Directorio
jueves, 30 de mayo de 2019
Los Exvotos en los Santuario de la Villa de Guadalupe.
Maria de la Asunción García Samper.
Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.
El hombre a través de toda la historia de la humanidad, ha manifestado sus emociones de manera; oral inicialmente, después gráfica y escrita. En cuanto al arte hay varios ejemplos elaborados. Esta manifestación es personal, y la plástica o dibujo es muy recurrente porque en un pequeño espacio se narra un hecho, utilizando símbolos iconográficos del uso común, en los exvotos se representa la circunstancia, la invocación y el milagro en una sola escena.
Los símbolos iconográficos de uso común los más recurrentes son: el paisaje, presencia de patología en figurillas (enfermedades, lesiones y malformaciones) elaborados en barro y piedra; la Virgen, el lago, interiores de casa y hospitales; animales asociados.
Dentro de los exvotos se encuentran algunos que fueron hechos por encargo de un donante y otros por la propia mano del que recibe el milagro, proliferan en ciertos períodos de tiempo la expresión plástica porque muchos de los habitantes tanto de la ciudad de México como del Estado de México no sabían escribir o redactar un texto explicando el hecho, además de continuar con una costumbre prehispánica de llevar figurillas a sus deidades cuando recibían un favor.
Los exvotos son expresiones tangibles, frutos de gratitud, humildad y sencillez que encarnan y plasman una fe viva que conoce su necesidad de “pedir con todo el corazón” la Señor las necesidades de uno. Ciertamente los exvotos se exultan con la alegría de haber sido escuchado y los orantes se sienten obligados por la caridad de expresar su acción de gracias al Señor, estamos muy cerca de Dios.
Ciertamente debemos muchísima gratitud a todos los que han colaborado por los siglos de conservar y transmitirnos esta colección de exvotos pidiendo y agradeciendo a la Santísima Virgen de Guadalupe y a su hijo predilecto, San Juan Diego.
Tales expresiones nos sirven como ventajas para conocer algunas de las maravillas que ha hecho Dios desde el siglo XVI por la intercesión de la Virgen y San Juan Diego. Si caminamos por las siguientes páginas con ojos de aprecio y sentimientos de cariño sincero, estos exvotos nos servirán para profundizar una fe viva, una humildad más honda, y una alegre gratitud más devota al mismo Dios que sigue actuando en nuestras vidas por medio de la intercesión de la Virgen Guadalupana y San Juan Diego.
El Nican Moctepana.
Exvotos del Siglo XVI
.-Cuando por vez primera la llevaron al Tepeyacac, luego que se concluyó su templo, aconteció el primero de todos los milagros que ha hecho. Hubo entonces una gran procesión, en que la llevaron absolutamente todos los eclesiásticos que había y varios de los españoles en cuyo poder estaba la ciudad, así como también todos los señores y nobles mexicanos y demás gente de todas partes. Se dispuso y adornó todo muy bien en la calzada que sale de México hasta llegar al Tepeyacac, donde se erigió el templo de la Señora del cielo. Fueron todos con grandísimo regocijo. La calzada rebosaba de gente; y por la laguna de ambos lados, que todavía era muy honda, iban no pocos naturales en canoas, algunos haciendo escaramuzas. Uno de los flecheros, ataviado a la usanza chichimeca, estiró un poco su arco y, sin advertirlo, se disparó de repente la flecha e hirió a uno de los que andaban escaramuzando, al que le traspasó el pescuezo, y allí cayó. Viéndole ya muerto, le llevaron y tendieron delante de la siempre Virgen nuestra Reina, a quien invocaron los deudos, para que fuera servida de resucitarle. Luego que le sacaron la flecha, no solamente le resucitó, sino que también sanó del flechazo: no más le quedaron las señales de donde entró y salió la flecha. Entonces se levantó: le hizo caminar, infundiéndole alegría, la Señora del cielo. Toda la gente se admiró mucho y alabó a la inmaculada Señora del cielo, Santa María de Guadalupe, que ya iba cumpliendo la palabra que dio a Juan Diego, de socorrer siempre y defender a estos naturales y a los que la invoquen. Según se dice, este pobre se quedó desde entonces en la bendita casa de la santa Señora del cielo, y se daba a barrer el templo, su patio y su entrada.
• En el año de mil y quinientos y cuarenta y cuatro, que hubo pestilencia, se despobló mucho la gran ciudad. Diariamente sin género de duda pasaban de cien las personas que eran enterradas. Así que viendo los reverendos frailes de nuestro señor san Francisco que no se aplacaba, y que nada se le aplicaba propiamente; que caminaba a uno y otro lado y que Nuestro Señor, por quien se vive, destruía la tierra, proveyeron que se hiciera una procesión y que fueran todos al Tepeyacac. Los reverendos padres congregaron a muchísimos niños, mujeres y hombres, que apenas pasaban de seis y siete años; los que se fueron disciplinando durante la procesión, que salió del templo de Tlatelolco; y por todo el camino fueron invocando a Nuestro Señor, para que se doliera de su pueblo; que cesara su enojo y que se apiadara solamente por amor de su preciosa Madre, nuestra Purísima Reina, Santa María de Guadalupe del Tepeyacac. Así llegaron al templo, donde los religiosos hicieron muchas oraciones. Y quiso Dios, por quien se vive, que por intercesión y ruegos de su piadosa y bienaventurada Madre, luego se fue aplacando la enfermedad: al otro día, ya no se sepultó mucha gente; al fin, quizás dos o tres personas, hasta que cesó la epidemia.
• Al principio, recién llegada la fe a esta tierra, que hoy se nombra Nueva España, muchísimo amó, socorrió y defendió la Señora del cielo, la purísima santa María, estos naturales, para que se rindieran a la fe, abominando la idolatría, con que andaban desatinados por el mundo, en la obscura noche en que los tenía esclavizados el demonio. Y para que la invocasen y confiasen en su poder, se apareció a dos de los naturales. El primero que alcanzó la merced de la preciosa imagen de nuestra purísima Reina, que está aquí cerca de la ciudad en México, fue Juan Diego en el Tepeyacac de Guadalupe; luego, la imagen que se nombra de los Remedios, se apareció a don Juan en Totoltépec. La vio que estaba entre los magueyes, en la cumbre de un cerrillo, donde ahora está su templo; la llevó a su casa, donde la guardó algunos años; y después le dispuso un pequeño temple enfrente de su casa, para trasladarla allí. Al cabo de algún tiempo que allí estuvo; le dio a don Juan la peste Viéndose muy malo, que ya no podía escapar y levantarse, suplicó a sus hijos los naturales de Totoltépec que le llevasen al Tepeyacac, donde está nuestra purísima y preciosa Madre de Guadalupe, que dista quizá más de dos leguas de Totoltépec; porque sabía que la Señora del cielo sano a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, y natural de Santa Clara Quauhtitlan, a quien de igual manera había dado la peste; y sabía de todos los milagros que había hecho. Al punto le acostaron en una cama de tablas y le llevaron al Tepeyacac: después que le tendieron en presencia de la Señora del cielo, nuestra bendita Madre de Guadalupe, le rezó con lágrimas, se humilló delante de ella y le pidió que le hiciera el beneficio de curar su cuerpo; que quizá podía tenerle otros días en este mundo, para servirle a ella y a su precioso Hijo. Acogió ella benignamente la piadosa oración: se alegró mucho y se rió, al verle, y lo manifestó amor cuando le habló: “Levántate; ya estás sano; vuelve a tu casa. Te ordeno que en la cumbre del cerro, donde están los magueyes y viste mi imagen, erijas el templo en que ha de estar.” Y le mandó que hiciera otras cosas. Al momento sanó. Después de rezar y darle rendidas gracias por su beneficio, se volvió a su casa, ya por su pie: ya no le llevaron en brazos. Luego que llegó, puso manos a la obra de erigir el templo a la preciosa imagen de la Señora del cielo, que se nombra de los Remedios, donde ahora está. Concluido su templo, ella entró y por sí misma se colocó en el altar, como hoy está y según está pintada en todos sus milagros.
• Un noble español, de esta ciudad de México, llamado don Antonio Carvajal, yendo para Tollantzinco, llevó en su compañía a otro joven pariente suyo. Habiendo pasado por el Tepeyac, entraron un momento al templo de nuestra purísima y preciosa Madre de Guadalupe; y allí de prisa rezaron y saludaron a la Reina del cielo, para que los socorriera y defendiera, y lo hiciera llegar con bien adonde iban. Después que salieron, yendo ya en camino, fueron platicando de la Purísima; de cómo se apareció su preciosa imagen, que fue muy prodigiosamente; y de los diferentes milagros que había hecho, para favorecer a los que la invocaban. Al ir caminando, el caballo en que iba el mancebo, se medió cayó, porque se enojó o porque algo lo asustó; y partió violentamente y corrió por barrancos y peñascos, mientras que él en vano con todas sus fuerzas tiraba del freno, sin poder detenerlo: casi media legua le hizo caminar, en tanto sus compañeros querían inútilmente atajarlo. Ya no hubo manera de que lo lograsen; iba como llevado por el viento. Luego lo perdieron de vista; pensaron que quizá en alguna parte fue a hacerlo pedazos, porque adonde corrió derecho era muy peligroso lugar, de muchos barrancos y peñascos. Pero quiso Nuestro Señor, y su piadosísima y bienaventurada Madre, salvarle. Cuando acertaron a hallarle, estaba el caballo parado, con la cabeza baja y en esta manera, con las manos dobladas: ya no podía moverse. El joven colgaba de un pie, pegado al estribo. Mucho se asombraron al verle, de hallarle vivo; que nada le pasó ni se lastimó en parte alguna. Al punto le tomaron en brazos y le sacaron el pie. Cuando se enderezó, le preguntaron cómo se había librado, pues nada le sucedió; y él les dijo: “Ya visteis que, al salir de México, pasamos de prisa por la casa de la Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe, de donde nos vinimos, admirados de su bendita imagen, a la que estuvimos rezando. Después, por el camino Vinimos platicando de todos los milagros que ha hecho; y de cómo se apareció muy prodigiosamente su santa imagen. Todo lo guardé muy bien en mi memoria. Así es que cuando vi que me puse en gran peligro; que de ninguna manera podía librarme; que en todo caso iba a perderme y a morir, y que carecía de todo auxilio, entonces con todo mi corazón invoqué a la purísima Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe, para que se apiadase de mí y me socorriera; e inmediatamente vi. que ella misma, así como está aparecida en la preciosa imagen de nuestra Reina de Guadalupe, me socorrió y me salvó: cogió del freno al caballo, que luego se paró y la obedeció y se inclinó, al parecer, delante de ella, doblando las rodillas, así como estaba al tiempo que habéis llegado.” Por ello alabaron fervorosamente a la Señora del cielo; y luego siguieron su camino.
• Estaba en cierta ocasión un español, rezando de rodillas ante la Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Y sucedió que se cortó la cuerda de que, enfrente, colgaba una lámpara grande, muy pesada, la cual se vino derecho y acertó a caer sobre la cabeza de aquél. Todos los que allí estaban, pensaron que acaso había muerto y le había quebrado la cabeza, o que le había herido gravemente, porque se desprendió de muy alto. Pero no sólo nada le sucedió, y en ninguna parte se lastimó, sino que ni la lámpara se abolló o quedó algo maltrecha; el cristal no se quebró; no se derramó el aceite que tenía; y no se apagó el fuego, que estaba ardiendo. Toda la gente admiró mucho el milagro que en esta vez hizo la Señora del cielo.
• El Licenciado Juan Vázquez de Acuña la tuvo bajo su guarda, como vicario que fue muchos años. Una vez sucedió, que, ya para decir misa en el altar mayor, se apagaron todas las velas. El sacristán fue primero a hacer fuego; pero se tardó mucho. Y el sacerdote, que estaba esperando que encendiera las velas, vio salir de los resplandores de la Señora del cielo así como dos llamas o relámpagos, que vinieron a encender las velas de tino y otro lado. Mucho se maravillaron de este milagro todos los que estaban en el templo.
• A poco que se mostró la Señora del cielo a Juan Diego y muy prodigiosamente se apareció su preciosa imagen, hizo muchos milagros. Según se dice, también entonces abrió la fuentecita, que está a espaldas del templo de la Señora del cielo, hacia el oriente; en el punto donde salió al encuentro de Juan Diego, cuando éste dio vuelta al cerrillo, para que no le viera la Señora del cielo, queriendo ir primero a llamar al sacerdote. Confesara y dispusiera a su tío Juan Bernardino, el cual estaba muy grave; allí mismo donde ella le atajó y le despachó a cortar flores en la cumbre del cerrillo; donde también le mostró el llano en que se había de erigir el templo; y donde, finalmente, le envió a ver al señor obispo, a quien remitió las flores, que eran señal y prueba de su voluntad, para que se le hiciera un templo: todo lo cual ya se dijo brevemente. El agua que allí mana, aunque se levanta, porque burbujea, no por eso rebosa: y no camina mucho sino muy poquito: es muy limpia y olorosa, pero rió agradable; es algo ácida y apropiada a todas las enfermedades de quienes la beben de buen grado o con ella se bañan. Por eso son incontables los milagros que con ella ha hecho la purísima Señora del cielo, nuestra preciosa madre santa María de Guadalupe.
• A una española, moradora de esta ciudad de México, empezó a hinchársele el vientre, como hidrópica, y parecía que le iba a reventar. Hicieron experiencias los médicos españoles, aplicándole diferentes medicinas; nada le hizo bien ni le aprovechó; antes le iba creciendo. Ya hacía diez meses que tenía la enfermedad, y estaba cierta de que ya no podía sanar y que iba a morir, si no la sanaba la Señora del cielo, la purísima Santa María de Guadalupe. Mandó que la transportasen en angarillas al Tepeyacac, a la casa de la Señora del cielo; de mañana la levantaron y la llevaron al templo y la tendieron en su presencia; le rogó luego con todo su corazón que tuviese piedad de ella y le diera la salud; delante de ella se humilló y lloro. Pidió que le dieran un poco de agua de la fuentecita, para beber; y así que la bebió, se templó su cuerpo y empezó a dormir. Pasado el mediodía, cuando iba a sonar la una, los que la llevaron habían salido un rato afuera, a admirarse de muchas cosas, dejándola a ella sola, mientras que durmió y se templó su cuerpo. Uno de los naturales que, por el voto que hacen, andaba barriendo el templo, al ver que por debajo de la mujer salía una víbora muy espantable, de una brazada y un jeme de largo, y muy gruesa, se asustó mucho y dio voces a la española enferma; quien luego despertó, se enderezó muy asustada, gritó para llamar; y mataron la víbora. Al momento sanó y se le bajó el vientre. Cuatro días más permaneció allí, rezando diariamente a la Señora del cielo, que le hizo el beneficio de curarla; y cuando regresó, ya no la trajeron en brazos, sino que volvió por su pie, muy contenta de que nada le dolía. A un noble español, morador de esta ciudad de México, le dolían fuertemente la cabeza y las orejas, que parecía que le iban a reventar; nada le hacía bien y ya no podía sufrir. Mandó que le llevaran a la bendita casa de la Purísima, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Luego que llegó a su presencia, le rogó con todo el corazón que le favoreciera y le sanara; e hizo voto de que, si le sanaba, le haría la ofrenda de una cabeza de plata. Y acababa de llegar, cuando sanó. Casi nueve días permaneció en la casa de la Señora del cielo; y se volvió a la suya, contento; ya nada le dolía.
• A una joven llamada Catalina, estaba hidrópica. Viendo que nada le hacía bien; que estaba muy grave y que los médicos decían que no se había de levantar, sino que moriría, suplicó que la llevasen al templo de la Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Así que la llevaron, le rogó con todo el corazón que le diera la salud; fueron luego a cogerla y la sacaron dos hombres; ella puso todo su empeño en llegar adonde está la fuente; con toda confianza bebió del agua que allí mana, y quedó sana al punto. Parecía que por todas partes le salía el aire, mayormente por la boca, en cuanto bebió el agua. Ya estaba sana, no le dolía nada, cuando visitó el templo de la Señora.
• Un fraile descalzo de san Francisco, llamado Fray Pedro de Valderrama, tenía muy malo el dedo de un pie: nada le podía ya remediar, si no se lo cortaban, porque tenía cáncer pestífero. Apresurada-mente le llevaron a la bendita casa de la celestial Señora de Guadalupe; y así que llegó a su presencia, desató el trapo con que estaba envuelto el dedo de su pie, que mostró a la Señora del cielo, rogándole con todo su corazón que le sanara. Al momento sanó, y a pie se volvió gozoso a Pachuca.
• También un noble español, llamado don Luis de Castilla, tenía un pie muy hinchado. Estaba muy malo, porque se pudría, y ya nada le aplicaban los médicos para curarle. Estaba cierto de que iba a morir. Según se dice, el religioso de que se habló antes, le refirió que le había sanado la Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Luego ordenó que los plateros le hicieran un pije de plata, tan grande como su pie; y lo envió, para que en su templo, y delante de ella, lo colgaran, encomendándose a ella con todo su corazón, para que le sanara. Cuando salió el mensajero que vino a dejarlo (el pie de plata), estaba (el enfermo) tan grave que se quería morir; y cuando volvió, le encontró bueno: ya le había sanado la Señora del cielo.
• Un sacristán llamado Juan Pavón, encargado del templo de la Señora del cielo, nuestra amada Madre de Guadalupe, tenía un hijo, al que se le hizo una hinchazón en el pescuezo y estaba muy malo: ya se quería morir y no podía tomar aliento. Le llevó a presencia de ella y le untó aceite de la lámpara que estaba ardiendo. Al punto sanó: la Señora del cielo le hizo el beneficio.
• Primero cuando se apareció la preciosa imagen de nuestra purísima Madre de Guadalupe, los habitantes de aquí, señores y nobles, la invocaban mucho, para que los socorriera y defendiera en sus necesidades; y a la hora de su muerte, se entregaban completamente en sus manos. Uno de éstos fue don Francisco Quetzalmamalitzin, señor de Teotihuacan, cuando se destruyó el pueblo y quedó desamparado, porque se opusieron a ser privados de los frailes de San Francisco. Quería el señor visorrey don Luis de Velasco que los tuvieran a su cargo los frailes de san Agustín; lo que estimaron los vecinos como una gran molestia. Don Francisco, el señor, y sus cortesanos, no más andaban escondiéndose, porque en todas partes los buscaban. Al cabo vino a Azcapotzalco, y secretamente se llegaba a rogar a la celestial Señora de Guadalupe que inspirase a su querido hijo el visorrey y a los señores de la Audiencia Real, a fin de que fuesen perdonados los vecinos; que pudiesen volver a sus casas y que de nuevo les fuesen dados los frailes de San Francisco. Así sucedió exactamente: se perdonó a los vecinos, al señor y a sus cortesanos; otra vez les dieron frailes de san Francisco, que a su cargo los tuviesen; y todos volvieron a sus casas, sin ser ya por eso molestados. Lo cual sucedió en el año de mil y quinientos y cincuenta y ocho. También, a la hora de su muerte, se encomendó don Francisco a la Señora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe para que diera favor a su alma; y le hizo manda en su presencia, según aparece de los primeros renglones de su testamento, que fue hecho a dos de marzo del año de mil y quinientos y sesenta y tres.
Estando ya en su santa casa la purísima y celestial Señora de Guadalupe, son incontables los milagros que ha hecho, para beneficiar a estos naturales y a los españoles, y, en suma, a todas las gentes que la han invocado y seguido. A Juan Diego, por haberse entregado enteramente a su ama, la Señora del cielo, le afligía mucho que estuvieran tan distantes su casa y su pueblo, para servirle diariamente y hacer el barrido; por lo cual suplicó al señor obispo, poder estar en cualquiera parte que fuera, junto a las paredes del templo, y servirle. Accedió a su petición y le dio una casita junto al templo de la Señora del cielo; porque le quería mucho el señor obispo. Inmediatamente se cambió y abandonó su pueblo: partió, dejando su casa y su tierra a su tío Juan Bernardino. A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del cielo, la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba; comulgaba; ayunaba; hacía penitencia; se disciplinaba; se ceñía cilicio de malla; se escondía en la sombra, para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo. Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivieron castamente: su mujer murió virgen; él también vivió virgen; nunca conoció mujer. Porque oyeron cierta vez la predicación de Fray Toribio Motolinía, uno de los doce frailes de san Francisco que habían llegado poco antes, sobre que la castidad era muy grata a Dios y a su Santísima Madre; que cuanto pedía y rogaba a la Señora del cielo, todo se le concedía; y que a los castos que a ella se encomendaban, les conseguía cuanto era su deseo, su llanto y su tristeza. Viendo su tío Juan Bernardino que aquél servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar ambos juntos; pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron; porque así había dispuesto la Señora del cielo que él solo estuviera. En el año de mil y quinientos y cuarenta y cuatro hizo estación la peste, y le dio a Juan Bernardino: cuando se puso grave, vio en sueños a la Señora del cielo, quien le dijo que ya era hora de morir; que se consolara y no se turbase su corazón, porque ella le defendería en el trance de su muerte y le llevaría a su palacio celestial, en razón de que siempre se había consagrado a ella y la había invocado. Murió el quince de mayo del año que se ha dicho; y fue traído al Tepeyacac, para ser sepultado dentro del templo de la Señora del cielo; lo que así se hizo de orden del obispo. Tenía ochenta y seis años, cuando murió.
Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió, en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo, le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años, cuando murió. La Purísima, con su precioso Hijo, llevó su alma adonde disfruta de la gloria ‘celestial. ¡ Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo. Así sea.
Los Retablos Populares en la capilla de indios en el Santuario del Tepeyac.
Los retablos provenientes del Tepeyac se clasificaran por: Enfermos adultos en cama; enfermos Niños, enfermedades comunes; accidentes; Prótesis y curaciones, Caballos y Paisajes; fuego; crímenes; guerra; Barcos; Agua.
Enfermos adultos en cama.
• Se ven sobre camas de metal a una adulta y dos niños tapados por cobijas y el donante suplicando un milagro a la Virgen de Guadalupe sobre la cabecera de su esposa. Es un cuarto de con pisos de madera.
“...Virgen María Santísima de Guadalupe, Madre nuestra, una ves mas te doy gracias, por haber salvado mi hogar de la mas horrenda desgracia. Yo tu hijo Salvador Morelos...”
• Un cuarto con la puerta entreabierta, un ropero una cama sobre la cual esta enferma una mujer de edad cubierta con una cobija roja, el techo de viguería, la donante de rodillas tapada con un rebozo suplica a la Santísima Virgen de Guadalupe un milagro para la curación de su madre agonizante.
“...Dedico la presente a la Santísima Madre Virgen de Guadalupe por haberme concedido el alivio de mi madre. J. Tinajero...”.
• “...El 23 de Junio de 1879 se enfermo de parto L Arellano y siendo amortajada.
• “...El día 10 de Mayo de 1885
• Un hombre agonizante sobre una cama y tapado con una cobija roja una medalla de la Santísima Virgen de Guadalupe y un hombre con sombrero, chamarra y pañuelo amarrado al cuello.
“...Virgen de Guadalupe te doy gracias que me aliviaste a mi esposo de una enfermedad peligrosa Ángela González, Miguel Zacarías, 4 1947...”
• Una silla y enfrente una cama de madera en la que esta un enfermo grave cubierto con una cobija blanca pide a la Virgen de Guadalupe un milagro.
“...Juan S Reyes natural de San Mateo Atenco del Estado de México estando en Villahermosa capital de Tabasco el 20 de Diciembre del Año de 1924, estando grave de una fuerte enfermedad sin esperanza ya en su alivio invoque mi dolor a el auxilio del todo peligro por intercesión a la Santísima Virgen de Guadalupe que se venera en el Santuario del Tepeyac quedando enteramente restablecido. Por tan singular beneficio recibido...”
• Una mujer con dos niños ruegan por la curación de su esposo y padre, quien esta sobre una cama cubierto con una cobija blanca.
“...Doy gracias a la Virgen de Guadalupe por haberme concedido la salud de mi esposo que se vio de muerte. M. L. C. Tacaba mayo 28 de 1940...”
• Un cuarto amplio con techo de vigueria y madera, en una esquina se encuentra un altar con una cruz y en la pared un cuadro de un santo a un lado ganchos con ropa colgada, un baúl de madera una silla y un enfermo acostado y tapado con una manta de cuadros a su lado una mesita con un baso y una botella de medicina, una mujer de rodillas y sosteniendo un ramo de flores suplica la intervención de la Virgen de Guadalupe para que le cure a su esposo.
Mujer de rodillas pidiendo la Sanación por una enfermedad.
“...Concepción G. De Bonilla- dedica el presente en acción de gracias por el milagro de haber sanado de penosa enfermedad, a su esposo, Agosto de 1920...”
• Una ventana abierta deja ver el paisaje y las copas de dos árboles, dentro un cuadro de la virgen de Guadalupe colgando de la pared arriba de la cabecera de la cama de una enferma que se tapa con una cobija blanca de cuadros.
“...Doy gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe por haberme aliviado de las enfermedades que padecí durante mucho tiempo. México D. F., a 2 de Febrero de 1954, Maria de j. Magaña...”
En un hospital un hombre de rodillas pide por sus hijos y mujer enfermos.
Un hombre agradece a la virgen de Guadalupe por una enfermedad que ha sido sanado.
Un hombre enfermo en cama espera la salud por la intercesión de la Virgen de Guadalupe y de Jesús.
Agradece la curación de su enfermedad a la Virgen de Guadalupe.
Una mujer ruega a la Virgen para que un enfermo se cure de su enfermedad.
Una mujer en su lecho de enferma ruega a Maria de Guadalupe su recuperación.
Niños enfermos en cama.
• Una puerta abierta con una ambulancia a la puerta, un cuadro de un paisaje sobre la pared, un cuadro de la Virgen de Guadalupe, dos sillas, una mesa y un ropero y sobre una cama esta acostada una pequeña moribunda tapada con una manta blanca, una mujer llorando ruega por la salud de la niña.
“...Dedico este retablo a la Virgen de Guadalupe por el milagro hecho a la niña Elvira Segovia encontrándose grave de el día 5 de agosto del presente año e invoque en el nombre de la Virgen de Guadalupe volvió a la vida. México 7 de Agosto de 1943. J. Segovia...”
.-“...El día 8 de noviembre de 1911. el niño Pedrito Mendoza de la edad de 4 años 2 meses se vio en peligro de perder su vida de una enfermedad que no se le encontraba remedio, su padre Manuel Mendoza invoco a la Virgen Santísima de Guadalupe, y a los 8 días del mes de Enero de 1912 quedo bueno y sano y en acción de gracias dedico este retablo, Tlatelolco, enero de 1912...”
• “...Le doy gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe por haberme salvado a mi y a mi hijito de una enfermedad grave. Rosa Paredes de Herrera...”
.-Señora Beatriz Correón da las gracias a la Virgen de Guadalupe por haberle salvado a su hijita de una operación que sufrió. México, d. F., a 4 de Marzo de 1946...”
Enfermedades comunes.
.-Ante el Altar de la Santísima Virgen de Guadalupe dentro de una Iglesia están arrodillada una señora de negro con dos niñas y un niño a su lado.
Ante el altar de la Guadalupana una mujer y sus hijos imploran por un enfermo.
“…Dedico este retablo a la Santísima Virgen de Guadalupe en prueba de mi mas sincero agradecimiento por haberme Salvado de una fuerte hemorragia. Ana Maria Zúñiga. No tiene fecha…”
.—En una iglesia a un lado de una columna una mujer vestida de negro y con velo ruega a la Virgen de Guadalupe que la sane.
.-Una mujer da gracias a la Virgen Santísima de Guadalupe por el milagro recibido.
“…Doy gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe, por haberme sanado de una enfermedad del riñón. Abril 11 de 1949. Guadalupe J. De. Espinosa…”
5.3.3.-En un amplio cuarto con una puerta de vidrios al fondo una cama vacía y tres sillas y arriba las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de la Soledad y en el otro extremo una mujer vestida de azul en embarazada; con el pelo largo en pose de imploración ruega su curación.
“…El 27 de diciembre de 1884 hallándose la señora Soledad Picazo de un mal parto se invoco a la santísima Virgen de Guadalupe y de la Soledad en la que quedo sanada…”
• En un cuarto están arrodillados cuatro personas en posición de oración una mujer con falda larga azul y manto blanco con el pelo recogido tiene en sus manos un bebe y a su lado dos niños descalzos y vestidos de blanco y adelante un hombre con calzón y camisa blancos y manta roja ante la virgen de Guadalupe le pide su curación.
Un hombre de rodillas junto con sus hijos y su mujer dan gracias a la Virgen de Guadalupe por un favor recibido.
.-“…Macario Montalvo estando gravemente enfermo invoca con el alma a nuestra Divina Madre de Guadalupe: y recobro la salud. El y su familia le dan gracias…”
.-En un hermoso campo sobre un camino una mujer joven da gracias a Juan Diego por haberla curado de una enfermedad grave, el Santo con su Aureola que le circunda la cabeza sobre una nube escucha a la joven, la nube sobre un hermoso maguey.
Una joven mujer de rodillas en pleno campo da gracias a Juan Diego por el milagro recibido.
Prótesis y curaciones.
• Se ve una cama de metal con una cobija blanca con cabecera y piecera que esta sin nadie acostado, la Virgen de Guadalupe en una nube la mira y un niño de pantalón corto y camisa roja camina con dificultad mientras que sus dos muletas descansa sobre la pared.
Un niño camina sin muletas demostrando el milagro de la Virgen de Guadalupe.
“…Doy gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe por haber devuelto la salud a mi hijo Jesús López R que fue atacado por la polio el 23 de mayo de 1957 a la edad de nueve años padeciendo 6 meses dicha enfermedad y gracias a la Virgen ya puede dar sus primeros pasos y recobrar su salud por completo por lo que le dedico este humilde retablo en acción de gracias Gómez Palacio , Durango DGO. 1958, tu hija Natividad A de López…”
Por accidente por carros.
.-“...Doy infinitas gracias a la Virgen Santísima de Guadalupe por haber salvado la vida a mi hijo seriamente atropellado agradecida dono el presente retablo...”
Un joven es atropellado por un camión cuando se trasportaba en su bicicleta pero la Virgen lo salva.
• En una moderna calle de la ciudad de México con altos edificios y una escuela, a la izquierda la imagen Guadalupana esta observando un gran coche rojo manejado por un hombre que parece atropellar a una niña que va con su madre y despide ayuda a la Virgen de Guadalupe.
Una pequeña es sujetada por el brazo por su madre cuando está a punto de ser atropellada por un coche.
Accidente por caídas.
• “...El señor Juan Cervantes estando trabajando en una mina de Arena, se cayo hacia el fondo de esta, al momento se encomendó a Nuestra Señora de Guadalupe, salvándole la vida y estando enfermo, su Sra. Inés Echegaray le pidió a la Virgencita le concediera su alivio, y en acción de gracias dedican el presente. Mixcoac, D, F., a 24 de Junio de 1956...”
Un jinete cae de un caballo y la Virgen lo Salvo de morir.
Accidentes por tren.
• En el campo se ve una larga vía y al fondo de esta un tren se pierde, a un lado de la vía un hombre atropellado esta tirado y junto a el dos mujeres lloran arrodilladas y implorantes pidiendo a Nuestra Señora de Guadalupe, a Cristo Crucificado y a la Dolorosa que lo sanen.
En un camino un camión cae en una emboscada y un pelotón mata a algunos militares salvándose uno de ellos por intercesión de la Virgen de Guadalupe.
.-En este retablo se ve una vía de tren y sobre ella un tranvía tirado por caballos atropellan a un hombre, tres mujeres y un niño a su lado suplican a la Virgen de Guadalupe su intervención para que lo salve.
Un hombre es atropellado por un tranvía jalado por caballos, la esposa ruega a la Virgen de Guadalupe por la salud del esposo.
Accidentes en barcos.
.-Un gran buque en medio del mar esta en llamas mientras la Virgen de Guadalupe lo observa.
“…Doy gracias a la Santísima Virgen de Guadalupe por librarme de un peligro. Abril de 1964, Demetrio Noriega…”
• Frente a las Costas una gran nave esta a punto de hundirse por una gran tormenta y la Virgen de Guadalupe la esta viendo, este exvoto esta fechado para el año de 1790, no contiene información escrita.
Un gran barco está casi naufragando por una tormenta, el capitán pide a la Virgen de Guadalupe la salvación de su nave y los pasajeros.
Agua
• Una gran inundación esta por destruir una casa a las orillas del mar, este exvoto recuerda este hecho milagroso donde por la petición de una persona se logro conservar la vida de los dueños y intacta la propiedad fechado para el siglo XIX.
Una gran inundación destruye un poblado y la gente pide que se salve el pueblo y sus habitantes.
Crímenes.
• “…La Señora Cristina Gómez encomendó a la Virgen de Guadalupe al Sr. Ricardo Villa Gómez y el Sr. Vicente Becerra de un crimen falso sin ninguna aclaración. Damos gracias. P. Gra...”
• Un retablo que nos muestra una gran variedad de colores muy vivos y representa a la Virgen de Guadalupe sostenida por un gran cerro entre cañaverales, al fondo un gran lago y una mujer vestida de blanco y un rebozo negro arrodillada suplica a la Virgen por su esposo con ella están dos hijos y una hija, los dos primeros portan velas.
• “...Este presente, a la Santísima Virgen de Guadalupe como un recuerdo a un favor recibido en el año de 1911...”
Un policía es asaltado por un criminal y este pide a la Virgen de Guadalupe y a San José que lo salven.
Por rayo.
• Al fondo de este retablo exvoto se extiende una gran sierra, que se corta por un río que nace en un valle interno y corre formando un gran cañón.- encima de uno de los cerros se ven tres cruces y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y frente al primer cerro otro más alto, se ve que desde este último en su cima un hombre parece desbarrancarse por una fuerte tormenta que le cae un rayo.
Un hombre ruega a la Virgen de Guadalupe que lo salve de los rayos que caen.
Guerra.
• “...Recibió un balazo en la estación del Guage, el joven Tomas Carranco y su familia invoco a la Santísima Virgen de Guadalupe pidiéndole que volviera en si, quedo aliviado...”
• Este retablo se trata de un paisaje con un cerro alto al fondo y la imagen de la Virgen de Guadalupe; a la derecha una estación del ferrocarril con un tren parado, un militar a campo abierto dispara su arma contra una persona joven.
En plena batalla una mujer ruega a la Virgen Salve al hombre que esta por morir.
Unos soldados estas emboscando un tren y un camión y la Virgen de Guadalupe salva a los pasajeros.
Están por matar unos soldados a una mujer y pide que la salve la Virgen de Guadalupe.
Por fuego.
Un hombre en una fogata esta por quemarse y la Virgen de Guadalupe lo Salva.
Observaciones finales.
Representan una gran variedad de milagros referentes a la vida cotidiana donde los hemos podido clasificar por: enfermedades, accidentes, desastres naturales, injusticias y otras calamidades. La imaginería religiosa donde se reproducen los distintos milagros y peticiones hechas a la Morenita del Tepeyac y Tulpetlac así como al Santo Juan Diego, por quienes los artistas o donantes manifiestan una gran devoción estos exvotos están cargado de poder, un poder religiosos. Es como si las reliquias o el agua bendita estuvieran dotadas de una fuerza sobrenatural, lo queramos o no, incluso las palabras escogidas para expresar tanto amor como la gratitud, también son actuantes. Reafirman la historia de amor entre un ser humano y su benefactora y refuerzan la gratitud del primero. Pero además esta historia de amor y esta gratitud, al ser pintada sobre madera o metal, se vuelve no solo permanente sino también pública.
El ser humano es Incapaz de controlar los fenómenos meteorológicos o las catástrofes, el ser humano ha encontrado alivio en fuerzas animistas que invocan y agradece a su debido tiempo. Estas creencias lo condujeron a desarrollar un tipo distintivo de ofrenda: el regalo votivo, que obsequiaba a los seres sobre-naturales en agradecimiento por la ayuda otorgada, o para aplacar su fuerza y logros para que prevaleciera cierto orden. Su nombre, exvoto, proveniente del latín: ex de y votum, promesa, en otras palabras, un símbolo de agradecimiento de parte de un individuo o grupo de individuos por los favores recibidos.
Bibliografia
-Sánchez Lara Rosa María.-Los Retablos Populares Exvotos pintados. UNAM.1990.pg.19.
- Barba de Piña Chan, Dra. Beatriz 1996 p. 14
-Sahagún, Fray Bernardino. Historia General de las Cosas de Nueva España tomo I Ed. Porrúa 1977.
-De la Serna, Torquemada, Fray Juan de. Monarquía Indiana Libro X Cap. VII pag. 357.
-Róbelo diccionario de 1980 Vol. II, p. 656.
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