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miércoles, 7 de agosto de 2019
Albert Einstein: el genio que cambió el curso de la ciencia
Las enseñanzas del creador de la Teoría de la Relatividad perduran no sólo en el campo de la física, sino también en la filosofía y hasta la gestión de personas. El liderazgo servicial y la curiosidad como factor de aprendizaje.
Su pensamiento
Albert Einstein promovía que el único sentido de la vida era ejercerla al servicio de los afectos y dar el ejemplo como única manera de influir en los demás. Este tipo de actitudes diferenciales lo llevaron a ejercer su profesión con una curiosidad innata que también defendía con frecuencia porque, decía, “lo importante es no dejarse de hacer preguntas”. Según Einstein era muy importante vivir el presente porque sólo en el presente es posible la felicidad; y todo porque “el futuro llegaba todos los días demasiado rápido”, decía.
Las enseñanzas inspiradoras de Albert Einstein suelen aplicarse en clases de management y otras diversas disciplinas empresariales. Una de las frases más citadas es la mencionada “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Sobre el esfuerzo, el genio aseguraba que “hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
“La memoria es la inteligencia de los tontos”, es otra frase citada. Sobre sus preferencias políticas, decía que “mi ideal es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona, y nadie puede ser divinizado”. No se creía un genio: “No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”.
Albert Einstein fue uno de los científicos más conocidos y trascendentes del Siglo XX, autor de la Teoría de la Relatividad, que cambió los estudios sobre las ciencias y aún hoy es incomprendida en su totalidad. Físico alemán de origen judío, fue cuestionado en un principio por sus teorías y por su decisión de exiliarse de Alemania durante la guerra mundial. Sin embargo, recibió el Premio Nobel de Física y quedó firme en la historia por su brillante inteligencia y contribución a la evolución de las ciencias naturales, matemáticas y física cuántica.
Aunque algunos cuestionan que sus estudios hayan contribuido a producir arsenal nuclear, la influencia de Einstein se notó en su pelea por el federalismo mundial, el internacionalismo, el pacifismo y el socialismo democrático. Tenía un mensaje fuerte por la libertad individual y la libertad de expresión.
Frases como “La imaginación suele ser tan importante como el conocimiento”, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” o “El genio se hace con un 1% de talento y un 99% de trabajo” suelen ser citadas aún en clases de un sinfín de disciplinas, incluso management, creatividad y hasta marketing y gestión de personas.
Vida de genio
Einstein nació en Ulm, Alemania, en el seno de una familia judía. Fue instruido en música por su madre y con el tiempo aprendió a tocar el violín. Fue intelectualmente inspirado por su tío Jakob, con el que cultivó su devoción por el álgebra y las ciencias naturales. Siendo un bebé se mudó con su familia a Münich, ciudad en la que permaneció por 14 años. Desde sus comienzos demostró cierta reserva o dificultad para expresarse, aislándose muchas veces de los demás para estudiar o realizar quehaceres familiares.
Desde 1888, después de algunos años en una escuela católica, asistió al instituto de segunda enseñanza Luitpold (que en 1965 recibiría el nombre de Gymasium Albert Einstein). Si bien era excelente en matemáticas y física, el colegio no terminaba de motivarlo, restándole atención al resto de las asignaturas. Su afición por el álgebra lo llevó con sólo 15 años, sin tutor ni guía, a emprender el estudio del cálculo matemático.
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.”
Muchas de sus asociaciones científicas lo llevaron a cuestionar la religión y a ensayar un librepensamiento que lo llevó también a rechazar ciertas normativas del Estado y la autoridad en general. Creció devorando libros de ciencia que le regalaba su tío y fue testigo de las investigaciones que realizaban juntos en un taller que el mismo Jakob levantó para llevar a cabo proyectos y experimentos tecnológicos.
En 1894, la familia de Albert se muda a Italia pero él permaneció en Münich para terminar sus estudios. Sin embargo, logró tramitar certificados médicos que lo acreditaban enfermo y abandonó el colegio sin graduarse para reunirse con su familia en Pavía. A pesar de los intentos por ingresar en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, se vio obligado a terminar el colegio en Argovia. A los 16 años y con bachiller en mano renunció a su ciudadanía alemana, presuntamente que para evitar el servicio militar, y se nacionalizó suizo.
Comenzó a estudiar física en Zúrich, se enamoró de Mileva Maric, la que sería su primera mujer y con la que tendría tres hijos, y en 1900 se graduó obteniendo el diploma de profesor en matemáticas y física. Sin poder conseguir trabajo en la universidad, ejerció como tutor por un tiempo, hasta que un compañero de clase llamado Marcel Grossmann, un hombre que más adelante desempeñaría un papel fundamental en las matemáticas de la relatividad general, le ofreció un empleo fijo en una oficina de patentes en Berna, donde trabajó de 1902 a 1909.
Estudios y exilio
Continuó con sus estudios científicos y en 1905 explicó por escrito el movimiento browniano, el efecto fotoeléctrico y desarrolló ensayos sobre la relatividad especial y la equivalencia masa-energía. El movimiento browniano le valió el grado de doctor por la Universidad de Zúrich en 1906, y su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico lo haría merecedor del Premio Nobel de Física en 1921.
Con los años, la fama de Einstein empezó a despertar acaloradas discusiones. En los diarios más conservadores de Suiza se podían leer editoriales que atacaban su teoría y se convocaban conferencias que trataban de justificar lo disparatada que resultaba la teoría especial de la relatividad. En Alemania notables físicos de ideología nazi intentaron desacreditar sus teorías, y en el resto del mundo la teoría de la relatividad era apasionadamente debatida.
Frente a la inminencia de una muy posible segunda guerra mundial y antes del ascenso del nazismo en Alemania, Albert Einstein partió en 1932 a Estados Unidos, nacionalizándose americano a los 61 años. Permaneció en ese país hasta su muerte, en 1955.
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