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jueves, 7 de febrero de 2019

Pemex, la compañía petrolera más endeudada del mundo,

Analistas consideran que la decisión del presidente López Obrador de cancelar la reforma energética dañará a la petrolera, cuyos niveles de producción están en mínimos históricos.

El paquete de ayuda planificada por el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para Petróleos Mexicanos (Pemex) podría ser una simple venda, cuando en realidad se necesita un torniquete para detener el sangrado.

Pemex, la compañía petrolera más endeudada del mundo, vio caer en 2018 su producción anual de petróleo a su nivel más bajo desde al menos 1990, y Fitch Ratings rebajó sus bonos la semana pasada a un nivel por encima de la basura.

López Obrador, quien lleva dos meses en el cargo de presidente, prometió esta semana anunciar una serie de "medidas extraordinarias" para la compañía que respaldará los 66 mil millones de pesos en exenciones fiscales por seis años anunciadas en enero.

La propuesta es bievenida, dicen los analistas, pero no esperan un cambio rápido. Al mismo tiempo que López Obrador está invirtiendo dinero en Pemex, ha echado para atrás las reformas energéticas que le permiten a la compañía compartir sus costos de desarrollo con otros productores y suspendió las subastas que permiten a los exploradores privados ofertar por los derechos para perforar los prometedores bloques petroleros de México.

"Es erróneo suponer que solo el dinero solucionará los problemas de Pemex, como el uso ineficiente del capital, los problemas operativos y la mala administración de los proyectos", aseguró Alejandra León, analista de IHS Markit en Ciudad de México.

El nuevo Gobierno "está tratando de ir en contra de la corriente", dijo. "Pero ahora todo va a ser mucho más lento".

En un momento en que México debería estar cosechando los beneficios de la demanda agregada de crudo a raíz de las sanciones de Estados Unidos sobre Venezuela y la agitación del mercado global, ni siquiera puede producir suficiente petróleo ligero para sus propias refinerías. Sus reservas probadas han caído a solo un cuarto de lo que eran hace casi dos décadas.

Las calidades mexicanas de crudo ligero, como el Olmeca y el Istmo, han desaparecido del mercado mundial debido a la disminución de la producción. Y en noviembre y diciembre, Pemex se vio forzado a importar petróleo estadounidense de Bakken Play en Dakota del Norte para alimentar sus refinerías, de las cuales dos de cada seis han estado cerradas durante meses por mantenimiento.

"Pemex ha tenido muy poca capacidad durante muchos años, pero las reformas fueron una luz al final de un túnel que ahora se ha cerrado", afirmó León, de IHS Markit. "Hay muy poca confianza en lo que Pemex hará en el futuro".

El mayor descubrimiento en tierra de Pemex en los últimos años, el campo de Ixachi, de mil millones de barriles, que promete agregar 80 mil barriles diarios de condensado y 720 millones de pies cúbicos por día de gas en cuatro años, se desarrollará sin socios, informó Pemex. Sin embargo, los analistas permanecen escépticos.

"Ixachi es el único proyecto en el plan de desarrollo acelerado de Pemex que tiene un gran potencial y no hay nadie en México que tenga experiencia para desarrollarlo porque es alta presión, alta temperatura", explicó John Padilla, director gerente de la consultora energética IPD Latin America.

Las medidas fiscales podrían "ser útiles para los campos marginales, los activos en los que se hace poco dinero o incluso se pierde", señaló Pablo Medina, vicepresidente de Welligence Energy Analytics en Houston, "pero lo que realmente se necesita es un programa masivo de externalización" que permita a Pemex compartir el costo de proyectos más grandes con productos privados y acceder a su experiencia.

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