La dura realidad de la pandemia de covid-19 y la falta de insumos para atender la alta demanda de atención médica llevó a las autoridades de la Ciudad de México a crear el código azul, con el cual se descarta dar atención prioritaria a los pacientes que los paramédicos consideren que tienen pocas posibilidades de sobrevivir y no sean intubados.
El Centro Regulador de Urgencias Médicas
(CRUM) tiene clasificaciones para determinar los signos vitales de los
pacientes, desde mediados de diciembre: código blanco y código azul.
Una persona clasificada con el código
blanco es la que consideran con posibilidades de que se recupere; la que es
catalogada con el código azul es aquella cuya saturación de oxígeno es menor a
45%, cuenta con alguna de las comorbilidades, que agravan el padecimiento o son
mayores de 65 años.
Para ellos, los pacientes con código azul
ya en el hospital, en algún pasillo en el área de urgencias sólo quedan los
tratamientos paliativos.
Entre los síntomas que pueden presentar los
pacientes con pocas posibilidades de sobrevivir son muchísima dificultad para
respirar, tos, fiebre y dolores de cabeza, brazos y piernas.
Los cuidados paliativos que se dan al
paciente tienen por objeto controlar el dolor, limpiar sus secreciones y
ayudarles a respirar mejor. También necesitan apoyo cuando van al baño para
poder desplazar sus tanques de oxígeno, pues la mayoría son aparatos muy
pesados que deben tener a su lado en todo momento o de lo contrario se estarían
asfixiando de nuevo.
Este código azul se agregó en la atención
de los pacientes por la gravedad de la pandemia y dirigir los recursos
existentes para los pacientes recuperables”, comentó uno de los paramédicos
entrevistados por Excélsior, quien solicitó el anonimato para evitar
alguna clase de represalia.
Hace unos días se revivió el debate sobre
las decisiones médicas para brindar más atención a unos pacientes que a otros,
de acuerdo con los recursos que se cuentan, pues la Agencia de Servicios
Médicos de Emergencia del condado de Los Ángeles, California, ordenó a los
equipos de ambulancias que no transporten a hospitales a pacientes con pocas
posibilidades de sobrevivir y que conservaran el oxígeno para quienes valoraran
que podrían superar la enfermedad y en la Ciudad de México, el Centro Regulador
de Urgencias Médicas (CRUM), pidió a los paramédicos clasificar a los pacientes
de covid-19 como “no recuperables”, a través de un “código azul”.
Médicos de la Secretaría de Salud de la
CDMX, militares y hasta de los Institutos Nacionales de Salud ya me habían
comentado sobre este sistema con un área asignada para ‘morir dignamente’ ya
que o las tomas de oxígeno están colapsadas o no hay medicamentos para sedar y
para relajar a los pacientes e intubarlos. Este 6 de enero en uno solo de estos
hospitales de alta especialidad me comentaron de 30 defunciones, la más alta
cifra desde que inició la pandemia”, explicó Xavier Tello, médico y analista en
políticas de salud.
El crecimiento de los contagios y la
demanda de atención médica llevaron a la capital mexicana al dilema de aplicar
la llamada “medicina de guerra”, destinada a atender a aquellos que pueden
vivir.
José Ángel Córdova Villalobos, el
exsecretario de Salud a nivel federal, quien atendió la epidemia de influenza
AH1N1 en 2009, comentó a Excélsior durante la primera ola de
contagios y muertes en la pandemia por covid-19 que “lo que enfrentan otros
países (como sucedió en ese momento en Italia), donde a falta de respiradores o
ventiladores desconectan a una persona, porque ya tiene más de 80 años, para
dárselo o ponérselo a un paciente menor de 60, es criminal. Eso es lo que a mí
me aterroriza, que vayamos a enfrentar alguna situación así”, realidad que
ocurrió en la Ciudad de México, nueve meses después de esta entrevista, pues
sólo unos cuantos serán quienes puedan tener el apoyo de un equipo de
ventilador, de acuerdo con sus posibilidades de supervivencia.
También, desde el 30 de abril de 2020, la
Secretaría de Salud publicó la Guía Bioética para la Asignación de
Recursos Limitados de Medicina Crítica en Situación de Emergencia, en la que
precisamente se estipula que las y los profesionales de la salud que enfrentan
a la covid-19 tienen prioridad en la asignación de recursos escasos, de así
requerirse.
Una amiga me comentó su historia personal
desde el Hospital Central Militar, donde su hermano es uno de los más de 70
pacientes que, en urgencias, necesitan llevar su propio oxígeno y tienen más de
2 o 3 días sentados cerca del área de urgencias. Los familiares deben colaborar
en todo, ya que el personal es muy escaso y está agotado”, aseguró Tello.
El miércoles 6 de enero, en el Hospital
Central Militar estaban ocupadas sus 204 camas, las 86 de terapia intensiva y
las 118 de hospitalización covid, de acuerdo con su propia pantalla, en la que
se leía: “Situación ROJO”; además de los 70 pacientes civiles que estaban en
urgencias sentados en sillas.
A casi un año de iniciada la pandemia por
covid-19 en el país, el personal médico de los hospitales no ha parado para
garantizar atención. Foto: Especial
Desde mediados de diciembre, cuando se
ordenó aplicar el código azul, los contagios y muertes relacionadas con
covid-19 se han incrementado. El día 19 del pasado mes quedó registrado en el
C5 que hubo pacientes que esperaron un promedio de dos horas y 35 minutos para
recibir atención de una ambulancia, lo que cuadriplicó el tiempo en que llegaba
la asistencia.
Médicos y enfermeras, al interior de estos
hospitales nos mencionaron que ya es notoria la falta de medicamentos, como
dexametasona, enoxaparina, linezolid, meropenem, azitromicina y hasta
paracetamol; también faltan pruebas RT/PCR.
Desde el 10 de diciembre, Claudia Sheinbaum
pidió ayuda a la Sedena y Semar (Defensa Nacional y Marina) para reconvertir
unidades militares en hospitales covid-19 en la CDMX, porque ya comenzaban a
ser rebasados los hospitales de la ciudad”, explicó Tello.
Y agregó que “el problema es que se carece
de instalaciones avanzadas para manejar gases a presión, por lo que el oxígeno
llega a escasear, y el uso de ventiladores se hace muy complicado.”
En un reportaje, el diario The New
York Times publicó el 21 de diciembre que las autoridades federales
modificaron dos indicadores con los que determina el semáforo epidemiológico
para evitar poner desde el 4 de diciembre a la Ciudad de México en rojo (alerta
máxima).
El porcentaje de camas con ventilador
ocupadas era de 58% y no de 45%, como se reportó, y la positividad en las
pruebas era de 36% y no de 25 por ciento.
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