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viernes, 19 de julio de 2024

Hay una región en Latinoamérica que tiene más petróleo que toda Arabia Saudíta. Y sin embargo produce 12 veces menos

 




A pesar de su inmenso potencial, la Faja Petrolífera del Orinoco ha perdido relevancia en la industria petrolera

Las sanciones sobre el petróleo venezolano se han suavizado, pero el mayor desafío es de naturaleza estructural

Al este de Venezuela, la Faja Petrolífera del Orinoco quiere volver a su edad dorada, pero enfrenta desafíos políticos, económicos y técnicos.

El tesoro de la Faja Petrolífera del Orinoco. Venezuela posee la mayor reserva comprobada de petróleo del mundo: 300.878 millones de barriles. Por ponerlo en perspectiva, Arabia Saudí tiene en su territorio una reserva de 267.000 millones de barriles.

El crudo venezolano se concentra en la Faja Petrolífera del Orinoco, una región de 55.314 kilómetros cuadrados al este del país que se extiende sobre la cuenca del río Orinoco.

La Faja Petrolífera del Orinoco es rica en petróleo pesado y extrapesado, un tipo de crudo denso y viscoso que requiere procesos de extracción y refinación más costosos y desafiantes para transformarse en productos utilizables, como gasolina y diésel.

El vigésimo primer país en producción de petróleo. La Faja Petrolífera del Orinoco se conoce desde enero de 1936, cuando la compañía estadounidense Standard Oil of New Jersey hizo el primer pozo: "La Canoa-1", en el estado de Anzoátegui.

A pesar de su antigüedad, la Faja Petrolífera del Orinoco sigue siendo la reserva de crudo más grande que se conoce. Y sin embargo, lleva años incapaz de levantar cabeza debido a las sanciones políticas y los problemas técnicos y económicos que la rodean.

En su apogeo petrolero, Venezuela producía tres millones de barriles diarios. Hoy es el vigésimo primer país del mundo en producción de petróleo con 770.000 barriles al día, por detrás incluso de su vecina Colombia. Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudí lideran el ranking con 8-12 millones de barriles diarios.

Un desafío y una oportunidad. Las sanciones sobre el petróleo venezolano, lideradas por el gobierno de Estados Unidos, se levantaron durante seis meses en octubre de 2023, lo que permitió un tímido retorno de las empresas extranjeras a la Faja Petrolífera del Orinoco.

La moratoria evidenció que el sector petrolero de Venezuela tiene problemas más allá de lo político; problemas de naturaleza estructural. Tras años de negligencia, corrupción y crisis económica, el petróleo venezolano necesita inversión extranjera para modernizar la costosa infraestructura con la que extrae y procesa el crudo pesado.

Si bien las sanciones volvieron a activarse el pasado mes de abril como medida de presión de la Administración Biden contra el gobierno de Nicolás Maduro, ahora las empresas extranjeras tienen la oportunidad de obtener licencias individuales para mitigar su efecto, lo que deja ver algún brote de esperanza para un país en el que el petróleo sigue siendo motor económico.

El momentum petrolero de Latinoamérica. La modernización de la infraestructura, la atracción de inversión extranjera y la estabilización de la economía son pasos cruciales, pero no sabemos si suficientes para recuperar todo el potencial económico de la Faja Petrolífera del Orinoco.

El contexto parece favorecedor. Los países latinoamericanos están metidos en una "fiebre del oro" del petróleo en la que el caso más extremo es el de la también vecina Guyana, que ha visto un crecimiento del 33% del PIB gracias a las reservas descubiertas en sus costas en 2015. Mientras tanto, Brasil ha escalado al puesto 8 en la producción mundial de petróleo y México está en el puesto 11.

La pregunta que flota en el aire es la misma para todos estos países, ¿qué pasará con sus inversiones cuando llegue la esperable caída de la demanda de petróleo por efecto de la transición energética? Por ahora, buena parte del mundo se mueve como si fuéramos a seguir quemando petróleo durante muchos años. Tal vez esa sea la respuesta.

 

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