La capital del país es una de las ciudades de mayor crecimiento de Airbnb a nivel global y los anfitriones mexicanos se dan vuelo. El problema es que no todos están contentos.
Cuando Elvira Fernández decidió convertir su departamento en la Ciudad de México en un espacio de alquiler temporal con la ayuda de Airbnb Inc., nunca se imaginó que cobraría hasta 50 por ciento más de lo que ganaría alquilándolo a largo plazo.
Fernández tiene una larga lista de razones por las que Airbnb es su mejor apuesta: no tiene que lidiar con abogados, avales, rentas no pagadas o malos inquilinos. Recibe el dinero a tiempo, directamente de Airbnb, y puede cancelar inmediatamente una reservación si un visitante se comporta mal. Aunque no ha tenido que recurrir a eso, ya que su experiencia hasta ahora ha sido casi perfecta.
“Mi primera renta fue una pareja que se quedó por mes y medio, así que he tenido mucha suerte”, dijo la historiadora de 39 años de edad por teléfono desde la Ciudad de México. Al principio pensó que sería difícil conseguir clientes porque su departamento está en un suburbio residencial, lo cual no es exactamente un imán para turistas. Pero no fue así. “Ya tengo mi departamento reservado de enero a mayo del año que viene. ¡Imagínate! Es dinero garantizado”.
Airbnb ha notado el éxito de los propietarios como Fernández. La plataforma para compartir viviendas ha puesto la mira en la capital mexicana como su próximo gran mercado después de que sus negocios casi se triplicaron en 2016, convirtiéndola en la ciudad de más rápido crecimiento de la compañía.
NUEVO ENFOQUE
Airbnb abrió sus primeras oficinas en la Ciudad de México a principios de este año y, en una medida que sorprendió a muchos, trató de evitar las críticas que le han ocasionado problemas en otras partes del mundo acordando con el gobierno local recolectar y transferir un impuesto de alquiler del 3 por ciento.
Anunciado el mes pasado, el nuevo impuesto es igual a lo que los hoteles pagan en la ciudad. En lo que se ha visto como una especie de caso de prueba, la compañía se anticipó a los múltiples problemas legales a los que se ha enfrentado en otras ciudades como Nueva York y Barcelona y trató de dar a las autoridades y asociaciones hoteleras más de lo que anhelan: regulación.
“Tenemos números bastante grandes en México”, dijo Nathan Blecharczyk, cofundador de Airbnb y jefe de estrategia en una entrevista en San Francisco, California. “Compartir la vivienda es muy popular allí y el gobierno local está entusiasmado con los beneficios que podemos aportar”.
La compañía registró más de 1.5 millones de visitas al país a través de su plataforma de junio de 2016 a mayo de 2017, dijo. Los viajes dentro de México aumentaron en los primeros meses de este año, ya que la depreciación del peso abarató para los extranjeros venir a disfrutar de las famosas playas del país, al tiempo que desalentó a la población local de viajar al extranjero.
El impuesto de 3 por ciento es el primero en su tipo en América Latina y la compañía está estudiando si puede hacer lo mismo en otras ciudades. “Queremos lograr el equilibrio adecuado entre los gobiernos y nuestros usuarios”, dijo Blecharczyk. “Si hay preocupaciones, podemos trabajar juntos”. Si eso será suficiente para atender las preocupaciones de los grupos hoteleros o no, es otra cuestión.
Si bien Alberto Albarrán, director general de la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México, aceptó que la medida es “positiva”, consideró que tampoco es suficiente. “Todavía tenemos que pagar licencias, permisos, seguro social, impuesto sobre la renta, alarmas contra incendios, alarmas sísmicas y nóminas, sólo por nombrar algunas cosas”, dijo en una entrevista en su oficina. ¿La respuesta de Blecharczyk? “Siempre habrá un grupo de presión poderoso que quiera más”.
NO ES UN HOTEL
Airbnb puede considerarse una de las compañías hoteleras más grandes del mundo, valorada en 31 mil millones de dólares por los inversionistas, pero no posee habitaciones de hotel. El sitio web para compartir viviendas cobra una comisión de 6 a 12 por ciento de lo pagado por los huéspedes, además de una pequeña tarifa que cobra a los anfitriones. La empresa no tiene gastos relacionados con el mantenimiento y limpieza de las propiedades.
Airbnb nació como una idea a finales de 2007, cuando Brian Chesky, Nate Blecharczyk y Joe Gebbia crearon un sitio web sencillo que ofrecería a los asistentes a conferencias colchones inflables en los departamentos locales. El sitio tuvo un puñado de usuarios ese año. Ahora, una década después, tiene presencia en más de 191 países y ha hospedado a más de 180 millones de personas.
También es considerada una de las compañías hoteleras más valiosas del mundo, superando a Hilton Worldwide Holdings Inc. y Accor Hotels en Europa, por valor.
El meteórico crecimiento de Airbnb se debe a una convergencia de avances tecnológicos y sociales. En 2009, Apple comenzó a permitir que otras empresas desarrollaran aplicaciones para el iPhone. Al mismo tiempo, Amazon comenzó a permitir que las empresas nuevas almacenaran cantidades masivas de datos a bajo costo. El crecimiento explosivo de Facebook animó a la gente a confiar en extraños en internet. La idea de quedarse en casa de un extraño ya no parecía tan inusual.
En México, donde la tasa de homicidios es la más alta desde al menos 2001, Airbnb aún no ha enfrentado retos adicionales debido al aumento de la violencia y confía en los controles de seguridad establecidos en todo el mundo para alertar a los viajeros sobre colonias peligrosas y anuncios poco confiables, dijo Blecharczyk.
“Nos ha servido bien en México”, aseguró. La compañía ahora cuenta con 73 mil propiedades registradas en el país. El estado más popular es Quintana Roo, sede de destinos de fama mundial como Cancún, Playa del Carmen y Tulum, seguido por la Ciudad de México, Jalisco y Baja California Sur, sede de Los Cabos.
“México tiene hermosas ciudades patrimonio, gran historia y ruinas, pero tal vez no una gran infraestructura para apoyar el turismo”, resaltó Blecharczyk. “Ha habido mucho interés en promover destinos nacionales y Airbnb es una gran manera de hacerlo. Puede ayudar a expandir el turismo de manera sostenible y a que la gente aproveche la oportunidad económica”.
OFERTA LIMITADA
Durante años, la empresa ha enfrentado la presión de los gobiernos que dicen que su plataforma de compartir propiedades afecta la oferta de viviendas, que ya es escasa en muchas ciudades populares, proporcionando a los propietarios incentivos para convertir los departamentos en hoteles ilegales.
Hasta hace poco, la compañía había adoptado una postura combativa ante algunos reguladores municipales, oponiéndose a la idea de que los anfitriones debían registrar sus departamentos ante los funcionarios locales.
En mayo Airbnb resolvió disputas de larga data con los gobiernos municipales de Nueva York y San Francisco, dos de sus mercados más lucrativos. En San Francisco, aceptó pedir a los anfitriones registrar sus propiedades de alquiler ante las autoridades municipales. En Nueva York, avaló permitir que sus anfitriones alquilaran solamente una propiedad a la vez: la casa en la que viven.
Eso es lo que hace que el impuesto de 3 por ciento de la Ciudad de México se destaque. La compañía evitó un problema al que probablemente sabía que se iba a enfrentar y ofreció una solución desde el principio.
“Por lo menos ahora existe la percepción de que quienes alquilan sus propiedades a través de Airbnb pagan lo mismo que los hoteles”, dijo Alberto Miranda, socio de Deloitte México que se especializa en servicios fiscales y legales. Para el gobierno, dijo, ahora están teniendo una nueva fuente de ingresos, por lo que es una situación en la que todos ganan.
Sin duda, todavía podría haber algunos contratiempos fiscales, dijo Bernardo Reyes-Retana, abogado de González Calvillo Abogados. Por ejemplo, realmente no hay manera de que el gobierno sepa cuánto gana cada anfitrión con alquilar sus habitaciones o departamentos.
“Es muy fácil para los usuarios de Airbnb no cumplir con las obligaciones fiscales que exige esa actividad”, dijo Reyes Retana en una entrevista en la Ciudad de México. El tema no es responsabilidad de Airbnb; la empresa no tiene que ver con los impuestos que los anfitriones deben pagar por sus ingresos adicionales. Simplemente tiene un aviso que recuerda a los anfitriones que son responsables de pagar los impuestos debidos, y recomienda que revisen la legislación y reglamentos locales.
“Se ha convertido en una herramienta muy conveniente para la gente, y su auge ha sido tal que la legislación mexicana se ha quedado corta”, dijo Reyes-Retana. En el caso de Fernández al menos, ha consultado a expertos en impuestos para entender cuáles son sus obligaciones y qué hacer al respecto. Ella quiere asegurarse de que cumple con la ley para que pueda seguir haciéndolo. “Me gusta irme a dormir en paz, por eso pago mis impuestos”, dijo. “Airbnb me permite mantener el control de mi propiedad y creo que es un paso hacia la modernidad”.
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