La sierra de Guadalupe guarda en su interior una gran riqueza de testimonios arqueológicos, que nos hablan de la presencia de los Otomíes-Matlames de la etnia de Tezcoco, grupo que como sabemos se conformó a través de la unión de dos grupos importantes de cuyo mestizaje surgió un grupo nuevo que se ubicó tanto en Tezcoco como la región norte de la cuenca de México, ocupando la sierra de Guadalupe y todo Ecatepec-Hidalgo; en un inicio llegaron los Chichimecas con su Tlatoani Xólotl príncipe de Tula, que había sido pedido a su padre el señor tolteca y entronizado como Teuhtlis a los 4 años de edad en Tamaulipas y casado con la señora Tomiyauh de solo 2 años de edad y cihualpilli (Señora) de los Huastecos. En la nueva estructura de poder se da el primer mestizaje en los hijos e hijas de esta pareja real donde se unen estos pueblos Tolteca y Huasteco.
Por: María de la Asunción García Samper.
Cuando ingresan a la cuenca de México y se asientan en Tenayuca, Tezcoco y Ecatepec, casa a sus hijas con los señores de Azcapotzalco, Tacuba y Xaltocan, a su primogénito Nopaltzin lo instala en Tezcoco, y se unen los grupos nahuas, Chalcas, Xaltocano y de esta forma surgen los Matlames-Otomíes ya nahuatizados que serán los de Tezcoco.
De esta forma vemos que las construcciones cívico-ceremoniales, políticos y la administración pública se distribuyen en pequeños y grandes asentamientos unos localizados en las laderas del Texalpan-Texaxal, en los valles circundantes, cerca de las lagunas o del lago de Tezcoco, a un lado de los arrollo y ríos, otros lugares de ceremonias religiosas tanto al aire libre como en cuevas o abrigos rocosos, así como una serie de manifestaciones simbólico culturales como son los petrograbados que se ubican en el cerro del Texalpan-Texaxal, cerro gordo o el Ehecatepetl una serie de grandes rocas con símbolos rupestres. Casi cerca de la cima existe una espaciosa cueva que funcionó como temascal en la época prehispánica.
Época prehispánica.
Este santuario al culto a la montaña sagrada femenina contiene una serie de símbolos los cuales representan vulvas abiertas esperando el semen de la lluvia para ser fertilizadas, existen también otros petrograbados con representaciones del falo, la lagartija, la serpiente, el jaguar o monstruo de la tierra “Cipactli” como símbolo nocturno, piedras preciosas o chalchihuis, hombres cazando o danzando, representaciones del dios Tláloc, además de otros símbolos relacionados con la fertilidad, la tierra, el rayo y el agua.
Existen evidencias de grabados y pintura en cuevas y esculturas en las piedras, así como evidencias de plataformas y teocalli; en otro cerro que mira hacia el antiguo lago de Xaltocan o Acalhuacan en el municipio de Ecatepec y que tenía el nombre de Ehecatepetl y hoy se llama de las Cruces se localiza una cueva a la que la gente del lugar conoce desde tiempos inmemoriales con el nombre de los Tocotines y que en sus trabajos arqueológicos Du Solier reporta una pintura mural que representa al dios Tlahuizcalpantecuhtli en su dualidad con Xólotl, estrella de la mañana, un poco más abajo de esta cueva se localiza una gran piedra a la que se denomina equinoccial, puede tratarse de un observatorio astronómico, esta tiene grabado un gran sol con rayos, un cráneo y una fecha calendárica, otra piedra de Ehecatl-Quetzalcóatl se localiza entre el cerro Ehecatl o de las Cruces y los cerros de Coacalco, se trata de una piedra triangular con la figura de Quetzalcóatl; en el cerro Gordo entre Santa Clara y Tolpetlac, se encuentran grabados en piedra relacionados con los dioses nocturnos: Un tecolote, una mariposa nocturna y el ocelote.
La Doctora Beatriz Barba de Piña Chan nos dice que al norte del lago de México, la tierra firme penetraba en una especie de península, y ahí había un cerro llamado Tepeyacac o Tepeaca. Los Mexica cons-truyeron un templete de madera en honor a Toci, de manera rudimentaria, apoyándolo en cuatro grandes troncos, lo que habla de su poca trascendencia. Los culhuas lo quemaron en un momento de rivalidad y eso fue motivo de una revancha desmedida por parte del rey de México, obligándose por ello a mejorar el templo y darle importancia política y religiosa. A la llegada de los españoles ya se conocía como sitio de peregrinación, y se aprovecho para las apariciones de la Guadalupana, en fecha tan temprana 1531, metamorfoseando el sitio hasta que ha llegado a ser el más destacado de todos los centros de peregrinación latinoamericano.
Ofrendas como exvotos en cerámica y piedra.
Desde épocas muy antiguas se acostumbraba hacer ofrendas a los Dioses y a los muertos, ya sea por una promesa por alguna enfermedad que había sido milagrosamente curada, por el descanso de un familiar o por la ayuda recibida. Contamos con una gran variedad de exvotos en figurillas de barro y piedra colocados en los santuarios o algunas declaraciones como las de los informantes de Sahagún quienes nos dicen lo siguiente:”…Usaban hacer voto a los ídolos de servirlos con algunos sacrificios y ofrendas, cuando alguno de sus hijos o de su casa caía en enfermedad, o caía de su estado y se lisiaba; esto hacía no a uno solo, pero a dos o tres de sus ídolos, para que lea ayudasen en aquella necesidad…
Tenían también costumbre de hacer juramento de cumplir alguna cosas a que se obligaban, y aquel a quien se obligaban les demandaba que hiciesen juramento para estar seguro de su palabra, y el juramento que hacía era en esta forma: ¡ Por vida del sol, y de nuestra señora la tierra, que no haré falta en lo que tengo dicho, y para mayor seguridad como esta tierra.. y luego tocaba con los dedos en la tierra y llegábamos a la boca y lamíamos, y así comía tierra haciendo juramento. Cuando por alguna necesidad alguno demandaba a su dios ayuda, hacía voto y juramento de hacer talcosa por su servicio y cumplirlo…”
En la colección de figurillas en cerámica y la escultura en piedra proveniente de los santuarios prehispánicos de la Quinta Aparición y en el centro ceremonial de Tulpetlac y el Texaxal o Texalpan se encuentran hoy una serie de exvotos a los dioses y diosas titulares que se dio culto en la época prehispánica en esta región de Ecatepec; entre estas ofrendas o exvotos encontramos una colección de petrograbados con símbolos fálicos y de vulvas, como un agradecimiento a la reproducción de la tierra y del hombre.
También en las remodelaciones de la Quinta Aparición en los cimientos y debajo de los pisos se localizaron una serie de figurillas en cerámica que presentan diferentes enfermedades, como tumores, bubas, deformaciones, desprendimiento de retina, mujeres embarazadas con problemas de parto, sarampión (cocolixtli), personas a las que le faltaban alguna extremidad superior o inferior, parálisis facial y otras enfermedades, y que en sus peticiones a sus dioses les agradecían cuando recibían el favor y colocaban estos exvotos en el lugar donde se daba culto a estos.
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