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lunes, 29 de abril de 2019

¿Somos más los buenos?



Por: Fernando Flores Bailón


Dostoyevski escribió “La gota de agua horada la piedra”. Ejemplos de esto hay bastantes, aunque uno en particular quiero traer a contexto. Se trata de la tan reiterada frase: “Somos más los buenos”, la cual refiere que a pesar de la crisis que acontece sobre el país en distintos rubros (en lo político, lo económico, en la seguridad), al final somos más los que no estamos coludidos con la corrupción, la impunidad o la delincuencia organizada. Se ha repetido tanto esta frase que se ha terminado por considerar verdadera y motivo de orgullo. Desde luego que se descubre como una mentira si bien se mira a nuestro alrededor y dentro de nosotros; así como hay malos políticos, policías y militares, también hay malos profesionistas, malos padres, malos ciudadanos. He de aclarar que al hablar de buenos no hago referencia exclusiva al sentido moral, sino también al sentido de eficiencia, como cuando decimos, “es un buen día para ejercitarse” o “es un buen libro el que te recomiendo”.

Malo o ineficiente es el transportista que no cobra lo justo, esto lo hace porque se siente con derecho al no haber recibido litros completos en la gasolinera, pues ineficientes son los dueños y las autoridades que miran hacia otro lado. Ineficientes son los que violan las leyes de tránsito tanto en vialidades automovilísticas como peatonales apoyados por la omisión de los mandos; malos son aquellos que roban luz o agua y se amparan diciendo que les falta trabajo o que su salario es bajo, por lo que sienten como justo obtener beneficios de una u otra manera; malos son aquellos que prescinden de su ética laboral con tal de obtener las cifras que se habían propuesto los jefes y directivos; así podríamos continuar escarbando; al final los malos son millones de mexicanos. Entonces, ¿dónde están esos buenos que se dice son mayoría? No es bueno aquel que evita hacer el mal, sino el que hace cosas buenas y eficientes. Si realmente hubiese tantos buenos este país no estaría en crisis, no existiría la corrupción, pobreza, ignorancia y violencia en la magnitud que padecemos; si fuesen más los buenos no se habría llegado a esta situación crítica. ¿Es real esta mayoría o es tan sólo una hermosa mentira?
Recordé lo dicho por Dostoyevski, cuando en un mismo día me topé, en tres ocasiones distintas, con la chocante frase: “Somos más los buenos”. Primero en un anuncio matutino por televisión; en la tarde, de camino al trabajo una mampara situada en una parada de transporte público, mostraba a un joven grafitero (sin perforaciones, tatuajes, sin cervezas o cigarros, esto muy a propósito me pareció) con una bicicleta a un lado, encabezaba esta imagen el lema “somos más los buenos”. La tercera vez fue por la noche cuando retornaba a casa, llevaba las tareas de mis alumnos, a los cuales les había pedido un ensayo sobre alguno de los contractualistas ingleses o franceses que habíamos visto en clase; sentado en el transporte público comencé a leerlos, uno en especial me atrajo por las ásperas críticas a los políticos mexicanos, me acercaba a las líneas finales del ensayo y ¡hela ahí! La conclusión del alumno decía “somos más los buenos”.

Este dicho no es una verdad, es tan sólo una mentira con consecuencias muy reales. Vino a reforzar el conformismo del mexicano, vino a apaciguar conciencias; las personas

repiten esta frase para no sentirse responsables de las groseras matanzas del crimen organizado, para no saberse partícipes de la corrupción y del mal gobierno. El ciudadano se tranquiliza a sí mismo, diciendo que él no es el que roba millones de pesos, cuando en realidad es un mal ciudadano tanto el que roba millones como el que roba unos cuantos pesos al no cobrar o pagar lo justo. Es un mal mexicano el que asesina a otro como malo es el que no hace algo para que prevalezca la justicia y la seguridad. Pero no hay que equivocarse, no se es buen mexicano yendo a pedir justicia a las autoridades o “exigirla” con manifestaciones para luego retornar a sus casas. He aquí otras de las ineficacias del habitante de este país, está más acostumbrado a pedir o exigir y esperar a que le solucionen sus problemas en lugar de actuar. Pedir, bajo esta lógica, es lo que también hace malo a un ciudadano mexicano. No basta con demandar, sino que es necesario construir justicia, siendo justos nosotros mismos.

“Somos más los buenos”, guardaré esta frase que con tanta insistencia aparece en nuestras vidas, aunque le doy un pequeño giro interpretativo, acompañado de honestidad. Considero que “somos más los buenos” para mentir, para robar, para no construir justicia, para hacer caso omiso ante los delitos, para fastidiarnos unos a otros; somos más los buenos para no sentirnos responsables de la crisis de nuestro país, para culpar y acusar a otros. Finalmente, somos más los buenos para engañarnos de que todo esto que hacemos es lo correcto.

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