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martes, 23 de abril de 2019

La palabra como alternativa de solución a la violencia




Por: Fernando Flores Bailón


¿Cuándo fue que las palabras perdieron su poder? ¿Por qué los oídos se han cerrado? Estas
preguntas no son ociosas, con las palabras hemos podido dar a entender a los demás: qué
sentimos, qué nos inquieta, qué nos anima o atemoriza. Gracias a la palabra nuestra especie
sobrevivió a las más adversas condiciones. Hogaño parece que esas adversidades han
quedado sepultadas en los anales de la prehistoria, la vida actual promete seguridad y
prosperidad, o al menos así nos hemos engañado. Si recordamos la situación de violencia que
se vive en el país, nos cuestionaremos esa supuesta seguridad y prosperidad. Si hace miles
de años la palabra ayudó a sobrevivir a nuestra especie, hoy día podría contribuir a
rescatarnos de la violencia que nos amenaza. Para ello es necesario atender aquello que otorga
el poder a las palabras y es causa de su aparecer, a saber, la razón.
Aunque en nuestro presente manejamos un vocabulario más vasto que hace miles de
años, la calidad de nuestra razón no es proporcional al volumen del lenguaje. ¿Cuándo fue
que las palabras perdieron su poder? Cuando la razón dejó de sostenerlas, cuando se les
arrancó de su suelo y se les colocó dentro de la vorágine consumista; es decir, las palabras se
tornaron objetos de consumo por lo que fueron condenadas a caducar. No niego que el
lenguaje es dinámico, sin embargo esto mismo hace que o bien progrese o bien se desgaste.
¿Por qué los oídos se han cerrado? Porque hemos sido bombardeados por las palabras desde
hace años, la avalancha de información, en la cual las palabras se amontonan y repiten hasta
la náusea, nos han ensordecido, nada parece ya digno de ser atendido; ¿cómo tener en cuenta
un encabezado de noticia que dice “asesinato”, “violencia”, “narcotráfico” cuando decenas y
decenas de encabezados emplean las mismas palabras aunque refiriéndose a distintos hechos
del país? Y esto día con día.
Son las víctimas de esa violencia las que comienzan a escuchar las palabras de una
manera clara y distinta, una persona que ha perdido un hijo, un hermano o esposo, está en
contacto con sus sentimientos, los cuales le son aclarados por la razón. Las víctimas son
conscientes de lo que están padeciendo, le nombran: dolor, rabia, injusticia, impotencia; sin
embargo, los oyentes al no atender desde la razón no pueden despertar la empatía o la
compasión (en el sentido original de la palabra). Si las palabras de la víctima fuesen
realmente escuchadas se entendería el dolor y la injusticia que viven, lo que llevaría al oyente
a sacudirse el sopor y unirse para actuar en favor de la justica y la paz.
Las víctimas emplean palabras que sustentan ya en la razón, es nuestro deber como
prójimos escucharlos desde la razón, sólo así buscaremos en conjunto, sociedad y gobierno,
una solución a ésta situación de violencia que nos rodea y amenaza con lastimarnos o
destruirnos. Despertemos ahora nuestra razón y no esperemos a ser víctimas.

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