El segundo es que este cambio no genere una fractura en el partido, sino que éste salga fortalecido el 12 de agosto, cuando concluya la Asamblea.
Si el presidente Peña tuviera definido ya un candidato, al cual se le acomodara todo el entorno, la situación sería mucho más clara.
La razón por la que no hay una definición clara es porque la competencia en la que participará el candidato del PRI tampoco está clara.
Falta que se defina si habrá una alianza que involucre al PRD y al PAN. Sus probabilidades son bajas, pero no es imposible.
También se requiere una definición de nombres. ¿Acaso Margarita sigue siendo opción? ¿Tiene Mancera posibilidades de encabezar una alianza? ¿Cuál es el real respaldo que recibiría Ricardo Anaya?
Las respuestas a estas preguntas son insumos para tomar una decisión, además de la propia dinámica de la Asamblea del PRI.
Pero hay otra razón por la que Peña quiere contar con toda la baza: las encuestas.
La décima octava encuesta mensual realizada por la Presidencia de la República (así se atribuye), del 16 al 22 de julio entre cinco mil 275 personas, en sus domicilios, indica resultados muy interesantes.
1.- En todos los careos realizados, sin excepción, encabeza las encuestas AMLO, con un margen que va de 34 a 35 por ciento de la votación efectiva (descontando los que no revelaron su preferencia).
2.- En todos los careos, el PRI ocupa el tercer lugar, independientemente del candidato que postule, a una distancia que va de cinco a siete puntos del candidato panista –segundo lugar–, cualquiera que sea.
3.- En los careos realizados, considerando a los punteros de Morena, el PAN y el PRD, el candidato del PRI que está mejor posicionado es José Antonio Meade, ligeramente por arriba de Eruviel y de Osorio. En los careos de la encuesta con los punteros de los demás partidos no se incluyen a Narro ni a Nuño.
4.- La diferencia a favor de Meade es de 1.1 puntos porcentuales respecto a otros candidatos del PRI, lo que no resulta concluyente.
El presidente Peña ha dicho en múltiples ocasiones que no va a decidir en función de las encuestas, pero éstas serán un insumo que tomará en cuenta.
Lo que Peña no quiere es que, con la Asamblea del PRI, uno de sus prospectos mejor posicionados y reconocidamente con mayores capacidades, sea eliminado en función de los estatutos partidistas.
Si ser el priista número uno no basta para cambiar los estatutos, ¿entonces para qué sí funciona?
Traduciendo el objetivo de la Asamblea en uno solo, la idea es que Meade siga siendo opción y que el PRI siga unido. Ambas cosas, al mismo tiempo.
Quedándose con la baraja completa, sin que le quiten ningún as, el presidente Peña determinará el momento conveniente para revelar por quién se inclinaron las 'fuerzas vivas del PRI'.
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