieron la situación de alta vulnerabilidad en que viven los usuarios de esa sustancia, muchos de los cuales están expuestos a contraer enfermedades y morir sin recibir atención suficiente.
Clara Fleiz, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, afirmó durante la presentación del volumen que el estudio busca retratar la vida de los consumidores de heroína y otras sustancias desde un punto de vista humano y no criminalizante, al mismo tiempo que estudia las condiciones sociales que han generado un escenario de mayor uso en varias regiones del norte del país.
Los investigadores aplicaron cuestionarios y entrevistas directas a consumidores que viven en zonas marginadas de urbes como Tijuana, San Luis Río Colorado y Ciudad Juárez y les hicieron llegar equipos de reducción del daño, así como pruebas de laboratorio para detectar si padecían alguna enfermedad.
De acuerdo con el análisis, la mayoría de los consumidores –97 por ciento– se inyectan o fuman heroína hasta cinco veces al día para no dejar que llegue la malilla o síndrome de abstinencia, lo que los hace entrar en una espiral adictiva, que a su vez les genera una sensación general de aburrimiento y cansancio por la vida.
Asimismo, una tercera parte de los usuarios mezclan la heroína con metanfetaminas y otro 5 por ciento con cocaína a fin de tener suficiente energía para buscar alguna actividad que les dé dinero, aunque muchos también la combinan con fentanilo, alcohol y ansiolíticos, aumentando así el riesgo de padecer una sobredosis o doblada, como se le conoce.
Además, más de 70 por ciento de los consumidores suelen prestarse las jeringas, por lo que nueve de cada 10 padecen hepatitis C, y 4.3 por ciento, VIH, además de otros padecimientos cardíacos, gastrointestinales y respiratorios.
Por todo ello, Fleiz llamó a las autoridades a asumir una perspectiva de atención sanitaria para los adictos, así como a dotar de recursos suficientes a las clínicas y organizaciones civiles que los auxilian.
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