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jueves, 25 de abril de 2019

Las compuertas de San Cristóbal del Albarradon de Acalhuacan.



María de la Asunción García Samper.
Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.



Las compuertas de San Cristóbal localizadas en la parte de atrás de la edificación novohispana de la capilla de santa Águeda antes de san Juan, en el barrio de Acalhuacan y del edificio novohispano del Real Desagüe o Casa delos Virreyes, antiguamente las casas reales (Centro Comunitario Ecatepec Casa de Morelos) son verdaderamente únicas y de una gran belleza arquitectónica extraordinaria con sus tres desfogaderos o túneles.

Las compuertas de san Cristóbal localizadas en el barrio de san Juan Acalhuacan presentan arcos de medio punto con enladrillado rojo, cantera y que dan entrada a una bóveda de cañón corrido (Etim. De albarrada, del árabe al-barrada, “el muro de piedras secas” (Ac. RAE). También puede proceder de albarrana, del árabe albarrana, “que significa cosa desierta, inculta, exterior, que está fuera del poblado” (Aut). En México se le da la acepción de un muro que sirve de protección a la manera de dique, el cual impide y controla el agua que puede producir inundaciones. ut). CANOA. Madero ahuecado en forma de media caña que sirve para la conducción de agua. “Especie de cajón o artesa de madera o piedra ahuecada, que sirve para dar agua, salitre o pastura a los animales, especialmente cerdos” (I. Esc). CATARATA. Etim. Del latín cataracta, y éste a su vez del griego χαταραχιη, “rastrillo de puente”, “presa” (G. Sal). “Construcción para poder recintar y dejar en seco los espacios en que se quiera hacer una obra si en ellos hubiese agua”. “Compuerta” (G. Sal). “Se suele tomar también por el manantial o nacimiento de agua” (Aut). COMPUERTA. Etim. Del latín porta (G. Sal). “Especie de puerta pequeña levadiza, compuesta de dos o más tablones anchos y gruesos, unidos y asegurados con barras o chapas de hierro, que se pone en el canal o portillo hecho en la presa del río por donde pasa y baja el agua, para detenerla cuando se quisiere. Lo que se ejecuta dejándola caer corriendo por los encajes hechos por ambos lados, en las piedras que forman el portillo o desaguadero del canal. Lo mismo se hace en los canales por donde entra y baja el agua para los molinos, cuando se quiere parar la rueda y no muela” (Aut). Véase Cataratas. Las compuertas son de madera sujeta a una gran tornillo y desde arriba con una rueda se bajan y suben.



Escudo de Castilla fue el emblema heráldico de los monarcas castellanos. El historiador Michel Pastoureau ha afirmado que los emblemas heráldicos y los sellos aparecieron con el objetivo de facilitar la transmisión de la autoridad y la identificación de sus titulares, gracias a la facilidad que ofrecían para ser identificados. Estos símbolos, que se convirtieron por extensión en los del reino, con el tiempo representaron también el carácter inmaterial del sentimiento nacional o de pertenencia a un territorio.
El escudo de Castilla posee la siguiente descripción heráldica:
En un campo de gules un castillo de oro, almenado de tres almenas y donjonado de tres torres, cada una con tres almenas de lo mismo mazonado de sable y aclarado de azur.
Compuertas de san Cristóbal atrás de la Casa de los Virreyes o del real Desagüe.
Se afirma que en esta región se desarrollaba ampliamente el comercio lacustre de Zumpango-Xaltocan, al puerto de Acalhuacan y al de Atzompan, lo que permitía llevar la mercancía a Texcoco, Xochimilco y Chalco. Se intercambiaban productos de los mercados de Acalhuacan, Chiconautla, Atzompan y Acolman, mediante canales que cruzaban el Albarradón de Ecatepec. En Acalhuacan se asentaron grupos otomí-matlames. Acalhuacan, lugar donde tiene canoas, de acalli, barca y la terminación compuesta y posesiva, huacan y can, lugar.
De acuerdo con documentos de archivo pudimos darnos cuenta que antes existieron allí las Casas Reales posiblemente pertenecientes a la nobleza indígena que gobernaba en Ecatepec y sus pueblos, De acuerdo al Códice Boturini o Tira de la Peregrinación, los mexicas estuvieron asentados en Acalhuacan durante cuatro años, procedentes de Xaltocan, siendo Acalhuacan el primer contacto de los mexicas con Ecatepec.
También podemos consultar el interesante relato que formula Jesús Galindo y Villa con respecto al viaje en tren que a principio del Siglo XX, efectuara a Ecatepec en compañía del Arquitecto Francisco M. Rodríguez, Director del Museo de las Culturas y del Doctor Nicolás León. Se transportaron a Ecatepec a bordo del vagón del Ferrocarril Mexicano, haciendo un tiempo de treinta y dos minutos, de la Ciudad de México, hasta este municipio a una distancia de 23 kilómetros. Siguieron a pie por la vía del Tren del Desagüe, conocido como La Cucaracha y en media hora arribaron al edificio que Galindo y Villa describió como Palacio de los Virreyes o Casas Reales, aclarando que además de haber sido la Casa del Real Desagüe, también fue cuartel de rurales y que era un monumento nacional bajo el resguardo de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Es un documento en el que Galindo y Villa describen magistralmente algunos de los elementos del Albarradón de Ecatepec, de la Casa de Morelos, del busto erigido en honor del Siervo de la Nación en San Cristóbal Centro, así como de la tumba del héroe de la Independencia.
Sistemas constructivos y materiales:
Tezontle. Este material ha sido empleado en casi toda la historia del valle de México, desde las culturas prehispánicas hasta el presente, por lo que podemos decir que tiene una larga tradición. Los primeros cronistas lo llamaron piedra pó- mez, rufa, colorada, etcétera.
Las construcciones prehispánicas como las de Teotihuacan reportan el uso del adobe, tezontle, toba volcánica o tepetate y otras rocas sedimentarias localizadas en las cercanías o traídas de minas como las de Chiconauhtla.
Tezontle. Es otro de los materiales abundantes en el valle; es piedra de origen volcánico de colores rojo y gris muy oscuro, es porosa y por lo mismo muy ligera e ideal para la gravilla en los entortados de las techumbres. También es dura, por lo que su uso fue muy extendido como el del tepetate: en los muros y columnas, en los de contención o para los taludes de las estructuras. Prácticamente todos los aplanados de gravilla son de tezontle, sean finos o gruesos, además de que con él se hicieron los aplanados usando distintos tamaños de partícula según el destino del m ismo.
El Divino Material se llama “Tesontle por lo que agarra, y así aunque los cortes de una Bóveda no vayan con aquella perfección del Arte, son tolerables; no se dice por esto que las Bóvedas, que se hacen en México no tienen cortes porque se verá que esta imperfección la suplen los Indios con hacer las piedras a manera de un Cucurucho mui largo, y macizando bien por arriba parece un Puerco espín, por la trabazón de todas sus partes pero se debe creer, y entender que llevan cortes”.
En cuanto a las calzadas, albarradones y albarradas así como en los acueducto de Xochimilco “…en ese acueducto en lo interior del caño dispusieron una gruesa capa de mezcla con tezontle, la que a la vista se presenta tan sólida, que no se diferencia de la piedra muy dura que aquí se conoce por Tenayuca…” (capillas compuertas). Sistema de construcción; cimientos profundos más bien que anchos, sobre estacados de 1.20 a 1.60 mts. de longitud, construcción de piedra revestida con sillares regulares de tezontle o todos de tezontle, cercos de cantería en puertas, techos de vigas de oyamel y aun algunas veces de cedro, terrado grueso hasta 0.60 y enladrillado formando azotea para las bóvedas. el tezontle es una piedra espumosa volcánica, que al enfriarse conservó los gases en su interior, por lo que tiene abundantes huecos; tiene la ventaja de ser inalterable a los ácidos, a la humedad y sobre todo al salitre. Los muros elaborados con este material adquieren gran dureza con el tiempo y sus colores principales son el rojo y el negro. Ni hay que tratar del albarrada que se hizo en México, y la cerca de gran parte del Valle de Toluca, siendo para guarda de los ganados de los españoles, de que reciben en sus sementaras inestimables daños; y la albarrada, según me dijeron algunos españoles, fue sin efecto alguno.
Convocose toda la tierra y vinieron de treinta y cuarenta legua: hízose a costa delos indios, aunque ninguna cosa le s importaba, ya que fuera de provecho; y siempre es así, que no basta que ponga su trabajo y su comida, todo sin paga, sino que también traen y pagan todos los materiales de su casa para estas obras pública y otras semejantes; y fue gasto inestimable así de gente como de su pobre y miserable hacienda. Ponían y compraban la tierra, la piedra y estacas, de manera que el trabajo y la costa y las vigas ponían, sin serles a ellos la obra necesaria; y aprecian lo que en esto se gastó en trescientos mil ducados.
Dicen que paso de dos millones la gente de albañiles que se ocupó, porque es muy larga la calzada, y duro la obra cuatro meses o poco menos, y cada día andaba grandísima cantidad de gente. Andando todo el día metidos en el agua y el lodo y al frio, y el trabajo era demasiado, sin tener de noche ni de día con que abrigarse; y así volvían a sus casas al cabo de semana de desconcertados, y se enfermaban del quebrantamiento: murió infinita gente.
En este siglo, José Antonio Álzate —en varios de sus trabajos— describe al tezontle de una forma por demás interesante. En uno de sus ensayos hace una crítica de su uso, pues para él este material no era muy bueno para la construcción; en 1767, al referirse al sistema volcánico del valle de México, dice: Lo interior de estos cerros es una materia tan extraña a todos (por no hallarse más de en ellos) que reflexionando con algún cuidado, se conoce no ser más de un barro quemado o calcinado. Quien hubiese visto el que un ladrillo, puesto en fuego de reverbero se vuelve un verdadero tezontle (que es como le llaman al material de esos cerros) no extrañará la conjetura. El que este tezontle no sea piedra, se prueba con la ninguna firmeza que adquiere en los edificios; pues aunque dicen ser muy bueno, es llevado únicamente de su ligereza contra el dictamen de sus autores de arquitectura que asientan el que para los edificios, la piedra ha de ser la más compacta que se hallare por lo que reprueban la piedra pómez, que en su ligereza y fragilidad es tan parecida al tezontle y la debilidad de los edificios de México pues los más están con vasas depende más de la fragilidad del tezontle que del terreno a que regularmente atribuyen los defectos que acontecen en ellos. El tezontle, si fuera piedra, adquiriera en los edificios aquella firmeza que todo lo que es verdadera piedra adquiere pasados algunos años; y es evidente que el tezontle que se halla en los edificios antiguos de más de un siglo, se halla tan débil como el día que lo colocaron.
En cuanto a las bóvedas y la bóveda inferior donde estaban colocadas las compuertas y donde pasaban las aguas de un lago a otro., refiere un sistema constructivo para bóvedas, donde un betón formado con tezontle y cal hidráulica forma un buen aglutinante. Las bóvedas: [...] de los salones de los impresos, se hallan dispuestas de manera que la parte baja, y los arcos que unen las dos partes, en el intermedio de dos tragaluces, sean de piedra tallada, así como las platabandas que unen entre sí dos arcos consecutivos. De esta manera quedaría formado el esqueleto de la bóveda, es decir, la parte que debe tener una mayor resistencia, el resto se llenará de betón hecho de tezontle y cal hidráulica, lo cual facilitará la formación de los casetones en donde han de colocarse las pinturas, que se conservarán mejor, debido á que la humedad no podrá trasmitirse á causa de la hidraulicidad de la cal. Bóvedas La bóveda representó un elemento de gran tecnología en la época colonial, refiere Jorge A. Rojas ; las hubo de cañón corrido, se utilizaban los bloques de tezontle a manera de sillares lo que muestra que este material era usado como elemento estructural. En la cimentación se emplea piedra densa con el propósito de impedir el paso y ascenso de las aguas subterráneas; en cambio, en el muro superior se usa piedra porosa y de poco peso para reducir los asentamientos y los efectos sísmicos. Se obtiene así la mampostería ligera, el antecedente histórico del concreto ligero que con tanto ahínco pretende perfeccionar el ingeniero actúa
“…Todo el Albarradon y su calzada están levantados sobre estacas de vara y media (1.25) a dos varas (1.67) y de cuatro a seis pulgadas de grueso (0.10 a 0.16)…” El uso del tezontle en los muros es diferente según el caso. En algunos el relleno era de este material y se recubría con sillares del mismo. En otros casos, el relleno era de este material, pero el recubrimiento final era de otro material, como la cantera, o el aplanado de cal. Algunos de los muros exteriores o interiores de los edificios coloniales estaban construidos con dos tipos de piedra. En la parte inferior se colocaban sillares de piedra dura que podía ser recinto o de otro tipo, y en la mayor parte del muro se colocaban piedras de tezontle En muros, el tezontle también era revestido con chapa de cantera en bóvedas o en torres.
Bibliografía
-García de Cortázar, J.A.; Sesma Muñoz, J.A. La Edad Media: una síntesis interpretativa. Madrid: Alianza Editorial, 1998. P. 681. ISBN 84-206-2894-8
-García Samper María de la Asunción. El Albarradón de Acalhuacan o de Cristo Rey de Ecatepec. Ed: H. Ayuntamiento de Ecatepec de Morelos. INAH. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, 1991.
Garcia Samper, Maria de la Asunción y José Manuel Marmolejo Delgado.El Albaradon de Acalhuacan una historia nunca contada. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2016.
-Galindo y Villa, Jesús, Apuntes de órdenes clásicos y composición de arquitectura, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, 1898 the University of California, 366 pages.
-Rodríguez Morales Leopoldo. La práctica constructiva en la Ciudad de México. El caso del tezontle, siglos XVIII-XIX.
-Gamio Manuel, La población del valle de Teotihuacan, vol. 1, México, Talleres Gráficos, 1992, t. I, p. LXIII
-Morelos García, Noel, Proceso de producción de espacios y estructuras en Teotihuacán, México, INAH (Científica), 1993, pp. 81 y 109
-Mardith K. Schuetz (trad., introd. y notas), Architectural Practice in Mexico City. A Manual for Jorneyman Architects of Eighteenth Century, Tucson, The University of Arizona Press, 1987, p. 84.
-José Antonio Alzate Ramírez, Gacetas de literatura de México, vol. 2, México, Puebla, reimpr. en la oficina del hospital de S. Pedro, 1831, p. 169.Zorita de Alonso, Los señores de la Nueva España, Imprenta universitaria México, 1942, pgs. 147-148.
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-Anza Antonio M., “Memoria sobre un proyecto de biblioteca”, de 1872
-Archivo de la Antigua Academia de San Carlos, Facultad de Arquitectura-UNAM. Clasif. 7136
-Sin autor. Sitio en Internet: http://www.palaciomineria.unam.mx/bovedas.html; consultado en julio de 2016.



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