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jueves, 31 de octubre de 2019
En ‘punto muerto’, la economía mexicana
Víctor Piz
La estimación oportuna del PIB para el tercer trimestre del año, publicada ayer muy temprano por el Inegi, confirmó que la economía mexicana está parada, más que desacelerada. Para efectos prácticos, está en punto muerto.
Una primera lectura nos dice que el PIB tuvo una caída de 0.4 por ciento en su comparación anual, que representó su primera contracción desde finales de 2009.
Para identificar qué tan rápido y fuerte está frenándose la economía, el mejor indicador es el crecimiento trimestral.
En ese sentido, el crecimiento económico de México durante el periodo julio-septiembre de 2019 fue de sólo 0.1 por ciento a tasa trimestral ajustada por estacionalidad.
Pero le benefició el redondeo de la cifra, porque puntualmente el crecimiento fue de 0.06 por ciento.
“Con el dato de 0.06 por ciento de crecimiento en el tercer trimestre que acaba de informar Inegi, el crecimiento promedio trimestral de los últimos seis trimestres es 0.02 por ciento, o redondeado a un decimal, es 0.0 por ciento”, escribió en Twitter Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México.
Es la mejor evidencia de que la actividad económica en el país se ha mantenido frenada.
Por si había duda, el nivel de actividad económica se estancó durante el periodo enero-septiembre de 2019.
“El crecimiento anual del Producto Interno Bruto para los primeros nueve meses de 2019 quedó en 0.0 por ciento”, publicó también en Twitter el presidente del Inegi, Julio Santaella.
La parálisis en la economía fue causada por la combinación de un crecimiento en los sectores agropecuario y, en menor medida, de servicios, así como de una contracción en las actividades industriales, principalmente de minería (petróleo) y construcción.
Sin embargo, la debilidad en la producción industrial alcanzó su punto crítico en el periodo julio-septiembre, cuando ligó cuatro trimestres consecutivos en contracción para confirmar que está en franca recesión.
Otro dato relevante es que el sector de servicios, que había sido el motor de la actividad económica, se estancó al registrar un nulo crecimiento en el tercer trimestre del año.
Salvo el sector agropecuario, cuya contribución al PIB es marginal, no se advierte otro motor del crecimiento hacia adelante.
En la economía mexicana hay claramente signos de estancamiento, no de una recesión aún.
El riesgo es que la actividad económica no sólo continúe estancada, sino que se deteriore aún más y que eso termine empujándola hacia la recesión.
Es necesario que las autoridades de la Secretaría de Hacienda y del Banxico se mantengan atentas ante una posible recesión.
Aunque las cifras revisadas del PIB se publicarán el 25 de noviembre, la estimación oportuna para el tercer trimestre del año, que pone en evidencia la parálisis de la economía mexicana, es un factor para que Banxico vuelva a recortar su tasa de referencia en dos semanas.
¿De cuánto puede ser el recorte? Esa es la duda: 25 o 50 puntos base desde el nivel actual de 7.75 por ciento.
También es incierto si el gobierno de la 4T está dispuesto a ejercer el gasto público con normalidad en lo que resta del año, pues los subejercicios fueron la constante en el periodo enero-septiembre.
¿Pesará más el compromiso con la ‘austeridad republicana’, aunque se sacrifique el crecimiento económico?
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