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jueves, 25 de junio de 2020

Se esmeran en quebrar Pemex






Darío Celis


Las decisiones que adopta el corporativo de Pemex están por darle la puntilla a la petrolera nacional, el baluarte del presidente Andrés Manuel López Obrador y sobre el cual quiere basar parte del bienestar del país.

Todo lo que sucede en la llamada 'empresa productiva del Estado' pasa por las decisiones y acciones del director de Administración, Marcos Herrería, mejor conocido adentro como el 'primer ministro'.

Este personaje ha implementado la estrategia de apretar a todos los contratistas, para lo cual instruye a su esbirro, Alberto Velázquez, el director de Finanzas, a que no pague facturas de trabajos realizados.

El famoso flow cash tiene la orden de Herrería de no pagar a un buen número de contratistas las obras ejecutadas desde hace varios meses, lo que pone a muchas empresas en riesgo de quiebra.

No contentos, Herrería y Velázquez fueron más allá: quieren borrar toda huella en el sistema de Pemex que dé a las empresas elementos para argumentar en un posible litigio que tienen cuentas por cobrar.

¿Cómo? Rechazando desde febrero la recepción de nuevas facturas por trabajos realizados, porque con esa acción no queda evidencia de lo que se debe y tampoco corren los tiempos en el sistema SAP.

De Octavio Romero mejor ya ni hablemos, porque el director general de Pemex está más ocupado en temas personales, lo que se ha convertido en una queja recurrente en los pasillos de Palacio Nacional.

Este manejo bizarro que se hace desde los escritorios de la Torre de Marina Nacional choca con la realidad de campo, donde los responsables de carne y hueso hacen malabares para cumplir las metas presidenciales.

Para Herrería es muy fácil pedir que se cumpla la instrucción de producción, pero no paga y sí exige a los técnicos que a su vez presionen a los contratistas para que terminen y entreguen en tiempo los trabajos.

Los que no entren a su juego que se atengan a la reducción de sus contratos o cancelación anticipada, no importa que ya lleven hasta cuatro meses de atraso en cobros y no puedan pagar a trabajadores y proveedores.

Pero todavía pinta peor la cosa, ya que la nueva orden para los responsables de campo es no aceptar facturar nada nuevo, o sea, que el financiamiento de la obra sea responsabilidad total del contratista.

El fin de esta historia parece claro: con todas estas acciones primero quebrarán a los contratistas, especialmente nacionales, sean nuevos y cercanos a la 4T, o los históricos, no importa.

Y después caerá como dominó Pemex, con lo que habrá que agradecerle los resultados de la estrategia de terror al 'ministro Herrerías', el poder real en Pemex, porque Romero simplemente no existe.

Que alguien le avise a López Obrador el batidillo que están haciendo en su baluarte.

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