Como era de esperarse, desde que una
turba asaltó el Capitolio el día de ayer al mediodía y pretendió evitar la
certificación de la votación que da el triunfo electoral a Joe Biden como
próximo presidente de Estados Unidos, el gobierno mexicano hizo pública su
condena por una violación flagrante de la legalidad en Estados Unidos.
Para nuestro presidente es muy claro
que el ganador del proceso electoral fue Joe Biden.
Tanto fue el cuidado por cumplir con todas
las exigencias de la legislación de EU, que la felicitación al nuevo presidente
estadounidense ocurrió hasta que el 14 de diciembre pasado se realizara la
votación del Colegio Electoral, que dio el triunfo al candidato demócrata.
Por esa razón, cuando ayer se observó que
existía un grupo que pretendía violentar la legalidad de este proceso, con la
misma puntualidad que se esperó al cumplimiento de todos los protocolos para
felicitar a Biden, igualmente se expresó la indignación por la
intención de violentar la ley.
Ya se sabe que el lema de nuestro gobierno
es: al margen de ley nada, por encima de la ley, nadie. Y eso se aplica también
en nuestra política exterior.
Tras la comunicación del gobierno
mexicano, otros mandatarios, de aquellos que se apresuraron a felicitar a
Biden antes de tiempo, manifestaron su preocupación por lo que estaba
sucediendo en Washington.
Fueron de todos los colores. Desde el vecino
del norte, Canadá, cuyo primer ministro, Justin Trudeau, señaló que los
canadienses estaban impactados y tristes por el ataque a la democracia de
Estados Unidos.
Pero también de la derecha. Quien se
identificó frecuentemente con Trump, Boris Johnson, primer ministro del
Reino Unido, señaló que Estados Unidos representa la democracia de todo el
mundo y que es vital que haya un traspaso de poder ordenado y pacífico.
También los señalamientos vinieron de la
izquierda latinoamericana. El presidente Alberto Fernández, de Argentina,
repudió los acontecimientos ocurridos en el Capitolio y confió en que se
respete la voluntad popular que eligió presidente a Joe Biden.
El gobierno mexicano, como es ya costumbre,
reaccionó de manera ágil y decidida, respaldando a la democracia
norteamericana, al punto que pareció que el propio vicepresidente Mike
Pence tomó eso en cuenta cuando rechazó las pretensiones de Trump de que
evitara la certificación del triunfo de Biden.
Y seguramente, fue también el caso de Mitch
McConnell, quien será líder de la minoría republicana en el Senado, y quien
fuera por mucho tiempo incondicional de Trump. Tras ver la posición firme del
gobierno mexicano, desechó los reclamos de los legisladores republicanos.
Pero, más allá de la dinámica política de
Estados Unidos, la reacción inmediata del gobierno mexicano fue para
acallar todas las dudas.
Se trataba de callarle la boca a todos los
que suponen que no respetará la legislación ni las disposiciones electorales.
Es muy claro que la relación que existe con
Trump es de carácter institucional y en función, exclusivamente, de los
intereses de México.
Así que, si el comportamiento del todavía
presidente de Estados Unidos desafiaba la legalidad, el gobierno mexicano mostró
que claramente iba a pintar su raya.
Y eso también quitó cualquier duda respecto
al hecho de que habrá una muy buena relación con la administración de
Biden, dejando ver nítidamente que si hubo dilación en el reconocimiento de su
triunfo no fue por ningún favor ni simpatía por Trump, sino estrictamente por
seguir todos los pasos legales.
Así que, después de lo ocurrido ayer, ya
podemos dormir tranquilos con la certeza de que no habrá ninguna tensión entre
el gobierno de México y el nuevo gobierno de EU.
Perdón… me están avisando que el gobierno
mexicano no condenó el asalto al Capitolio.
No lo creo. Debe haber algún error.
Yo tengo otros datos.
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