En sus festejos de cumpleaños no dejaba sus trabajos como
Presidente y Los Pinos se llenaban de visitantes; ahora, la fecha es celebrada
con su círculo cercano
El hombre tiene voz firme, fama de incansable, proyecta
vigor físico y poder de voluntad, y los tiene.
En el 17 de enero de 1971 y el Presidente de la República,
quien estuvo de nuevo en el cargo, en el
que cumple tan sólo 47 días, en gira de trabajo ha llegado a las cercanías de
la emblemática Peña de Bernal, en la Sierra Gorda de Querétaro.
Luis Echeverría Álvarez tiene por recorrer todo su sexenio,
y hoy cumple 49 años, así que dentro de casi otras cinco décadas verá duplicada
su edad en 99 años.
Él estará en los
libros de Historia como el octavo mandatario federal llevado al poder por el
Partido Revolucionario Institucional (PRI), y como antecesor de otros ocho,
incluidos dos de Acción Nacional y el primero de izquierda, Andrés Manuel López
Obrador.
“Tenemos una carrera contra el tiempo”, dice a los
periodistas, la mañana del 17 de enero de 1971, con la Peña de Bernal a la
vista, por su tamaño, el tercer monolito del mundo.
Explica su intensa actividad que despliega en días casi
enteros para atacar los problemas de siglos y los nuevos: “Tratamos de
aprovechar hasta el último minuto para servir al país”.
Se trata del primer cumpleaños en el cargo político más
importante de México, y cada 17 de febrero será día de trabajo, combinado con
Las Mañanitas, bailes autóctonos, artesanías de regalo, fruta, dulces y
alimentos regionales. Los mariachis habrán de llegar por racimos y
estudiantinas, directos a Los Pinos.
El suyo es un sexenio en el que la gente entra a la
Residencia Oficial como a su casa: basta anunciarse para trasponer rejas,
zaguanes y filtros. Así como son atendidos por el Presidente, vienen el día del
cumpleaños nada más a saludar y felicitar.
Las crónicas dan cuenta de las llamadas telefónicas que sus
ayudantes pasan a Echeverría Álvarez, de parte de gobernadores o embajadores, a
quienes no hace esperar, mientras se congregan secretarios y legisladores, en
jornadas de trabajo moteadas de parabienes.
Cumple los 50 años, con la felicitación de sus hijos que se
van a clases, y su esposa, doña María Esther Zuno Arce (1924-1999), lo felicita
en un telefonema, en larga distancia de Saltillo, Coahuila, donde ha ido a
inaugurar cursos de capacitación para el desarrollo de la comunidad rural de la
región.
En 1974, ya es estilo del sexenio que lleguen bandas de
música y gente con obsequios, pero se organiza y va a inaugurar la Cineteca. Al
siguiente año recorre localidades del Estado de México. Lo celebran campesinos
y en su comitiva va el historiador Fernando Benítez (Los indios de México),
quien había dado difusión al movimiento de 1968.
De vuelta en tierras mexiquenses, en 1975, ya de 53 años,
Echeverría Álvarez, estudioso del arte y de las expresiones culturales, es
agasajado por el gobernador Carlos Hank González con una exposición sobre José
María Velasco, y entabla un encuentro con señores de la intelectualidad, entre
ellos el presidente de la Academia de la Lengua, Agustín Yáñez, y el escritor
Andrés Henestrosa.
La última vez en Los Pinos, el 17 de enero de 1976, es
sábado y el carnaval empieza a las 6:30 horas, con Las Mañanitas, las mejores
voces hacen fila ante el micrófono; gente entra y sale; las danzas regionales
de campesinos, no terminan.
Mente lúcida con siglo a la vista
Se mantiene con mente lúcida, salud estable y con el reposo
que es posible al no tener afecciones respiratorias, a las que es propenso.
El político, se indica, ha seguido por los medios de
comunicación los cambios sexenales, entre ellos las derrotas del PRI en 2000,
2006 y 2018.
Luego de la última derrota del Partido Revolucionario
Institucional, que significó el arribo a la Presidencia de la República de
Andrés Manuel López Obrador, Echeverría Álvarez visitó al saliente exmandatario
Enrique Peña Nieto, ya en los últimos días de noviembre de 2018, y pidió dar un
recorrido por la residencia, que fue su cuartel general de su “carrera contra
el tiempo”.
En años recientes, Echeverría Álvarez ha sido festejado por
hijos, nietos y bisnietos, quienes departen con él en la casa familiar que ha
ocupado desde los años 50.
En distintas ocasiones, el político que fue el líder de una
generación de la que hay representantes actuales en la vida pública —el
diputado Porfirio Muñoz Ledo, la senadora Beatriz Paredes Rangel, el
funcionario del gobierno federal Ignacio Ovalle—, sale a comer a restaurantes.
Recibe visitas, y el cumpleaños es recordado con saludos y
encuentros con amigos, que fueron colaboradores en su camino político. Desde
días antes e incluso posteriores se hacen presentes.
A los 98 años, duplicada la edad de su primer cumpleaños de
presidente, Luis Echeverría Álvarez festeja este viernes en su casa de San
Jerónimo en la Ciudad de México. Él sabrá qué pasó con su “carrera contra el
tiempo”.
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