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jueves, 7 de septiembre de 2017

El Telégrafo


Un telégrafo es una máquina que se emplea para transmitir información codificada mediante señales eléctricas. Estos dispositivos se caracterizaron en su época por la velocidad para la transmisión de los datos y por la distancia que eran capaces de alcanzar, aunque con el avance de la tecnología quedaron obsoletos.
A lo largo de la historia se desarrollan diferentes telégrafos. En 1833, luego de varias iniciativas que tuvieron éxito en distintas partes del mundo, Johann Carl Friedrich Gauss y Wilhelm Eduard Weber crearon una línea telegráfica en Gotinga (Alemania) que permitió transmitir señales en una distancia de 1200 metros.
Por aquellos años, Pavel Schilling también consiguió transmitir información entre dos telégrafos ubicados en distintos ambientes de su casa. Luego amplió su experimento a pedido de las autoridades rusas y realizó un tendido de cables en San Petersburgo.
El telégrafo de Samuel Morse fue uno de los más conocidos. Junto a Alfred Vail, este inventor y artista desarrolló un código compuesto por espacios, rayas y puntos que hoy se denomina Código Morse y que se utiliza para transmitir mensajes. Con el apoyo del gobierno estadounidense, Morsefomentó la instalación de líneas telegráficas.
El telégrafo eléctrico, poco a poco, se extendió por Norteamérica y por diversas regiones europeas. El siguiente paso de la evolución del dispositivo fue instalar cables submarinos que, en 1858, incluso lograron cruzar el océano Atlántico.
Uno de los inventos más interesantes dentro de esta carrera que impulsó a tanta gente a conseguir la transmisión de información a larga distancia fue el telégrafo impresor de Hughes, que lleva el apellido de su creador, el músico y físico David Edward Hughes, de origen británico. En el año 1855, mientras trabajaba en la creación de un dispositivo que le permitiera imprimir cada nota musical que tocaba en un teclado, dio con este peculiar y avanzado telégrafo, el cual patentó inmediatamente.
A simple vista, el telégrafo de Hughes se asemeja a un pequeño órgano musical con una serie de carretes y engranajes en su parte posterior; y esto no dista tanto de su verdadero funcionamiento, ya que también permite cumplir el objetivo original de su creador, aunque gracias a la inclusión de una tecla para alternar entre letras en mayúscula y minúscula (similar a la que hoy en día denominamos “Mayúsculas” o “Shift”) era posible transmitir mensajes de texto completos, los cuales se imprimían en el punto de recepción haciendo uso de una larga tira de papel.
Hughes intentó comercializar su producto en Norte América, pero la patente del telégrafo allí pertenecía a Samuel Morse; esto lo llevó a probar en Inglaterra, aunque nuevamente lo rechazaron, y finalmente tuvo éxito en Francia. Allí fue puesto a prueba durante un año, y luego adquirido por el propio presidente de la Segunda República Francesa, Napoleón III Bonaparte, quien lo condecoró con la medalla de “Caballero”.
En comparación con el telégrafo de Morse, el de Hughes era mucho más veloz, pues daba la posibilidad de transmitir más del doble de palabras por minuto. Por otro lado, permitía la impresión haciendo uso de caracteres normales, lo cual anulaba la necesidad de la traducción antes de ser leído por los destinatarios. Esto no significa que el proceso fuera accesible a cualquier usuario, ya que su operación requería la presión frecuente de un pedal y presentaba ciertas dificultades a la hora de ingresar caracteres que estuvieran muy próximos.
Cabe destacar que distintos periódicos han sido bautizados como “El Telégrafo”, inspirados en el alcance del dispositivo para transmitir información. Existen diarios llamados de esta forma en Ecuador y en Uruguay, por ejemplo.
El concepto también aporta el nombre a un hotel en Cuba y a una marisquería en España, entre otros establecimientos comerciales.

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