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martes, 6 de marzo de 2018
¿Por qué perdió el PRI en el 2000?
La historia que puede repetirse ante el candidato que pregona que nos es priista pero se apoya y utiliza los recursos de prerrogativas, las estrategias y las estructuras del priismo
Las razones son múltiples y complejas. Ningún hecho histórico se explica por una sola causa. La función del análisis político (e histórico) es determinar qué causas son relevantes para la explicación de un fenómeno; en el entendido de que siempre se pueden encontrar nuevos elementos (causas efectivas) que contribuyan a explicar por qué tal o cual acontecimiento ocurrió en determinado momento. Este es el principio que siguió Max Weber para asociar el nacimiento del capitalismo con la reforma luterana. De ahí el título de su obra, La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Es por eso que la pregunta: ¿por qué perdió el PRI?, admite no una, sino varias respuestas. La primera de ellas se refiere al desempeño de los candidatos y a las campañas.
Labastida fue un mal candidato y realizó una pésima campaña. En enero, las intenciones de voto a su favor ascendían casi al 50%. El efecto que tuvo entre la ciudadanía la primaria abierta del PRI, para elegir a su candidato a la Presidencia de la República, fue muy positivo y a ello se sumó el fracaso de las negociaciones entre el PAN y el PRD para forjar una alianza.
Por eso, a principios de año, en el propio entorno de Vicente Fox había más pesimismo que optimismo: la posibilidad de remontar la diferencia les parecía remota y complicada.
Sin embargo, Labastida y sus asesores decidieron en los primeros meses del año adoptar un perfil bajo. La estrategia se fundaba en un doble supuesto: primero, había que dejarle a Fox todo el escenario para que la opinión pública apreciara sus limitaciones y sus extravíos. El candidato del PRI estaba sinceramente convencido de que el peor enemigo de Fox era Fox. Segundo, que la ventaja que llevaba Labastida era decisiva y que una oposición dividida jamás podría remontarla. De ahí el corolario: nadar de muertito en los primeros meses para apretar con todos los recursos y fuerzas al final.
La estrategia suponía un riesgo mayor, que fue lo que finalmente ocurrió: Vicente Fox, lejos de tropezarse con sus excesos y "extravíos", fue remontando mes a mes la desventaja y ocupó paulatinamente el espacio vacío.
Cuando Labastida quiso reaccionar, fue demasiado tarde y, sobretodo, evidenció sus limitaciones y cometió una serie de errores. La ausencia de un programa de gobierno claro y de un discurso positivo fueron sus carencias mayores.
En materia económica, Labastida olía y sonaba más a la CEPAL y al proteccionismo de los años setenta que al liberalismo económico y a la globalización.
En materia política, su propuesta era igualmente pobre y su campaña parecía más destinada a un arreglo de cuentas internas con Salinas y su facción que a destrabar los grandes problemas nacionales, que, por lo demás, el candidato del PRI no parecía ver, toda vez que estaba seguro de ganar la Presidencia y el Congreso.
Todos estos errores, limitaciones y carencias expresaban algo más profundo: el candidato del PRI no tenía carisma ni empuje. Labastida, a diferencia de Fox, a quien el diagnóstico no le cuadró, sí resultó ser el peor enemigo de Labastida. La noche del primer debate lo confirmó con creces.
Él mismo se hizo harakiri cuando en un tono plañidero le reclamó a Fox por haberle llamado "mariquita" y "labestida".
Vicente Fox, por su parte, actuó con rapidez y astucia notables. Sus tiempos estaban claramente calculados. Durante los primeros meses recurrió a un lenguaje bravucón y desenfadado y se convirtió en el personaje más atractivo de lacontienda. Después adoptó un tono y una pose más moderados para inspirar confianza y respeto. El único error serio que cometió a lo largo de toda su campaña fue el famoso "hoy, hoy, hoy". Pero la inercia de su movimiento y la debilidad de su adversario terminaron por borrarlo.
En suma, la derrota del PRI el pasado 2 de julio se explica por la habilidad de un hombre y la torpeza y la incapacidad del otro. Esa historia estaba escrita, de alguna manera, en la biografía de cada uno de los candidatos.
Fox persiguió la Presidencia contra viento y marea, sin tregua ni descanso, desde que llegó al gobierno de Guanajuato en 1995. Lo hizo al margen de su partido y con sus propios recursos y "amigos". La fe en que el sistema debía ser derrotado el 2 de julio y de que él tenía esa misión lo llevó a vencer todos los obstáculos. Sus principales virtudes fueron la terquedad y la tenacidad; además, supo reunir un pequeño equipo ágil y eficiente.
Francisco Labastida, en cambio, fue favorecido por la"fortuna". Llegó a Gobernación casualmente, como consecuencia de la incapacidad que mostraron sus antecesores (Moctezuma y Chuayffet), y se convirtió en el candidatonatural de Zedillo porque no había otro y porque era el mínimo común denominador de la nomenklatura priísta. Su mayor virtud, en ese sentido, era ser, al mismo tiempo, elcandidato de Zedillo, de De la Madrid y de Luis Echeverría, que le manifestó abiertamente su apoyo. El único excluido de esa amplia convergencia fue Salinas de Gortari, a quien le declaró, desde el principio, una guerra verbal y política.
El funcionario mesurado y puntual hubo, pues, deenfrentarse a un empresario sui generis, que lo mismo teníaexpresiones de iluminado: "Si avanzo, síganme; si me detengo, empújenme; si retrocedo, mátenme", que entendíaperfectamente el marketing y las campañas de publicidad. Un personaje, además, que se había forjado una gran capacidad para comunicar su mensaje a través de los medios de comunicación, la televisión en particular. La innovación y el carisma del empresario vencieron al hombre del sistema. Con otros candidatos la historia pudo ser otra. -
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