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martes, 7 de agosto de 2018

Presidencialismo y nueva alternancia



Samuel Aguilar Solís


La dinámica del cambio político en México impone que revisemos la totalidad de las estructuras de poder. Éstas se han ido modificando en el proceso mismo de transición y antes en el de liberalización. Ahora, la nueva alternancia política consolida la posición de revisar el diseño institucional para adecuarlo a las nuevas condiciones políticas y sociales, pero también para poder desarrollar los cambios cualitativos, estructurales que signifiquen un verdadero cambio de régimen político.
En otras palabras, la alternancia política significaba que un nuevo diseño institucional y constitucional debía implantarse como parte sustancial de la transición. No bastaba que un partido de oposición ganara las elecciones presidenciales para que la democracia se consolidara, máxime cuando quien ahora ha perdido no es un partido cualquiera, sino uno que duró en el poder (con 12 años de interrupción por los dos sexenios del PAN), 77 años junto con la Presidencia de la República -como institución- pieza fundamental en la conformación y consolidación del sistema político mexicano. Por ello es importante definir las nuevas “reglas del juego” democrático, las normas constitucionales del nuevo entorno político y sentar las bases de lo que se ha hecho llamar un cambio verdadero.
El proceso de liberalización del antiguo régimen político vivido desde 1977 y la transición desde los años 80 se consolidó con la alternancia política en la Presidencia de la República en el 2000 resultado del voto de los ciudadanos pero con el llamado tsunami de Morena hoy vemos justamente que esa institución -la Presidencia- que si bien fue la que definió al régimen político gobernado por el PRI, hoy esa institución puede volver a cumplir las funciones que mantenía antes del 2 de julio del 2000. La Presidencia Imperial, como la llamó Krauze ¿está extinta? ¿el Presidencialismo que definió al régimen priista está de vuelta? ¿Cómo debe ser la presidencia de la nueva alternancia?
¿Qué debe cambiar del Presidencialismo mexicano tradicional? ¿Hay la intención y la visión del partido ganador y su virtual Presidente de hacer un rediseño constitucional e institucional de la Institución Presidencial? O, ¿estamos asistiendo al nacimiento de una reedición del Presidencialismo autoritario mexicano? ¿Hay un “gatopardismo” del Presidencialismo mexicano? ¿Se puede construir una presidencia democrática, con acciones, ideologías decimonónicas y estrategias mediáticas? ¿Y este “nuevo” presidencialismo fortalecerá nuestra democracia o justo será una regresión?
A estas interrogantes y algunas otras deberemos dar respuesta y el papel de la oposición y de la sociedad a través de las redes y de la opinión pública será fundamental. México ha dado pasos importantes institucionales y podemos afirmar que la historia del caudillismo ya la hemos vivido, y no precisamente para bien del país o como un avance democrático.
Es por ello que poner al día las instituciones y que su accionar se dé con apego a la ley y sólo a ella no es malo; en cambio, no hacerlo no sólo impedirá consolidar nuestra democracia, sino lo hasta hoy avanzado puede poner en el mediano plazo en un proceso de implosión al México que busca dar respuestas hacia una ciudadanía enojada e intolerante a quien la paciencia se le agota, pero también merece respuestas eficaces para mejorar sus condiciones de vida.

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