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sábado, 28 de diciembre de 2019

Los LeBarón pasan la Navidad armados; su deseo: justicia por matanza

La familia mormona que perdió el 4 de noviembre a nueve de sus integrantes cenó, entre lágrimas, pavo rostizado






CIUDAD DE MÉXICO.

Rodeado por decenas de sus descendientes, Adrián LeBarón dio gracias a Dios mientras se preparaba para celebrar la Navidad por primera vez desde que sicarios asesinaron a su hija y cuatro nietos el mes pasado.

El patriarca de la vasta familia mormona de origen mexicano-estadunidense se convirtió en foco de atención para la prensa luego de que hombres armados mataron, el 4 de noviembre, a tiros a nueve mujeres y niños, en Sonora, México, provocando indignación en ambos lados de la frontera.

LeBarón, con 35 hijos, 87 nietos y un bisnieto, no pudo contener las lágrimas al recordar a su hija Rhonita Miller, de 30 años, cuyo cuerpo carbonizado fue encontrado después de la matanza en un vehículo incendiado en un camino de terracería cerca de su casa.

“Agradecemos por darnos la fuerza para resistir aquellas cosas que nos han dolido en el alma”, dijo el hombre de 58 años, junto a Shalom, una de sus tres esposas y madre de Rhonita.

Los recuerdos de Rhonita y sus hijos muertos llenaban la amplia casa en la cima de una colina en Chihuahua, con una vista imponente de huertas de nogales, poco antes de que la familia se sentara a cenar pavo rostizado y comida mexicana.


Al terminar la noche, LeBarón cantó una canción a Rhonita en memoria de su último baile en una celebración mexicana en septiembre.

Su hermana Lían lucía un brazalete hecho de dos chupones de los gemelos de siete meses asesinados, Titus y Tiana, mientras que otros miembros de la familia usaban anillos hechos de metal tomado de los restos de la camioneta en la que la familia fue asesinada.

Xavier, el hijo de Lían, pensó en su primo muerto, Howard, de 12 años. “Lo extraño demasiado”, dijo el pequeño.

Autoridades de México han detenido a varios sospechosos vinculados con la masacre. Investigadores creen que es posible que la familia haya quedado en medio de una batalla entre cárteles de la droga que pelean la zona.

Vestidos con atuendos navideños, los primos de los niños fallecidos cantaron villancicos en inglés en medio de banderas mexicanas que hacían referencia a sus raíces binacionales.

“Estoy feliz de verlos a todos ellos jugar, pero una parte de mí está muerta, dormida”, dijo Shalom, mientras se llevaba las manos a la cara, incapaz de aguantar el llanto.

“Les arrebataron la oportunidad de vivir”, lamentó.

AMENAZA CONSTANTE

Los LeBarón llegaron por primera vez a México a principios del siglo XX cuando sus creencias polígamas los pusieron en conflicto con las autoridades estadunidenses. Desde que el abuelo de Adrián fundó la comunidad Colonia LeBarón en 1941, grupos violentos del crimen organizado han sido una amenaza para su vida, aseveró.

Aunque la familia prosperó cultivando nueces, pimientos y algodón, el Estado de derecho en las extensiones áridas escasamente pobladas de las tierras vecinas es débil, lo que plantea constantes desafíos para su seguridad. Algunos incluso han optado por armarse.

“La vida no es vida si estás amenazado, mi mensaje al mundo y a mis hijos es luchen porque sepan que son libres”, exhortó LeBarón.

Al igual que docenas de sus familiares, Adrián LeBarón dijo que seguirá presionando al gobierno mexicano hasta que sean detenidos los responsables de la brutal masacre.

Él cree que México debe trabajar estrechamente con Estados Unidos si quiere controlar los niveles récord de violencia de las pandillas. No obstante, el nativo de Chihuahua también es unmexicano patriótico.

“Tú eres de donde crece tu familia, de donde has enterrado a tus muertos”, dijo. “¿Qué más derecho tengo si aquí están ellos?”.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien se reunió con miembros de la familia LeBarón en la Ciudad de México después de la matanza, buscó la cooperación de Estados Unidos e invitó al FBI a ayudar en la investigación, pero ha rechazado firmemente cualquier “intervención” estadunidense en territorio mexicano.

“El miedo en la población ha provocado que la gente no reaccione”, dijo el primo de Adrián, Julián LeBarón, quien recuperó a un bebé del lugar de la masacre después de que la mamá del niño fue asesinada. “Nosotros ya no tenemos miedo, vamos a seguir luchando y vamos a estar presentes con nuevas movilizaciones”.

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