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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los terremotos tienen consecuencias devastadoras para la salud del ser humano

El impacto de los terremotos sobre la salud es devastador. Así lo detalla un exhaustivo informe que se publica hoy en The Lancet y en el que también se analizan los


El impacto de los terremotos sobre la salud es devastador. Así lo detalla un exhaustivo informe que se publica hoy en The Lancet y en el que también se analizan los desafíos planteados por estos desastres naturales.

El documento ha sido realizado por el equipo de Susan A. Bartels, del Beth Israel Deaconess del Centro Médico de Boston, y por Michael J. Van Rooyen, del Hospital Brigham and Women (EE.UU.). Los autores destacan que debido a que los terremotos afectan, con frecuencia, a zonas urbanas con deficientes normas estructurales, «esto se traduce en altas tasas de mortalidad y un gran número de víctimas con lesiones traumáticas que, a menudo, requieren atención médica en cuidados intensivos en un momento en el que las capacidades médicas locales y regionales han sido parcialmente interrumpidas. Muchos de los pacientes que sobreviven a estas lesiones se enfrentan a complicaciones posteriores que conducen a la morbilidad y la mortalidad».
Lugares peligrosos.

Solamente en la última década, los terremotos han causado más de 780.000 muertes, lo que representa casi el 60% de la mortalidad relacionada con los desastres naturales; solo la crisis del tsunami de 2004 se cobró más de 200.000 vidas. Muchas de las ciudades más pobladas del mundo están situadas encima de fallas: Los Ángeles, Tokio, Nueva York, Nueva Delhi y Shanghai. Es decir, millones de personas podrías estar expuestas a los efectos de los terremotos.
Los seísmos, al destruir instalaciones médicas, carreteras y puentes, además de interrumpir las cadenas de suministros médicos, crean una gran necesidad de atención médica y quirúrgica compleja difícil de satisfacer. Un terremoto de gran magnitud podría poner en situación de riesgo a un porcentaje de la población que oscilaría entre el 1% a un 8%; según el informe, aunque la tasa mortalidad y de lesiones sería muy variable, podría ser de 1:3. Es decir, habría muchas víctimas en un primer momento.

A las pocas horas del seísmo se produciría un segundo pico de mortalidad: las personas con graves lesiones, como laceraciones del hígado o del bazo, fracturas de pelvis, y hematoma subdural mueren.

Por último, explican los autores del trabajo, un tercer pico se produce en los días o semanas después del terremoto. Las personas con sepsis y fallo multiorgánico mueren. Además, aquellos sujetos con enfermedades crónicas como diabetes y enfermedades del corazón sufren un mayor riesgo de muerte, debido a la falta de acceso a los medicamentos.
Aplastamiento.

Según el informe, entre un 2% y un 15% de la población puede sufrir lesiones por aplastamiento, lo que a su vez puede conducir a problemas en los riñones y amputaciones. La mitad de los pacientes con síndrome de aplastamiento desarrollan insuficiencia renal, y necesitan diálisis. La mortalidad de las personas con insuficiencia renal en la configuración del terremoto oscila entre un 14% y un 48%. En general, las lesiones músculo-esqueléticas más comunes tras un terremoto son las laceraciones (65%), las fracturas (22%), y las contusiones o esguinces (6%).

Por ejemplo, después del terremoto ocurrido en 1994 en Northridge (California), los ataques cardiacos aumentaron en un 35% la semana después del terremoto de. Tras el terremoto de Japón de 1995, la presión arterial sistólica y diastólica aumentó durante 2 semanas en los pacientes ancianos.

Una vez que la respuesta al terremoto inicial ha disminuido, muchas personas son obligadas a abandonar lo que eran sus hogares, elevando así otras emergencias sanitarias. El hacinamiento en refugios improvisados pueden desencadenar epidemias de enfermedades infecciosas. Sin embargo, los medios de comunicación a menudo sobreestiman el papel de los cadáveres en los brotes de estas enfermedades. La única situación documentada en la que los cadáveres han sido la causa de a propagación de infecciones a la población en general ha sido en los brotes de cólera.

Los problemas de salud mental también son comunes después de los terremotos; la depresión puede tener una alta prevalencia (con informes que van desde el 6% al 72%). Tras el terremoto de Turquía de 1999, el 17% de la población tenía pensamientos suicidas. También es muy común el estrés post-traumático también es común.

Los niños y los ancianos son las personas más expuestas a las consecuencias de un terremoto. La población infantil tiene un mayor riesgo de sufrir lesiones y de fallecer durante los terremotos que los adultos. De hecho, los pacientes pediátricos puede ser preponderantes después de terremotos de gran magnitud: en Haití, el 53% de los pacientes eran menores de 20 años y el 25% eran menores de 5 años. En cuanto a los ancianos, están en mayor riesgo que la población general, ya que no reaccionan con rapidez y en ocasiones no son capaces de abandonar sus hogares.

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