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miércoles, 18 de marzo de 2020

Sistemas Hidráulicos de la Cueca de México



María de la Asunción García Samper
Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.
Hector Miguel Robinson Fuentes
Instituto Nacional de Antropologia e Historia.

El último periodo prehispánico, antes de la llegada de los españoles, el lugar mejor representado para nuestros fines es la ciudad lacustre de México-Tenochtitlan de la que hablaremos para ejemplificar algunos de los elementos de obras hidráulicas que se encuentran en la Cuenca y en este momento los ejemplos ilustran mejor lo que, en el desarrollo del presente trabajo, conviene. (García Samper, Asunción y Héctor Miguel Robinson Fuentes. Economía y Sociedad en la Región de Ecatepec-Chiconautla: épocas prehispánica y colonial. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 20115.)

En esta ciudad, las comunicaciones se realizaban inicialmente mediante canoas, aunque una vez lograda cierta estabilidad económica, a nuestros antepasados les fue fácil construir una serie de calzadas que comunicaban a las islas con tierra firme. Además, los arquitectos texcocanos desarrollaron dichas calzadas, con una doble función: la de comunicar áreas, y la de controlar el paso del agua, pues fungían como una especie de diques. Amplias y largas avenidas (calzadas) que se extendían hasta tierra firme. (García Samper, Asunción y Héctor Miguel Robinson Fuentes. Economía y Sociedad en la Región de Ecatepec-Chiconautla: épocas prehispánica y colonial. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 20115).

Los canales se usaban para el transporte con barcas hechas de totoras. Plano 1 de la ciudad de México. Los sistemas de albarradas, albarradones, Calzadas y puentes que protegían la ciudad. Fuente: AGN.)

Había barcazas para la recolección de desperdicios y otras para la recolección de excremento, que era utilizado como abono en las chinampas. Los canales se cruzaban por puentes de madera que de noche eran retirados, como forma reguladora de las corrientes del lago y como estrategia militar. A pesar de que el lago de Texcoco era salado, la ciudad estaba rodeada de agua dulce gracias a los diques construidos por los habitantes y que permitían concentrar ahí el agua que desembocaba de los ríos que alimentaban al lago. La ciudad de Tenochtitlán contaba con dos acueductos que tenían dos canales, que Bernal Díaz del Castillo ( Díaz del Castillo, Bernal. Historia de la Conquista de la Nueva España. Ed. Porrúa, Colección Sepan Cuantos. México, 1974.) describe como "del ancho de un buey". Esto permitía mantener un canal en operación en tanto se le daba mantenimiento al otro.

Por otro lado, los albarradones, estos tenían la función de contener las aguas para evitar que la ciudad se inundara con las crecidas de los lagos ubicados a mayor altitud. Debe recodarse que la ciudad de Tenochtitlán se localizaba en una serie de islotes en el extremo occidental del lago de Texcoco, de tal forma que al derramar los lagos más altos (Zumpango, Xaltocan, Chalco y Xochimilco) sus excedentes en el lago central, esta sobrepasaba sus límites y ponía en riesgo a los poblados y ciudades de las riberas. (García Samper, Asunción y Héctor Miguel Robinson Fuentes. Economía y Sociedad en la Región de Ecatepec-Chiconautla: épocas prehispánica y colonial. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 20115.
) Debido a esto, fue que se realizaron obras de ingeniería hidráulica para controlar la situación. (Plano 2 del siglo XIX con toda la región de los lagos. Fuente: Memorias de las Obras del Drenaje Profundo del Distrito Federal, 1975.

Las islas de Tenochtitlán y Tlatelolco estaban surcadas por innumerables canales y acequias que hacían las veces de calles por donde sólo se podía circular en canoa. Había también acequias y canales que estaban complementados por estrechas veredas de tierra firme que corrían paralelas. Finalmente, había otras que solo eran de tierra. Sin lugar a dudas, el terreno que los habitantes habían ganado al agua determinó las formas de vialidad interna de la isla, una red abigarrada de canales, acequias y zanjas de diversos tamaños atravesaban su superficie, los más de ellos de cauce irregular. (García Samper, Maria de la Asuncion y Héctor Miguel Robinson Fuentes, Hidrología Humana en la Región Norte de los Lagos de la Cuenca de México, Época prehispánicas, colonial y Actual. Edit. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2015.)
En contraste estaban las calzadas construidas precisamente para salvar las condiciones lacustres de la isla, eran rectas, anchas y de varios kilómetros de longitud. Servían para agilizar la circulación de hombres y de mercancías que por su volumen no podían trasladarse por agua. Estas calzadas tenían una extensión considerable y fueron edificadas con el concurso de grandes contingentes de trabajadores. Eran obras de ingeniería muy sofisticadas, que consistían en la construcción de vías anchas y lo suficientemente altas para salvar la superficie acuática. Algunas de estas calzadas llegaban a tener un ancho de hasta 20 metros.

Las principales calzadas de la ciudad de México-Tenochtitlán fueron 4, la de mayor tráfico fue la de Iztapalapa hacia el sur, comunicada con las importantes poblaciones sureñas de Coyoacán, Churubusco y Xochimilco-Chalco. Al poniente se encontraba la de Tacuba. Hacia el norte salía una calzada de poca longitud que se interrumpía en la acequia de Tzontalli, para después conectarse con la calzada del Tepeyac. Finalmente, hacia el oriente había una calzada igualmente corta que remataba en un embarcadero, el de Tetamazolco que servía de comunicación con el importante señorío de Texcoco.

Una de las actividades más importantes a las que se dedicaban los mexicas era la agricultura que se realizaba en chinampas, un método de cultivo sumamente productivo que permite explotar al máximo pequeñas porciones de terreno con un rendimiento muy alto. Para los pobladores de una isla con tierras escasas y poco fértiles, el método de cultivo resultó vital para su sobrevivencia. Si bien en la época de mayor florecimiento de la ciudad las actividades que sostenían su economía no se reducían a la agricultura, sino que incorporaron la producción artesanal y el comercio, lo cierto es que ella formaba parte importante y complementaria de sus formas de subsistencia. ( Corona Sánchez, Eduardo. Chinampa, Metepancles, Caanche: tres sistemas de producción agrícola Prehispánico. En: Revista Cuicuilco. ENAH. México, 1981.)

Los campesinos viven en las chinampas en donde cultivan sus alimentos. Sus terrenos colindan con canales y acequias que en gran número surcan la ciudad, de tal manera que los accesos a sus casas son por vía acuática. Dispuestos en varios puntos de la ciudad se encontraban varios embarcaderos, entre ellos uno situado en la Lagunilla, pues una parte importante del transporte se llevaba a cabo por medio de canoas, tanto para las comunicaciones internas y el servicio de las casas, como para las que se establecían con los pueblos aledaños. La ciudad siempre estaba llena de innumerables canoas que entraban y salían sin cesar.

Durante la colonia los españoles no solo hicieron caso omiso de los albarradones hechos por la mano indígena, pues desconocían las características del medio geográfico en donde se asentaba la ciudad doble de México Tenochtitlán y México Tlatelolco, y aún más, durante el asedio de la ciudad lacustre se destruyó una de las barreras más importantes, para dar paso a los bergantines durante tal evento. ( Armijo Torres, Ricardo. Arqueología e Historia de los sistemas de agua potable para la ciudad de México durante la época colonial: los acueductos de Santa Fe y Chapultepec. Tesis Licenciatura en arqueología. ENAH. México, 1994. p. 45.) Con el paso del tiempo, también sufrieron las inundaciones y tolvaneras que se sucedían año tras año, por no conocer el sistema anual de los lagos ni la tecnología para tratarlos como los indígenas, además de deforestar los campos y montes de los alrededores para satisfacer sus necesidades de madera, provocando la erosión respectiva de la Cuenca.

Los Materiales Constructivos
Las descripciones de los cronistas sobre los acueductos, albarradones y calzadas nos dan una idea de cómo se construían éstos y los materiales utilizados. En el acueducto de Chapultepec y el del Tepeyac, construidos en el siglo XIV y XVIII respectivamente, se utilizó el barro en los caños, en el acueducto de Acuecuexco “piedra pesada” y “ligera” y estacas de madera, deberá incluirse también la cal ya que la conocían y usaban para sus templos. ( Códice Osuna. Reproducción facsimilar de la obra del mismo título. Editada en Madrid 1878, Archivo. México, Instituto Indigenista Interamericano.)

El sistema también pudo haber sido semejante a los usados en los templos, es decir, dos muros de piedra unidos con cal y en medio un relleno de tierra y piedras. Por otro lado es de pensarse que debieron estar aplanados, ya fuera con barro o con cal, puesto que estos recubrimientos captaban inicialmente los depósitos salineros que no llegaban a la base y así se protegía de la erosión debido a los efectos salitrosos.

El estacado servía para recibir los embates de las olas producidas por el viento. Es también posible que por asolvamientos y por la acción prolongada del agua, se reblandecieran los fondos de la laguna, por lo que para construir la albarrada o calzada se necesitara estacar también la base. De las compuertas no se han encontrado noticias de cómo eran, ni de los materiales utilizados, pero es de creerse que hayan sido de madera, rollizos y tierra sobre estacas unidas con cuerdas resistentes tejidas con tule.(

Las Inundaciones
En el año de 1449, la ciudad de México-Tenochtitlán sufre una fuerte inundación debido a las lluvias, registrándose un gran volumen de agua en los lagos de Zumpango y Xaltocan que descargaron su caudal. Es posible que el Albarradón de Ecatepec no resistiera y desbordara el agua hacia la laguna de Texcoco, subiendo los niveles de las aguas que cayeron atravesando las albarradas y aumentando la laguna de México, ocasionando la contaminación de las aguas dulces con las salitrosas y destruyendo la agricultura de las chinampas. Además de afectar a todas las poblaciones ribereñas a lo largo de las costas del conjunto de lagos del norte.

El conocimiento hidráulico, en el posclásico tardío, fue realizado casi siempre por el pueblo texcocano, ya que ellos eran muy hábiles arquitectos e ingenieros de la hidráulica mesoamericana. Fue precisamente el Rey Poeta Netzahualcóyotl quien introdujo la hidráulica de alta montaña para surtir sus jardines y baños del Tecutzinco. De esto se valieron las ciudades gemelas de México-Tenochtitlán y México-Tlatelolco, cuando el señor Moctezuma el Viejo, pidió auxilio a su primo Netzahualcóyotl, quien mandó reforzar el antiguo albarradón de madera, lodo y piedra. Este sistema tenía en su construcción una serie de estacas para los muros, las cuales fueron aportadas por los de Azcapotzalco, Coyoacán y Xochimilco; el tezontle rojo fue traído de Chiconautla y Tezoyuca, la cantera de San Pedro Xalostoc y Tulpetlac, la cal y arena de Ecatepec; y la mano de obra la proporcionaron: Tlacopan, Culhuacán, Xaltocan, Ixtapaluca, Tenayuca, Tetcitlan y México-Tenochtitlán. La dirección estuvo en manos de los sabios de Texcoco, participando tanto los macehuales, como los pillis, juntos.

En la época de Ahuizotl (1486–1502), se registró otra gran inundación, en que se destruyeron muchos edificios y parte del albarradón mencionado, teniéndose que reconstruir de nuevo con la ayuda de los pueblos ribereños. A principios del siglo XVI se registró una nueva inundación de efectos muy severos, por lo que fue necesario además de reparar los albarradones, puentes y albarradas, construir y reforzar el que pasa delante del Peñón de los Baños. Con esta obra se dividió en dos partes el lago; al oriente, el lago de Texcoco, y al poniente la Laguna de México (o de San Lázaro para la época colonial). ( Códice Osuna. Reproducción facsimilar de la obra del mismo título. Editada en Madrid 1878, Archivo. México, Instituto Indigenista Interamericano.)

De acuerdo a las fuentes históricas, estas obras son de origen prehispánico. El de Ecatepec contaba con siete compuertas con sus puentes de madera que se elevaban para permitir el paso del canotaje y nivelar las aguas de los lagos. Después por el año de 1525. García Samper, Maria de la Asuncion y Héctor Miguel Robinson Fuentes, Hidrología Humana en la Región Norte de los Lagos de la Cuenca de México, Época prehispánicas, colonial y Actual. Edit. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2015.).
Por medio de Don Fernando de Cortés, el señor Antonio de Mendoza, entonces virrey de la Nueva España, fue informado de dichas inundaciones y mandó declarasen los indios viejos de aquel tiempo, que pareciera más a propósito, el modo con que los gentiles se habían manejado en semejantes casos, y de esta información consta que nunca hallaron el camino del desagüe y que el señor Moctezuma y sus antecesores, durante la temporada de lluvias se retiraban hacia Texcoco, para librarse de todos los peligros. ( Palerm, Ángel. Obras hidráulicas prehispánicas en el sistema lacustre del valle de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección SEP-INAH. México, 1973. pp. 19-44.)

La cuarta inundación ocurrió por el año de 1553:

“... gobernando el señor Don Luis de Velasco, segundo virrey y primero de este nombre, en cuyos tiempos hizo la gran obra de la Albarrada de San Lázaro y se mandó reparar el de San Cristóbal. En el mapa de Alonso de Santa Cruz, se registran los Albarradones de Ehecatepec, el de Tláhuac, el de San Lázaro, la calzada del Tepeyacac y su albarrada por donde pasaba el gran canal que traía agua dulce desde Tlalnepantla, los canales y ríos del Tepeyacac-Tlalnepantla, el desvío del río San Juan y la presa de Acolman, y otros sistemas de origen prehispánico que fueron reutilizados en la época novohispana y reconstruidos o modificados”. (Actas de Cabildo de la Ciudad de México, México, Aguilar e Hijos.1988-1913. 63. Archivo General de la Nación. Vol. Sistema Hidráulico. 1982).

En 1555 Ruy González y Francisco Gudiel, presentan el proyecto para desaguar la Cuenca del Valle de México, en este documento dicen:

“...La solución es poner compuertas en los desaguaderos de San Cristóbal, del de Cristo en Zumpango y Citlaltepetl y construir un canal que una los ríos de los Remedios, el de Tlalnepantla y de Guadalupe en el Tepeyacac para controlar las aguas dulces y distribuirlas...”, la comprobación de que el virrey aceptó el proyecto la encontramos en las cartas giradas al corregidor de Atenco en 1556 “...ordena el dique del rio Cuautitlán y se cierre el puente de Ehecatepec...” (Rojas Rábiela, Teresa. Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el Valle de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección SEP-INAH. México, 1974. pp. 27-69.)
La Ciudad de México y por lo mismo la Plaza Mayor sufrió la peor inundación de toda su historia apenas un año después de que Trasmonte la pintó muy bella y bien cuidada en 1628. La inundación duró desde 1629 hasta 1633 y destruyó una gran parte de la ciudad, murieron 30,000 indígenas y las familias españolas la abandonaron, reduciendo el número de 20,000 a solamente 400 vecinos. Este dibujo, del que se desconoce la autoría muestra de manera esquemática el gran desastre que vivió la ciudad. Léase en los textos de la imagen la indicación de que la Albarrada llamada de San Lázaro fue totalmente cubierta por el agua y que todos los arrabales en dirección poniente se perdieron .( Rojas Rábiela, Teresa. Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el Valle de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección SEP-INAH. México, 1974. pp. 27-69.)
Fue precisamente Hernán Cortés, quien, por desconocimiento del funcionamiento hidráulico en la Cuenca de México, rompió el equilibrio hidráulico que guardaba el entorno lacustre de la Gran Tenochtitlán. Destruyó en diferentes puntos el Albarradón de Netzahualcóyotl, con ayuda de Ixtlilxochitl, (García Samper, María de la Asunción. El Albarradon de Acalhuacan o de Cristo Rey de Ecatepec. Ed. H. Ayuntamiento de Ecatepec de Morelos. INAH, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México. 1991)
esto para que por los boquetes pudrirán ingresar los 13 bergantines que fueron construidos por la mano texcocana y bajo la dirección de los españoles, con la intención de atacar por diferentes flancos las islas de México-Tenochtitlán. ( Plano 3 de 1629-1633 que registra una de las más severas inundaciones sufridas en la región de la Cuenca de México. Aguirre Botello, Manuel. México Mágico El Zócalo de la Ciudad de México Primera Desde la Colonia hasta antes del Porfiriato, 1555-1876. México, 2004. )

Esta gran idea de controlar el agua, hizo florecer la agricultura y la pesca en la zona y mediante compuertas y pasos levadizos, se regulaban tanto el flujo de las aguas como el de las canoas, que era su principal y más eficaz medio de transporte. Los conquistadores menospreciaron y destruyeron sistemáticamente el sistema hidráulico de los mexicas y los resultados fueron devastadores. Ya en otra sección sobre Tenochtitlán dijimos como fue que con Bernal Díaz del Castillo quedó pasmado cuando apenas algunos años después de haber estado en Iztapalapa en 1519, aquel lugar se había transformado.( Aguirre Botello, Manuel. México Mágico El Zócalo de la Ciudad de México Primera Desde la Colonia hasta antes del Porfiriato, 1555-1876. México, 2004.)

Bibliografía.


-Actas de Cabildo de la Ciudad de México, México, Aguilar e Hijos.1988-1913. 63. Archivo General de la Nación. Vol. Sistema Hidráulico. 1982

-Aguirre Botello, Manuel. México Mágico El Zócalo de la Ciudad de México Primera Desde la Colonia hasta antes del Porfiriato, 1555-1876. México, 2004.

-Armijo Torres, Ricardo. Arqueología e Historia de los sistemas de agua potable para la ciudad de México durante la época colonial: los acueductos de Santa Fe y Chapultepec. Tesis Licenciatura en arqueología. ENAH. México, 1994. p. 45.

-Corona Sánchez, Eduardo. Chinampa, Metepancles, Caanche: tres sistemas de producción agrícola Prehispánico. En: Revista Cuicuilco. ENAH. México, 1981.

-Códice Osuna. Reproducción facsimilar de la obra del mismo título. Editada en Madrid 1878, Archivo. México, Instituto Indigenista Interamericano. -Díaz del Castillo, Bernal. Historia de la Conquista de la Nueva España. Ed. Porrúa, Colección Sepan Cuantos. México, 1974.

-García Samper, María de la Asunción. El Albarradon de Acalhuacan o de Cristo Rey de Ecatepec. Ed. H. Ayuntamiento de Ecatepec de Morelos. INAH, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México. 1991

-García Samper, María de la Asunción y Héctor Miguel Robinson Fuentes. Economía y Sociedad en la Región de Ecatepec-Chiconautla: épocas prehispánica y colonial. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2015.

-García Samper, Maria de la Asuncion y Héctor Miguel Robinson Fuentes, Hidrología Humana en la Región Norte de los Lagos de la Cuenca de México, Época prehispánicas, colonial y Actual. Edit. Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2015.

-Palerm, Ángel. Obras hidráulicas prehispánicas en el sistema lacustre del valle de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección SEP-INAH. México, 1973. pp. 19-44.

-Rojas Rábiela, Teresa. Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el Valle de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección SEP-INAH. México, 1974. pp. 27-69.

-Totora. (Del quechua tutura). 1. f. Am. Mer. Planta perenne, común en esteros y pantanos, cuyo tallo erguido mide entre uno y tres metros, según las especies.










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