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lunes, 7 de agosto de 2017

Segregación racial y social en Santa Fe, la colonia Babel de la CDMX

En la hora de la comida para los 345 mil empresarios, ejecutivos y jefes que trabajan en esta ciudad de altas torres es el momento en que es más notorio las diferencias culturares, que pueden ser hasta llegar al rechazados por ella.
CIUDAD DE MÉXICO.- Pasan de las tres de la tarde en Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México.

Es la hora de la comida para los 345 mil empresarios, ejecutivos y jefes que trabajan en esta ciudad de altas torres, construida de corporativos y empresas a finales de los 90.

Go Honggui, empleado de la compañía china Huawei, cruza corriendo Prolongación Paseo de la Reforma para ganarle a los autos en la curva frente a su trabajo.

Va a uno de los comedores exclusivos que ponen a su disposición a unas calles de sus oficinas. Honggui habla en un inglés difícil, pero cuenta que no tiene amigos mexicanos, que no los conoce bien. El idioma, para él, es la principal barrera.

Pero no todos pueden pagar un restaurante, así que pequeños automóviles hacen las veces de fondas económicas, un poco al amparo de la vigilancia o del asedio de los vecinos.

Ángel, un joven programador de 26 años, apuesta por esa opción, porque no puede pagar más dinero.

Gabriela y Lorena, dos empleadas de Movistar, acuden a un negocio en avenida Santa Fe y de camino a su oficina cuentan que hay muchos “chinos” y “españoles”, pero ellas sólo hablan con mexicanos. Dicen que “cada quien se junta con su grupo”.

Itziar de Luisa, presidenta de la Asociación de Colonos de Santa Fe, explica que los corporativos en la zona traen a diferentes empleados de otros países. Aunque acepta que no tienen un censo al respecto.

“En el caso de Santander y Telefónica, pues con gente de España. En Chrysler, muchos estadounidenses, y en el caso de Huawei, que creo que es el más interesante, muchos asiáticos”. Para Itziar no existe segregación ni diferencia.

La rebate Linda, recepcionista del edificio Prologis, quien ve subir y bajar a hombres y mujeres de nacionalidad china. Ellos no conversan con nadie, entran y salen sin hacer relación alguna.

Un kilómetro después, está otro edificio que alberga la firma Best Buy, el gigante de productos electrónicos. Ahí trabajan ejecutivos indios y siempre salen en grupo.

“Tienen un estilo agresivo, mal educado, no saludan, como que se te avientan para ganar terreno en el elevador, y eso es percibido en la cultura local como algo descortés, de mala educación y, sí, a veces escucho que se hacen comentarios de incomodidad”, cuenta Guillermo B., un argentino avecindado desde hace diez años aquí.

–¿Siente que hay segregación? –se le pregunta.

“Sí, se ve. Se observa en general de los chinos. Aquí hay una empresa que tiene una parte importante. Hay diferencias culturales enormes. Digamos que se genera hasta cierto rechazo…”, comenta.

El conglomerado de concreto que es Santa Fe es sin duda un enclave donde las lenguas, las tradiciones y los enfoques culturales se confrontan sin mezclarse. De los 78 mil 600 extranjeros que viven en la Ciudad de México, un 2 por ciento hace su vida y trabaja en las delegaciones Cuajimalpa y Álvaro Obregón, donde se encuentra esta zona de crecimiento controlado.

Para Rodrigo Gutiérrez Rivas, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Santa Fe es una isla donde domina el privilegio.

Cabe recordar que en la capital habitan 78 mil 600 extranjeros.

“El eje de discriminación que yo percibo dominante en este país es el del color de la piel. Blanco, moreno. Los extranjeros blancos que llegan a vivir a Santa Fe están en una situación de privilegio, se aíslan porque tienen miedo. Si esas personas vienen a trabajar en multinacionales, tienen una lectura similar a la de las clases altas que quieren aislarse”.

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