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martes, 21 de enero de 2020

“Cada vez el padre se lo está haciendo más fuerte a las más pequeñitas”


“Nos da muchísima pena y vergüenza que esto haya pasado", dice el Nuncio Apostólico en México, Franco Coppola.




La historia de los abusos sexuales cometidos por Legionarios de Cristo aún no termina de escribirse, aunque estos ya hayan sido perdonados por el Papa Francisco.

Este lunes, la agencia AP da cuenta de la historia que titula “Es un secreto”: Una carta narra abusos en escuela mexicana.

Detalla que todo empezó en un baño de niñas de una escuela de Cancún en 1993, donde Beatriz Sánchez, entonces maestra de inglés del colegio Cumbres, regido por los Legionarios de Cristo, se dio cuenta de que algo pasaba cuando una de las mayores entraba y salía del baño. “Cuando me acerqué me dijo: miss, cada vez el padre se lo está haciendo más fuerte a las más pequeñitas y ya no queremos que pase eso con ellas, por favor ayúdenos”.

Como no se atrevieron a decir más, Sánchez, ahora de 63 años, las instó a hacerlo en una carta para ella y otra maestra.

Biani López-Antúnez, una de aquellas pequeñas, escribió un “documento incriminador” contra el sacerdote Fernando Martínez, que no había sido divulgado hasta ahora.

Por su parte, la presentadora de televisión Ana Lucía de Salazar reveló el año pasado los abusos que había sufrido por parte de Martínez en la escuela de Cancún, así como los esfuerzos de la jerarquía de la Legión de Cristo por ocultar las agresiones. Las revelaciones han sido expuestas ampliamente en Aristegui Noticias y Aristegui En Vivo:

Lee: Legionarios de Cristo aceptaron abusos del padre Fernando Martínez para maquillar el sistema de complicidad estructural: víctima

La historia de Ana Lucía de Salazar animó a hablar a otras víctimas, como López-Antúnez, que el 14 de mayo de 1993 había concluido su carta con una petición que mostraba el miedo a revelar lo que les estaba sucediendo: “P.S. Es un secreto entre miss Lorena y yo”.

“El padre nos empezó a tomar confianza y pensó que éramos muy tontas y que podía hacer lo quisiera con nosotras”, se lee del puño y letra de una niña de 10 años. También cuenta cómo Martínez empezó a besarlas y cargarlas entre las piernas. “Cuando llegó a la boca nos preocupamos en serio”.

En otro trabajo presentado por la agencia AP este lunes, titulado Legionarios de Cristo se ven en un nuevo escándalo de abusos, se expone uno de los recuerdos que tiene vivos Ana Lucía Salazar: “Mientras unas leían la Biblia, violaban a las de enfrente, niñas desde 6 años a 8-9 años”.

Este caso, remarca la agencia, ha confirmado que el problema de abusos en la Legión va más allá de su fundador, Marcial Maciel. Y que el escándalo en Cancún mostró que la reforma del Vaticano dejó al menos un tema clave sin corregir: castigar a agresores históricos conocidos y a las personas que les cubrieron, y cambiar la cultura de encubrimiento que permitió esos crímenes.

El 16 de enero pasado, Salazar, víctima de abuso dentro de los Legionario de Cristo, comentó que el retiro autorizado por el papa Francisco para el sacerdote Fernando Martínez, corresponde a un capítulo más del proceso para encubrir a pederastas dentro de la Iglesia Católica:

Herencia maldita

Tras los escándalos de una “herencia maldita” de pederastia en la congregación de los Legionarios de Cristo, que comenzó con su fundador, Marcial Maciel, la Iglesia Católica reconoció que los casos provocan pena y vergüenza.

“Nos da muchísima pena y vergüenza que esto haya pasado, tratamos de hacer que esto no pase nunca más”, aseguró en entrevista con Notimex el Nuncio Apostólico en México, Franco Coppola.

El religioso subrayó que estos casos obligan a la Iglesia a tomar conciencia de la necesitad de prestar mayor atención a la formación humana y espiritual, inicial y permanente de los aspirantes a la vida presbiteral o religiosa.

Esto -acotó- sin dejar de lado que por medio de estos dolorosos hechos, la Iglesia Católica tomó con mayor seriedad y compromiso su responsabilidad de acompañar a las víctimas de un modo paterno y cercano.

Coppola indicó que entre los laicos, el despretigio por los casos de pederastia “ha sido enorme”, y con respecto a la comunidad católica, aseguró que “conocen y frecuentan a sacerdotes, tienen la experiencia directa de que su sacerdote no es así”.

Además, sobre la dimisión de Fernando Martínez Suárez, quien durante su ministerio abusó de al menos seis niñas de entre seis y 11 años, a inicios de los 90, indicó que los Legionarios deberían tener todo el interés en transparentar el caso.

Sostuvo que la Iglesia, cuando haya denuncias, va investigar: “pero hay que comprender que las normas relativas a las investigaciones para el delito de encubrimiento son muy recientes”.

Para el Nuncio Apostólico, la permanencia de Martínez Suárez entre los Legionarios es una medida para asegurar un mejor control sobre el exsacerdote.

Pues, recordó, hubo otros casos entre los miembros de la congregación que fueron dimitidos del estado clerical y expulsados de la organización.

Empero, el resultado fue que dichas personas, libres de toda obligación se volvieron prófugos y la justicia civil no ha podido castigarlos como se debe, refirió.

“El hecho de que Fernando Martínez siga siendo Legionario significa que, si cualquier autoridad civil lo busca, sabe donde encontrarlo y puede obligar a los Legionarios a ponerlo físicamente a disposición de la justicia civil”, enfatizó.

Aunque el prelado coincidió con las voces de algunas víctimas que temen que dicha decisión sea un privilegio y la posibilidad de una vida cómoda y lujosa.

Por ello, dijo, “los Legionarios deberían tener todo el interés en hacer trasparencia y mostrar que Fernando Martínez conduce efectivamente sólo una vida de oración y de penitencia”.

Faltan denuncias contra encubridores

No obstante , la familia de Ana Lucía Salazar, de las primeras en denunciar hace 28 años, acudió con el obispo de Cancún, Jorge Bernal (miembro de los Legionarios), quien le pidió que no denunciara porque “iba a ser muy tormentoso para su hija”.

Ante esto, Coppola dijo desconocer porque la víctima no quiso formalizar su denuncia, ni ante el Tribunal de Monterrey, el cual recibió las denuncias de tres de las víctimas de Fernando Martínez, ni ante un tribunal eclesiástico.

“Es de notar que esas tres víctimas no han mencionado mínimamente a monseñor Jorge Bernal, entonces, no resulta en las actas ningún comportamiento inapropiado de su parte. Por esta razón, él no figura entre los religiosos para los cuales el Tribunal de Monterrey ha pedido la autorización para iniciar un proceso canónico por encubrimiento y un proceso para la reparación del daño”, subrayó.

En México, en la última década ha habido 271 denuncias de abuso sexual a menores y otros por parte de sacerdotes, en 103 casos los presuntos culpables han sido dimitidos del estado clerical, en 45 casos hubo una conclusión diferente (absolución o penas menores temporales) y 123 son los procesos que están todavía en curso.

Herencia que perdura

“Sobre el caso del Seminario del Ajusco, en donde el padre Antonio Rodríguez, incurrió también en abuso, anotó que ley de la Iglesia (el Motu Proprio Vos estis lux mundi) es clara: la competencia, ordinariamente, es del Ordinario del lugar y del Superior del religioso, si el acusado es un religioso. Los denunciantes pueden decidir donde denunciar”, señaló.


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