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miércoles, 4 de abril de 2018

Fernanda de la Rosa en el Teleférico



¿Rozón…y?

COLUMNA DE ANÁLISIS Y COMENTARIOS POLÍTICOS

Fernanda de la Rosa: Nos dimos una vuelta turística por el Mexicable
El teleférico, que transporta a los habitantes del pueblo de San Andrés La Cañada a la vía Morelos, en Ecatepec, Estado de México. La primera y única línea se encuentra en la parte alta de la sierra de Guadalupe.
El teleférico funciona como sistema de transporte masivo en zonas de difícil acceso para el transporte colectivo convencional. Tiene siete estaciones: Santa Clara, Avenida Hank González, Fátima, Tablas del Pozo, Los Bordos, Deportivo y La Cañada.
Entre los usuarios que fueron a su primera experiencia en las alturas, se encontraba la duodécima regidora panista de Ecatepec, Fernanda de la Rosa, quien ocupó su lugar en una banca que se encuentran de cada lado —plegable—, con espacio es para cuatro personas. No puedes estirar las piernas pero hay espacio suficiente. Tiene una cámara de videovigilancia en una esquina arriba y un botón como de camión, que nos explicaron es para comunicarse con el centro de operaciones por cualquier cosa. También tiene unas luces LED, que se alimentan de una celda solar, para iluminar de noche.
Entre otros servicios y que impacto a otras personas que se subían por vez primera al teleférico, fue que cuando acelera para integrarse de nuevo al circuito, sí se siente el jalón, pero nada del otro mundo. De la estación uno a la dos (Hank González) es el trayecto más largo. Al llegar a ella, la cabina disminuye otra vez la velocidad, no se detiene, abre sus puertas y como por un minuto tienes chance de bajar o subir mientras avanza, antes de que se cierre.
Así es en todas las estaciones, hasta que llegas a la cuarta (Tablas del Pozo), en donde tienes que bajarte porque el primer sistema de poleas termina, caminas unos metros y te subes a otra cabina para seguir el recorrido.
Flor Téllez, una estudiante de preparatoria que estaba esperando un autobús en Tablas del Pozo —casi a medio camino de la ruta— con su hermana de doce años, dijo que había usado el teleférico algunas veces, pero prefería viajar por tierra firme. Mirando hacia arriba mientras los vagones colgantes pasaban, dijo que el gobierno debió haber gastado ese dinero mejor en servicios básicos.
¿Cuántas personas en San Andrés no tienen agua, no tienen luz, no tienen caminos pavimentados?”, preguntó. Bajas la mirada desde lo alto, y lo primero que observas son murales que están a lo largo de la ruta del teleférico son “bellos”, dijo, como también lo son las casas recién pintadas. Pero, agregó, “tan solo están ocultando el problema”.

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