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lunes, 23 de abril de 2018

Sacar al PRI de Los Pinos…¿?



¿Recuerda usted, amigo lector, que en el año 2000 muchos mexicanos, entre los que me incluyo, decíamos una y otra vez que, apoyando a Vicente Fox, podríamos por fin “sacar al PRI de Los Pinos”? ¿Y que muchos otros sostenían que Vicente Fox era un ignorante que no tenía capacidad ni talento para ser un buen presidente, y que era una estupidez votar por él? ¿Y que, en respuesta a esas críticas, quienes apoyábamos a Fox decíamos que sí, que no era la persona ideal pero que lo relevante no era eso sino que perdiera el PRI y que, además, Foxestaba rodeado de un buen equipo que le ayudaría a gobernar?
Yo lo recuerdo bien. Asimismo, jamás olvidaré la alegría que sentí al enterarme del resultado de la elección: ¡el PRI había perdido! Teníamos la oportunidad, histórica, de cambiar las cosas.
Ya sabemos el resultado: una desilusión total. Una decepción absoluta. Los críticos de Fox tenían razón: fue un pésimo Presidente. Por supuesto, no todo fue culpa del propio Fox, es decir, la oportunidad histórica no se nos escapó sólo por él; la oposición no quiso coadyuvar a la transformación del país, los gobernadores tampoco, etcétera. Y lo más importante: los ciudadanos no entendimos que el cambio apenas comenzaba y que, a final de cuentas, México sólo mejorará cuando nosotros mismos mejoremos.
Al día de hoy, estamos viviendo una situación similar a la de hace 18 años: muchos ven en López Obrador la oportunidad de “sacar al PRI de Los Pinos”. Muchos otros, entre los que me encuentro, pensamos que AMLO no es la mejor opción para el país y hemos destacado sus debilidades y contradicciones. Los defensores de Obrador —me refiero a los sensatos, no a los totalmente radicalizados— responden a las críticas a AMLO diciendo que es cierto que éste tiene puntos flacos pero que lo relevante no es tanto que él llegue a la Presidencia de la República, sino que el PRI ya no esté en Los Pinos (y, por extensión, que el PAN tampoco gobierne).
Todo indica que, efectivamente, el PRI saldrá de nuevo de Los Pinos y que López Obrador será presidente. Incluso si el Frente, Margarita Zavala y el PRI van juntos en alianza de facto —posibilidad que se maneja ya en la prensa y que yo mismo comenté en este mismo espacio hace algunos meses en un artículo en el que explicaba que, de darse tal alianza, Obrador perdería la elección ante Anaya, Meade o Zavala— es muy difícil que AMLO no gane. Y es que Peña Nieto logró en un puñado de años lo que al PRI del año 2000 le tomó setenta: unir a un gran número de mexicanos en contra de dicho partido (estoy haciendo este comentario un poco en tono de broma pues es claro que el PRI siempre ha tenido opositores, y muchos, y que las elecciones no fueron limpias por décadas, por lo que de nada servía votar en contra de los priistas).
De esta forma, no importan las críticas a AMLO, no importa incluso si se demostrase que sus colaboradores, o él mismo, han tenido tratos con delincuentes, o que mienten, o que están plagados de contradicciones, etcétera: lo importante para los votantes que respaldan a Obrador no es tanto que gane él sino, como con Fox, “sacar al PRI de Los Pinos”. Además, la posible alianza arriba mencionada llegaría tarde y, ahora mismo, después de todo lo que el gobierno ha dicho de Anaya, éste de aquél y de Zavala, y ésta de Anaya, la alianza no tendría credibilidad.
Yo sí deseo que salga el PRI (Meade) del Poder Ejecutivo. Pero no quiero que llegue Obrador. Tampoco quiero a Anaya, ni a Zavala. Lo que sí tengo claro es que, gane quien gane, es importante que hayamos aprendido del año 2000: como ciudadanos, no nos podemos desentender de lo público; no todo está en manos de quienes gobiernan.
¿Aprendimos la lección?

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