Directorio
jueves, 3 de octubre de 2019
El arma secreta del SAT
Enrique Quintana
Hace un par de días, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, señaló algo que era muy visible para los analistas: la desaceleración económica ya afectó negativamente a la recaudación. Por eso la caída real del IVA y del ISR en el mes de agosto en -11.6 por ciento y -3.6 por ciento, respectivamente.
En el Paquete Económico para 2019 se consideraba originalmente un crecimiento de la economía de 2.0 por ciento y se estimaba que, para el final del año, el IVA crecería en 2.3 por ciento y el ISR en 1.3 por ciento.
Comenzando el cuarto trimestre del año, ya resulta claro que estas cifras no se van a alcanzar simplemente por el hecho de que el crecimiento, según la encuesta de especialistas que publicó el Banxico esta semana, no llegará siquiera al medio punto porcentual.
Las cuentas públicas corrieron con suerte, pues en virtud de la baja de los precios internacionales de las gasolinas, se logró que el IEPS aplicado a los combustibles se quedara por arriba de las cifras del año pasado, pese a los incentivos fiscales que se han estado aplicando a la Magna y al diésel. Hasta el mes de agosto la recaudación por este concepto fue superior en 65 por ciento en términos reales a lo obtenido en 2018.
Pero no hay la certeza de que esa circunstancia continúe. Un primer sobresalto ocurrió tras el ataque a la infraestructura petrolera de Arabia Saudita. Sin embargo, con todo y el alza producida por estos hechos, las gasolinas en el mercado internacional están 25 por ciento por debajo del nivel que tenían hace 12 meses.
En la Ley de Ingresos de 2020 se anticipa que el ISR va a cerrar 2019 con una recaudación de 3 a 4 por ciento por arriba de la obtenida en 2018. Eso implica que en los últimos cuatro meses del año se capten 155 mil millones de pesos mensuales en promedio cuando en los primeros ocho meses esa cifra fue de 146 mil millones.
Y para el siguiente año, la recaudación promedio sería de alrededor de 154 mil millones por mes para todo el año.
En el caso del IVA es donde la meta se ve más distante. En el periodo enero-agosto, la recaudación mensual promedio fue de 80 mil millones de pesos aproximadamente. Para 2020, la pretensión es que llegue a 84 mil millones.
El problema de fondo es el crecimiento. Si se lograra –como el gobierno pretende– que el próximo año tuviera una tasa de 2.0 por ciento de crecimiento, es probable que las metas de captación tributaria resultaran alcanzables.
El problema es que ese objetivo se ve distante. En la encuesta entre especialistas publicada esta semana por el Banco de México se observa que el promedio de las estimaciones de crecimiento del PIB para el siguiente año es de 1.35 por ciento y tiene una tendencia a la baja.
Cuando se observa este panorama se entiende el por qué entre las medidas fiscales propuestas para 2020 se incluye de modo relevante el fortalecimiento de las atribuciones del SAT.
En agosto pasado, el propio SAT publicó que en la medición que realiza regularmente, el 83.5 por ciento de los encuestados señaló que era probable o muy probable recibir una sanción del SAT en contra del 32 por ciento que así los consideraba el año pasado.
La percepción de riesgo para el contribuyente, el miedo al SAT, será el ‘arma secreta’ de la que echará mano la autoridad para tratar de alcanzar sus metas, pese al menor crecimiento.
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