● Cartas escritas por familiares son leídas a pacientes por asistentes médicas en zona COVID-19 en HGR No. 72.
● Pacientes intubados derraman lágrimas al rehabilitarse y reconocer la voz de quienes leyeron sus cartas.
La hospitalización por COVID-19, que implica aislamiento total, ha obligado a buscar maneras de comunicación para saber el estado de salud del familiar enfermo. La tecnología ha sido de gran ayuda, y a través de mensajes o videollamadas a las afueras del nosocomio, se hace posible el acercamiento.
Uno de los métodos clásicos ha permitido en el Hospital General Regional (HGR) No. 72 de Tlalnepantla reforzar esa comunicación con familiares que no pueden estar ahí: las cartas escritas a mano, que asistentes médicas del nosocomio leen a los pacientes al pie de cama en las zonas COVID-19.
Adicional a los informes médicos se implementó esta estrategia de buzón de cartas, con la finalidad de crear ese vínculo de comunicación. En ellas, los familiares infunden ánimos a sus pacientes, quienes, al escuchar la lectura, se sienten acompañados y apoyados por sus seres queridos en la lucha contra la enfermedad.
El buzón denominado “Aunque estemos separados, estás en mi corazón” recibe las cartas de mano de los familiares de lunes a viernes, al mediodía, a las afueras del Hospital; siempre con las medidas de prevención como la sana distancia, aplicación de gel antibacterial, uso de cubrebocas, uso de careta y debida sanitización.
La coordinadora de Seguridad en el Trabajo del HGR No. 72, Angélica Hernández, implementó esta loable actividad y explicó que luego de que los familiares dejan las cartas, se clasifican por nombre, cama y piso y se pasan a la Coordinación de Asistentes Médicas, este personal, a su vez, las entrega directamente a los pacientes, “algunos de ellos pueden leerlas, pero a quienes no, ellas mismas les leen”.
Afirmó que las cartas han tenido un efecto muy positivo en su recuperación, “porque hemos visto que muchas veces el familiar nos informa que su paciente ya no quería comer y que luego de escuchar o leer los contenidos empezó a comer, o que fue su cumpleaños y no estuvo tan triste”.
El contenido de las cartas es libre, pero predominan los mensajes de apoyo: “con ellas sienten que abrazaron a sus pacientes como si les hubieran tomado la mano, como si les hubieran dicho ¡ánimo falta poco! o ¡ánimo come por favor! o ¡ánimo, tómate tus medicinas! ¡échale ganas, te estoy esperando! ¡no me olvido de ti, vas a salir adelante, ya falta poco!”, comentó.
Para Ana Lilia Sámano, coordinadora de Asistentes Médicas del HGR No. 72 de los turnos vespertino y nocturno, en los cuales se hace la lectura presencial en zona COVID-19, la experiencia ha sido enriquecedora y a veces dramática: “no somos médicos, pero somos ese vínculo humano a través de una carta. Es una situación cargada de sentimientos, porque a pesar de que nos conmueva lo que leemos, debemos mantenernos al margen para fortalecer al paciente”.
Reconoció que leer las palabras de sus familiares es difícil ya que “por mucho que a veces la carta nos identifique, tenemos que dar siempre la mejor cara. Los primeros días era venir y llorar todas aquí. Tenemos que sobrellevar eso y aparte tenemos situaciones en nuestras casas, pero debemos mantenernos al pie y dar ese plus”.
A la pregunta de si las asistentes médicas a su cargo leen cartas a los pacientes intubados, aseguró que sobre todo a ellos se les debe leer “porque estoy convencida que es una situación que los ayuda mucho; los intubados escuchan y algunos han derramado lágrimas cuando salen de esa situación, se rehabilitan y oyen nuestra voz y saben que fuimos las que les leímos las cartas”.
A este respecto, la asistente médica Mónica Guerrero comenta que es muy grato leerles a los pacientes en intubación, “me tocó una cartita en la cual su familia le estaba hablando como si no estuviera enfermo, decía: hoy salí por las tortillas, hoy fui hacer esto, así como si estuviera en una plática; eso me gustó mucho, que le hablara como si estuviera ahí mismo”.
Eso les beneficia mucho, dijo, “porque, aunque uno piense que a lo mejor los intubados no escuchan sí, sí escuchan, sí les hace sentirse bien el poder escuchar las palabras escritas de sus familiares y sabemos que les ayuda, porque muchos pacientes que estuvieron en esa condición, han salido adelante y nos lo dicen”.
La asistente médica Maribel Espinosa, quien también entra a zona COVID-19 a leer cartas, coincide con su compañera: “las cartas son como una vitamina hacia el alma y cuándo uno se las empieza a leer a los pacientes que están intubados, me doy cuenta que las escuchan, porque su corazoncito late más rápido. Siento que estoy ayudando, siento que le estoy alimentando el alma”.
Cada vez que un paciente es dado de alta, aplausos y vivas se escuchan en los linderos de la zona COVID-19 del HGR No. 72. Mientras, a las afueras del hospital, cada mediodía las cartas siguen llegando.
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