Y entre los dos sexenios, el calderonista y el peñista, el hilo conductor en ese jugoso negocio de los reclusorios se llama Genaro García Luna
El expediente que abrió ayer en Palacio
Nacional el presidente López Obrador, con la exhibición de los
contratos privados para la operación de Centros de Reclusión Federal en el
territorio nacional, pasa no sólo por el modelo de negocio que hicieran en el
sexenio de Felipe Calderón de la mano de su secretario de
Seguridad, Genaro García Luna, en el que se otorgaron contratos por
asignación directa a poderosos empresarios de México con apellidos por todos
conocidos: Slim, Vázquez Raña, Gerard y otros más, sino también por la
continuidad que ese mismo modelo de negocios público-privados, tuvieron en el
sexenio del presidente Enrique Peña Nieto.
Los 8 contratos que mostró ayer, por
indicaciones presidenciales, la Secretaria de Seguridad y Protección
Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, y que explicó el consejero Jurídico de la
Presidencia, Julio Scherer Ibarra, si bien se firmaron todos en el sexenio
calderonista, su aplicación, construcción y operación, incluso los pagos
millonarios que recibieron los empresarios concesionarios, se continuaron en el
gobierno de Enrique Peña Nieto, donde ese esquema siguió operando y le fue
“encargado” por el ex presidente priista a otro expresidente de la República: Carlos
Salinas de Gortari.
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Porque los costos de operación millonarios
que ayer se mencionaron en Palacio, de los que el gobierno federal ha tenido
que pagar a los concesionarios de los 8 centros penitenciarios privados de
Sonora, Guanajuato, Durango, Oaxaca, Morelos y Michoacán, se erogaron en su
mayor parte en el sexenio de Peña Nieto y se han tenido que continuar en el
actual. La propia Rosa Icela dice que, en los últimos 9 años, es decir 1 de
Calderón, 6 de Peña Nieto y dos de la actual administración, se han pagado 75
mil 661 millones de pesos, correspondientes apenas al 36% del pago total de
esos contratos a los que todavía les resta pagar 190 mil 638 millones de pesos,
según proyecciones aproximadas, hasta 2036 o 2037.
Es decir que, aunque el esquema y los
contratos que ayer denunciaron en la conferencia del Presidente y que ahora se
propone “renegociar” el gobierno de López Obrador con los concesionarios
privados por considerarlos abusivos, se idearon y firmaron en el sexenio de
Felipe Calderón, fue en realidad en el gobierno de Peña Nieto donde el
millonario negocio que representa ese modelo, realmente tuvo lugar. Y entre los
dos sexenios, el calderonista y el peñista, el hilo conductor en ese jugoso
negocio de los reclusorios se llama Genaro García Luna.
En esta columna publicamos exactamente hace
un año, el 21 de enero de 2020, cómo García Luna operó en el sexenio peñista
para seguir explotando el negocio de los reclusorios privados y cómo
fue él quien le vendió la continuación del esquema al gobierno de Peña Nieto.
Sólo que ese esquema Peña lo delegó para su operación y asignación de los
contratos al expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien era el encargado de
decidir a qué empresarios se les mantenían los contratos ya existentes o a
quienes se les otorgaban nuevos contratos. Decíamos en aquellas Serpientes y
Escaleras del año pasado:
“Si en el tema petrolero Lozoya fue el operador
incondicional colocado por el mismo Salinas para manejar todos los contratos de
Pemex, con sus respectivos negocios y comisiones, en el tema de seguridad
García Luna fue quien diseñó el modelo de construcción de reclusorios
concesionados a grandes empresarios que, a cambio de un contrato millonario del
gobierno federal, pagaban una generosa comisión que era repartida entre las dos
cabezas principales: el presidente y el expresidente.
Hay huellas claras, incluso testimonios de
empresarios que participaron en dicho esquema, que afirman que, para obtener
cualquier contrato, en el tema petrolero o de seguridad, se tenía que obtener
el aval del exmandatario, a quien tenían que ir a ver personalmente y negociar
con él los términos si querían ser considerados para la asignación de dichos
contratos públicos.
En el caso de los reclusorios, una fuente
que participó de ese esquema y que obtuvo un contrato, asegura que él supo por
lo menos de 7 reclusorios asignados para su construcción y operación a grandes
empresarios mexicanos, varios de ellos propietarios de compañías importantes y
hasta de medios de comunicación. Cada contrato para un reclusorio era cercano a
los 7 mil millones de pesos y el negocio era redondo para todos: el empresario
ganaba porque con el respaldo del gobierno y el presupuesto federal obtenía
fácilmente créditos de grandes bancos para financiar la obra, incluidas las
generosas comisiones que tenía que entregar al expresidente a cambio de
palomear su nombre para la concesión.
Cuenta el empresario, cuya identidad pidió
no revelar, que en el proceso de negociación con el exmandatario, había varias
reuniones en su casa del sur de la ciudad y cuando todo estaba listo, solía
llamar para decir en clave: 'Está listo el tema, no te olvides de mandar el
vehículo', con lo que se refería al dinero que era repartido entre los dos
grandes beneficiarios de este esquema de corrupción al más alto nivel”.
Hoy que el expediente de esos contratos,
todos ellos legales y basados en el modelo de reclusorio dictado por las normas
de la ONU para el tratamiento con dignidad y con espacios y apoyos
necesarios para las PPL o “personas privadas de la libertad”, es puesto sobre
la mesa por el gobierno de López Obrador, sería bueno que no limitaran su
investigación, negociación y posibles cambios a los contratos que Scherer
calificó de “abusivos” en varias de sus cláusulas, y que no se limite al
sexenio calderonista ni se dejen llevar solo por el hígado presidencial que
quiere forzosamente acusar de algo a su “villano favorito”, Felipe Calderón,
sino que el tema se amplíe al sexenio de Peña Nieto, donde se hizo el verdadero
negocio millonario, de la mano de Carlos Salinas y con algunos de los
empresarios más ricos de este país, varios de ellos salinistas de origen y
que hoy son amigos y aliados cercanos de López Obrador. Veremos hasta
dónde llega la caja de Pandora que ayer abrieron en Palacio Nacional y que
apunta a la “corrupción de alto nivel” en los últimos dos sexenios.
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