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jueves, 17 de octubre de 2019

El insomnio del secretario Herrera



Enrique Quintana




Arturo Herrera, titular de Hacienda, acudió esta semana a la primera reunión del FMI y Banco Mundial, a la que acude en calidad de responsable de las finanzas nacionales.

Herrera sabe que no puede 'saltarse' ni delegar este encuentro que se realiza en Washington si quiere construir una relación de confianza con los financieros de todo el mundo.

Cuando un funcionario llega a este escaparate internacional, sabe que corre riesgos pues, por ejemplo, una declaración desafortunada puede tener consecuencias graves.

Todavía se recuerda el dicho del entonces secretario de Hacienda de México, Agustín Carstens, quien sugirió en 2008 que lo que afectaba a la economía mexicana era apenas ‘un catarrito’… que luego demostró ser más bien una pulmonía grave.

En alguna otra ocasión, Carstens también fue inquirido por aquello que le quitaba el sueño y señaló que solo eran los “ladridos del perro de sus vecinos”… aludiendo a que la situación de la economía lo dejaba dormir tranquilo.

Esta semana, Arturo Herrera también habló de lo que no le dejaba dormir por las noches. Y, por lo visto, hay asuntos más relevantes que los temas caninos: la desaceleración de la economía.

¿Por qué le preocupa a Herrera que la economía crezca poco o de plano no crezca?

Más allá de las inquietudes sociales que tiene el secretario, el problema es que un menor crecimiento económico usualmente implica una menor captación tributaria.

El escenario de ingresos para 2020, que quizá hoy pueda ser aprobado en el Pleno de la Cámara de Diputados, fue construido sobre el supuesto de un crecimiento del PIB de 2.0 por ciento el siguiente año.

Las estimaciones actuales de los expertos del sector privado promedian 1.2 por ciento. Sin embargo, si no se dieran una serie de circunstancias, podríamos tener una tasa aún menor.

Las más importantes son el desempeño de EU, la ratificación del T-MEC y la permanencia del grado de inversión de Moody’s para Pemex.

Si la captación tributaria bajara de manera importante por no cumplirse con los supuestos económicos, probablemente sería necesario hacer un nuevo ajuste en el gasto público, que resultaría más sensible aun tras de los recortes ya realizados en este año.

Y un gasto público aún menor a lo previsto en el Presupuesto alimentaría a su vez el freno económico.

Casi todas las estimaciones de ingresos que se envían al Congreso se ‘acolchonan’, es decir, tienen algunos rubros que subestiman para que, si hay otros que resulten inferiores a lo previsto, compensen, al menos parcialmente, las pérdidas.

Ese fue el caso en este año del IEPS a las gasolinas. A pesar del estímulo que se ha aplicado, en particular durante los últimos meses, hasta el mes de agosto la recaudación por este impuesto resultó 65 por ciento superior a la del mismo periodo del año pasado, y hasta el primer semestre estaba poco más de 3 por ciento por arriba de las previsiones.

Sin embargo, no hay certeza de que suceda lo mismo en 2020.

Una sobreestimación del crecimiento del PIB trae aparejado siempre el riesgo de recortes del gasto o –lo que este gobierno ha rechazado terminantemente– la contratación de más deuda.

Bien hace Arturo Herrera en no dormir a pierna suelta.

Lo que esperamos los mexicanos es que durante su insomnio aproveche para explorar las posibilidades de ingresos públicos y trabaje en el diseño de una reforma fiscal, que debe efectuarse si se quiere que esta administración termine sin una crisis financiera.

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