A lo largo de los siglos, reyes, príncipes, emperadores,
presidentes, militares, papas, primeros ministros…han tenido siempre a su
disposición transportes especiales: caballos de pura sangre, literas,
palanquines, andas, carrozas, carruajes, embarcaciones, yates, trenes, autos
blindados, helicópteros, aviones de lujo, etc., que reflejan su alta jerarquía
política como líderes de sus comunidades o poblaciones.
Don Benito Juárez y don Porfirio Díaz tuvieron un tren
personal durante sus mandatos de gobierno
Los tlatoanis mexicas se transportaban
en andas, una base de madera sostenida por dos barras horizontales y paralelas
cargada por sus macehuales o sirvientes; Moctezuma II solía pasear en el Lago
de México en una gran embarcación diseñada para 60 personas cómodamente
sentadas. Los numerosos virreyes que gobernaron la Nueva España podían
transportarse en elegantes y cómodos carruajes. En el México independiente el
presidente Antonio López de Santa Anna iba y venía de su hacienda en Manga de
Clavo, Veracruz a la ciudad capital transportado en un amplio carruaje. Don
Benito Juárez fue el primer mandatario en tener un tren personal, aparte del
sencillo carruaje negro con el cual anduvo a salto de mata durante el efímero
imperio de Maximiliano de Habsburgo cuya carroza real de fantasía es admirada
aún en el Museo de Historia del Castillo de Chapultepec.
Don Porfirio Díaz a bordo del Tren Amarillo. Reproducción
autorizada por el INAH
En 1895 durante el porfiriato, la compañía Pullman obsequió
al general Porfirio Díaz un tren extraordinario, como agradecimiento por la
concesión recibida para ofrecer coches dormitorio y comidas en los trenes que
circulaban por todo el país. Fue conocido como el Tren Amarillo, constaba de
una sólida estructura de madera; en él, don Porfirio se trasladaba a lugares
distantes como Chapala (anualmente) y cercanos como Puebla. Para la histórica
entrevista que sostuvo con el presidente William Taft de los Estados Unidos en
Ciudad Juárez, Chihuahua le fueron agregados al Tren Amarillo dos carros o
vagones para alojar a su escolta presidencial. Después de servir durante 30
años a los presidentes de México, el Tren Amarillo realizó su último recorrido
al trasladar los restos de la esposa del presidente Calles a México adaptando
su cuarto vagón como capilla ardiente, provista de grandes crespones de seda y
terciopelo.
El Tren Presidencial Olivo costó 475 mil dólares. Destacó
por sus innovaciones tecnológicas, lujo y confort
En el México post revolucionario, el gobierno del presidente
Plutarco Elías Calles ordenó en 1925 la construcción de un nuevo tren
presidencial a la misma empresa Pullman Palace Car Company, que fue
entregado hasta el mes de abril de 1927. Carros de acero forrados en su
interior con maderas preciosas extraídas de las selvas del estado de Tabasco,
acompañadas de terciopelos, bronces y sedas, conformaban este moderno tren. El
primero de los cinco vagones o carros que lo componían alojaba a las recámaras
del presidente, de su esposa, y del secretario particular; disponía de una
oficina presidencial dotada con servicio telefónico y sistema de telegrafía, y
además, una plataforma-observatorio de gran amplitud.
El comedor -disponible solo para 14 personas- junto con el
Salón Azul (salón fumador), se encontraba en el segundo vagón que también
contaba con 16 camarotes para los huéspedes o invitados del presidente. El
Estado Mayor viajaba en el tercer carro que fungía de dormitorio provisto de
todos sus servicios. La escolta del presidente se ubicó en el cuarto carro. El
quinto y último vagón fue destinado para llevar los equipajes junto con seis
automóviles, subidos y bajados fácilmente mediante rampas móviles. En su
exterior, los carros del tren fueron pintados en color verde olivo –de ahí su
nombre- y cada uno tenía en la parte superior, sobre las ventanas, las palabras
República Mexicana; en la parte inferior, al centro, la leyenda Tren
Presidencial ubicada sobre el escudo nacional, flanqueado en sus extremos por
su respectivo número: 1, 2, 3…
Cabe destacar algunos detalles que lo hacían más especial,
por ejemplo, en el área del comedor se utilizó una vajilla de cristal y el
servicio de plata teniendo por sello las armas nacionales. Proveía al comedor
una cocina de gran amplitud, semejante a la de cualquier restaurante de lujo.
Los baños contaban con agua caliente, regadera y tina. El Tren Presidencial
Olivo tuvo un costo de 475 mil dólares y por sus características de confort,
lujo y el empleo de tecnologías de vanguardia fue calificado como un gran
ejemplo del desarrollo tecnológico de su tiempo. Fue expuesto en la Feria
Mundial de Chicago en 1933 donde el público pudo admirarlo muy de cerca por
solo 50 centavos de dólar.
Las andanzas del Olivo
El Tren Olivo llegando a la Estación Colonia con los restos
de doña Natalia Chacón, esposa del presidente Plutarco Elías Calles. Libro:
Tren Presidencial Olivo
Recién estrenado, el Tren Olivo dio servicio como “carroza”
funeraria
Curiosamente el Tren Olivo inició sus recorridos sirviendo
como carroza fúnebre un par de ocasiones. La primera cuando recibió del Tren
Amarillo los restos de doña Natalia Chacón, esposa del presidente Calles,
fallecida en los Ángeles California, Estados Unidos el 2 de junio de 1927; el
encuentro tuvo lugar en la estación Ruiz de Nayarit donde se realizó el cambio
de tren tomando rumbo a la Estación Colonia de la capital del país. Poco
después El Olivo llevaría consigo el cadáver del General Álvaro Obregón,
asesinado el 18 de julio de 1928, hasta la población de Náinari en el estado de
Sonora para ser sepultado.2 El último vagón sirvió para
adaptar la capilla ardiente, cuyas paredes lucían cortinajes negros y motivos
dorados. En el marco de la rebelión cristera de 1929 el Tren Olivo sufrió un
atentado en el estado de Guanajuato, que puso en riesgo al entonces presidente
de la República Lic. Emilio Portes Gil.
La etapa de más trajín o actividad experimentada por este
moderno y lujoso tren ocurrió en el período de gobierno del presidente Lázaro
Cárdenas, quien aprovechó a su máximo al Olivo para visitar 1,028 poblaciones
del interior del país empleando para ello un tiempo de “un año, cuatro meses y
cuatro días” en palabras de Salvador Novo.3 Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del
general, justifica de algún modo el ajetreo de su padre: “no era muy amplia la
red de carreteras, porque teníamos una red de ferrocarriles más amplia en ese
momento. […] porque tampoco había muchos lugares donde quedarse y el Tren Olivo
servía de residencia al grupo que acompañaba al presidente. Estas fueron las
razones por las que hubo tantos recorridos por todo el país en el Tren Olivo
[…].4
El tren presidencial fue en esa época testigo del reparto
agrario en la región de La Laguna, del apoyo incondicional de varios
gobernadores para la nacionalización del petróleo quienes firmaron en el tren
un documento de apoyo. También facilitó reforzar los principios revolucionarios
al llevar sorpresivamente al general Lázaro Cárdenas a la ciudad de San Luis
Potosí, ante la rebeldía de su cacique Saturnino Cedillo.
El presidente Adolfo López Mateos (extrema derecha) en el
Tren Olivo, inaugura la vía Chihuahua- Pacífico. Reproducción autorizada por el
INAH
Entrevista con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, realizada por
Erika de Uslar Alexander, el 1 de julio de 2013
Los presidentes Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés y
Adolfo López Mateos aprovecharon al Tren Olivo con varios motivos, entre otros
muchos, entrevistarse con los presidentes de los Estados Unidos; inaugurar
varias obras públicas de infraestructura en el interior del país como la vía
ferroviaria Chihuahua-Pacífico en 1961 que beneficiaría a decenas de miles de
tarahumaras, pimas, guarijíos y tepehuanes al integrarlos a las actividades
económicas de la nación.
A fines de la década de los años cincuenta del siglo pasado
el Tren Presidencial Olivo bajó la intensidad de sus recorridos. A partir de
los años setenta solo tres de sus carros o vagones (1,2 y 5) pasaron a formar
parte de la colección del Museo Tecnológico de la Comisión Federal de
Electricidad. En poco más de cuarenta años el Tren Olivo dio servicio a 10
presidentes, facilitando su transporte en extensas giras de trabajo en una
etapa muy productiva y de gran desarrollo económico-social para México.
Gracias al patrocinio de la compañía Union Pacific
Mexico y del Patronato del Museo Tecnológico de la Comisión Federal de
Electricidad, los carros del Tren Olivo fueron atinadamente restaurados en 2013
por la empresa ADG Mantenimiento Industrial recuperando una buena parte de su
esplendor original. La conservación de estos carros o vagones ya históricos es
obligación moral de todos los mexicanos, pero también motivo de justificado
orgullo.
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