Seguro la recuerdas por sus teléfonos, sencillos, resistentes y adorablemente voluminosos, pero el negocio actual de Nokia es la llave para un futuro de automóviles que se conducen solos y cirugías a distancia.
El gigante finlandés, que se perdió la revolución de los smartphones, ahora quiere impulsar un nuevo mundo de automóviles sin conductor y telemedicina.
Nokia lleva, quizá, siglo y medio en el negocio de la tecnología de las comunicaciones. Escribo “quizá” porque, para que sea verdad, uno ha de considerar el producto original de la compañía, la celulosa, una tecnología de las comunicaciones. Además, uno tiene que saber que Nokia Corp. aún sigue en el negocio.
Lo anterior no tiene que ser obvio para aquellos que piensan con nostalgia en los teléfonos celulares cuando escuchan la palabra Nokia. Durante 14 años el gigante de la tecnología reinó como el mayor fabricante mundial de teléfonos y era, a la par, un motor fundamental de la economía de Finlandia. El ocaso de la compañía, sin embargo, fue rápido. En 2012 perdió 4 mil millones de dólares. En 2013 acordó vender a Microsoft su negocio de telefonía, que empleaba a 32 mil trabajadores.
“Es evidente que Nokia no tiene los recursos para financiar la aceleración requerida en todos los teléfonos móviles y dispositivos inteligentes”, dijo el presidente de la compañía, Risto Siilasmaa, al anunciar aquella venta.
Aunque Nokia se haya vuelto más pequeña, sigue siendo una empresa grande, con ventas netas de 26 mil 100 millones de dólares el año pasado. Con todo, es una compañía muy diferente a la que era en el apogeo de sus teléfonos, sencillos, resistentes y adorablemente voluminosos. Empero, ya no fabrica cosas que los consumidores puedan comprar. Hoy su conocido logotipo se encuentra mayormente en procesadores de red, routers, estaciones base móviles y otros componentes de la invisible infraestructura que sustenta la Internet móvil.
Los problemas que Nokia tiene que resolver para satisfacer la creciente demanda mundial de datos son endemoniadamente complejos. Junto con rivales como la sueca Ericsson (otro eclipsado líder de los teléfonos móviles) y la china Huawei Technologies Co. (un competidor más reciente), la compañía ha reinventado las humildes torres o antenas celulares con un sofisticado software que envía datos a los usuarios según se desplazan por el mundo.
Los próximos dos años serán especialmente importantes para Nokia, cuando la industria comience a introducir la próxima generación de redes inalámbricas. La llamada tecnología 5G traerá un Internet más rápido y también más ubicua.
Según Nokia y sus rivales, esos cambios harán posible un nuevo conjunto de tecnologías dependientes de los datos móviles: automóviles sin conductor, telemedicina, lugares de trabajo más automatizados y otros cambios que aún no imaginamos.
“Queremos ser una compañía que ayude a que las grandes empresas se digitalicen”, dice el CEO de Nokia Rajeev Suri. La apuesta de la compañía en la red 5G es la más grande que haya hecho desde que se retiró del negocio de los teléfonos. Si fracasa, tendrá que reinventarse radicalmente una vez más.
Nokia es más antigua que Finlandia. La planta procesadora de pulpa de madera que marcó el inicio de la empresa fue construida en 1865 cerca de la ciudad de Tampere, en el suroeste de lo que en aquel tiempo era un gran ducado de Rusia. Y aunque Finlandia ganó su independencia en 1917, la historia económica de la nación nórdica siguió determinada por su proximidad con Rusia.
Finlandia se alió con la Alemania nazi contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y después tuvo que pagar abrumadoras indemnizaciones de guerra a la URSS de Stalin. Como los finlandeses bien recuerdan, su país fue el único que pagó la suma total que los aliados impusieron, 300 millones de dólares de 1938, y las demandas de Stalin de camiones y trenes forzaron a que su economía, en gran parte agraria, se industrializara.
Nokia estuvo en el centro de esa transformación. A principios del siglo XX, la empresa ya se había ramificado en la producción y el cableado eléctrico, los cables telefónicos, y las botas y los neumáticos de goma. En la segunda mitad del siglo, era un conglomerado que fabricaba de todo, desde televisores a máscaras de gas. A principios de los años sesenta, comenzó a producir radios policiales y militares. En 1982 lanzó un teléfono portátil e incursionó en el negocio de las redes con un conmutador telefónico digital. A fines de los ochenta, la compañía empezó a dedicar más y más recursos al floreciente negocio de los teléfonos móviles.
Su éxito en esa arena puede remontarse en parte al desarrollo de algo llamado el sistema nórdico de telefonía móvil (NMT). Los organismos gubernamentales responsables de regular las comunicaciones en cada uno de los países nórdicos se coordinaron entre sí para diseñar una plataforma común a fin de que los ciudadanos pudieran viajar entre países vecinos sin perder el servicio. Se trata de un sistema analógico, no digital, pero fue capaz de resolver los problemas de cómo localizar a los suscriptores a medida que se movían y cómo pasarlos de una torre celular a la siguiente. Cada generación de redes móviles, cada “G” desde entonces, incluyendo la red 5G, es descendiente de ese sistema NMT.
En un primer momento, Motorola dominó la naciente industria global, pero Nokia la desbancó en 1999, al cambiar a un sistema digital más rápido y seguro, mientras que su rival estadounidense se aferró al analógico. “Nokia ha asumido riesgos extremos por décadas”, dice Tero Kuittinen, cofundador y estratega jefe de la firma de inversión en aplicaciones móviles Kuuhubb.
“Cuando Nokia apostó fuertemente en los teléfonos móviles a principios de los noventa, mucha gente dijo que era una completa locura porque era un fabricante de cables. Y luego, cuando decidieron migrar de lo analógico a lo digital a mediados de los años noventa, muchos pensaron que era demasiado agresiva”.
Es difícil exagerar el valor de Nokia para la economía y la psique nacional de Finlandia. El ascenso de la compañía ayudó a que el país saliera de una paralizante recesión causada en parte por el colapso de la Unión Soviética, su mayor socio comercial. En el año 2000, Nokia sola representaba un tercio del crecimiento del producto interno bruto, según una investigación de ETLA, un grupo de expertos en Helsinki.
Los impuestos pagados por la compañía y sus numerosos proveedores locales de componentes sustentaban el generoso estado de bienestar de Finlandia y su sistema educativo de excelencia mundial. Por sí sola, Nokia aportaba casi un tercio del gasto en investigación y desarrollo del país, público y privado.
En ese momento, Finlandia gastaba más de su PIB en investigación y desarrollo que casi cualquier país del mundo, dice Jari Gustafsson, secretario permanente del ministerio de asuntos económicos y empleo de Finlandia.
Pero Nokia, que había sido rápida para ver los beneficios de las redes digitales, reaccionó muy lento a la promesa del smartphone. El alto costo de las pantallas táctiles como la del iPhone hizo que la compañía optara por versiones más baratas o prescindiera totalmente de ellas. Sus complejos menús parecían innecesariamente barrocos comparados con la elegancia de los controles táctiles del iPhone y, más tarde, sus aplicaciones. Apple y los fabricantes coreanos de teléfonos Samsung Electronics y LG Electronics dejaron a Nokia muy atrás.
Y los problemas de Nokia se volvieron los problemas de Finlandia. La contracción de la mayor empresa del país y de los proveedores que dependían de ella empeoró la situación de una economía que ya batallaba con el gasto público y los altos costos de mano de obra. Como parte de la zona euro, Finlandia tampoco pudo devaluar su moneda para estimular el gasto. El país se hundió en un periodo de estancamiento del que sólo ahora empieza a reponerse.
Cuando Risto Siilasmaa fue nombrado jefe de la junta directiva de Nokia en 2012, recuerda que atravesaban “una situación verdaderamente difícil en muchos sentidos”. Siilasmaa había fundado la empresa local de ciberseguridad F-Secure Corp., y cuando fue fichado por Nokia, el fabricante de teléfonos cotizaba a niveles tóxicos.
Las ventas de teléfonos habían caído 26 por ciento en el segundo trimestre de 2012 respecto al año previo, desplomándose a 4 mil 500 millones de dólares. “Nuestros empleados estaban muy desmotivados por todas las malas noticias que nos rodeaban. La prensa especulaba cuándo nos iríamos a la quiebra, dando por descontado que quebraríamos”, dice.
Siilasmaa ayudó a dirigir la compañía a través de la venta a Microsoft, que ya estaba suministrando los sistemas operativos para los teléfonos de Nokia. El CEO de Nokia, Stephen Elop, que provenía de Microsoft, volvió al negocio de la telefonía y Siilasmaa tomó las riendas como CEO interino.
La venta de la división de teléfonos a Microsoft fue un pequeño trauma nacional en Finlandia. También era una manera de sacar el mejor provecho de una situación mala y que empeoraba rápidamente, liberando a la compañía para que se centrara en la rentable venta de equipos a proveedores de servicios inalámbricos.
Hasta entonces, Suri había dirigido ese negocio como una operación conjunta con Siemens AG. Desde que Suri asumió el control en 2009, mejoró los flojos márgenes operativos que reportaban pérdidas del 12 por ciento, reduciendo los costos y centrándose en Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y otros mercados ricos. Para mediados de 2013, Nokia había comprado toda la participación de Siemens. “Vendida ya la división de telefonía, aquello se convirtió en el corazón de la nueva Nokia”, dice Suri. En ese momento, dice Siilasmaa, la junta también estaba evaluando si comprar una porción de un competidor francés más pequeño, Alcatel-Lucent SA. El año pasado, Nokia compró la totalidad de la compañía.
Los teléfonos Nokia no han desaparecido por completo. En 2016, Microsoft -a la que tampoco le fue mejor que a Nokia en el negocio de los teléfonos- vendió esa división a una filial del fabricante de teléfonos chino Foxconn Technology Group. En sociedad con la finlandesa HMD Global Oy, Foxconn está creando una línea de tablets y teléfonos marca Nokia de gama media y básica. El primero de los teléfonos, que llevan el sistema operativo Android de Google, comenzó a comercializarse a principios de este año.
Y lo más importante para Nokia, ésta ha conservado su propiedad intelectual relacionada con los teléfonos, lo que ha constituido una fuente considerable de ingresos y también de problemas. La compañía se ha enfrentado repetidamente con Apple en relación con esas patentes, dirimiendo el último litigio en mayo. Las compañías en disputa acordaron que Nokia proporcionará servicios de red a Apple, mientras que las tiendas de Apple ofertarán algunos productos de Nokia.
Sin embargo, la mayoría de los ingresos de Nokia provienen de vender a los proveedores de servicios inalámbricos como Verizon, AT&T, T-Mobile, Korea Telecom y Deutsche Telekom, todo lo que necesitan para conectar a sus clientes: radiotransmisores, conmutadores, servidores, antenas y el software que los hace funcionar. La compañía instala las redes, las prueba y, por una cuota, incluso las administra. Con la adquisición de AlcatelLucent, Nokia ahora también vende los llamados sistemas fijos que las compañías de cable utilizan para llevar datos a los hogares.
Y aunque los proveedores de telefonía móvil deben reemplazar y actualizar constantemente partes de su infraestructura, la verdadera bonanza se produce cuando todos pueden ser persuadidos de actualizarse a la plataforma de última generación. Cada “generación” es simplemente un conjunto de especificaciones técnicas establecidos en una serie de reuniones internacionales para garantizar que todos los equipos-servidores y conmutadores, transmisores y teléfonos- puedan comunicarse.
Las especificaciones para la tecnología 5G, que quedarán listas en 2018, incluirán mejoras significativas en las velocidades de descarga, la fiabilidad de la conexión, el número de dispositivos que pueden ser soportados en determinada área y la latencia (el retraso entre el momento en que se solicita la información y cuando se recibe). Verizon, AT&T y T-Mobile han anunciado ensayos en ciudades de Estados Unidos, y South Korea Telecom ha prometido tener el sistema a punto antes de que sea sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero.
El consenso general es que los obstáculos que encara 5G son solucionables. De acuerdo con Lauri Oksanen, director de investigación y desarrollo de Nokia, “El verdadero obstáculo es el aire, desde esas antenas hasta tu teléfono”. Sus investigadores están trabajando en algunas soluciones tecnológicas interrelacionadas para aliviar esa traba. Parte de la solución es migrar a frecuencias más altas del espectro radioeléctrico.
Nokia y sus competidores están diseñando antenas para transmitir en la parte del espectro entre las microondas y las ondas infrarrojas, una frecuencia mucho más alta que la que usan actualmente la mayoría de los teléfonos móviles. Pero hay un sacrificio de por medio: cuanto más alta es la frecuencia, más corta es la longitud de onda, por lo que estas llamadas ondas milimétricas no pueden viajar a través de paredes, árboles o personas. Incluso la cubierta de plástico de una antena puede obstruir la señal, advierte Oksanen. Eso significa que los proveedores de servicios tendrán que instalar pequeñas antenas por doquier, en farolas y techos y en el interior de los edificios. Ese proceso requerirá negociar con los propietarios de los inmuebles, uno de los obstáculos de la red 5G que no es estrictamente tecnológico.
La clave para Oksanen y su equipo será fabricar antenas mucho más inteligentes y eficientes. La eficiencia de los sistemas que Nokia vende está cada vez más determinada por el software que dirige señales y datos en formas complejas. Cumplir con las especificaciones 5G es en gran medida una cuestión de refinar las técnicas que Nokia ya utiliza. Uno de ellas, el MIMO masivo (o tecnología de múltiple entrada, múltiple salida) implica agrupar un gran número de antenas muy pequeñas en matrices, utilizando un software para coordinarlas de modo que la transmisión y la recepción de datos puedan dividirse de manera más rápida y confiable.
Otra técnica, la formación de haces, apunta la señal celular como si fuera un reflector sobre un área en particular en lugar de irradiar en todas direcciones. Se logra coordinando la transmisión de los diferentes elementos de antena. “Cuando envías la señal a las antenas, puedes cambiar ligeramente la fase de la señal para cada una de ellas. Así que sin girar físicamente nada, puedes girar la dirección del haz al tener diferencias de fase entre las antenas”, explica Oksanen levantando la mano para imitar un sistema de antenas.
No está claro si los consumidores serán capaces de notar toda la capacidad mejorada que Nokia y sus rivales prometen. Esta primavera, el tema principal en el congreso Mobile World de Barcelona fue si 5G es realmente una revolución o simplemente una estrategia de marketing. Suri entiende el escepticismo. Para el usuario típico de iPhone o Android, la red 4G ya tiene poca latencia. “Hoy tienes 50 milisegundos en la red en la que estás. Si pasa a 1 milisegundo, estupendo, puedes descargar una película en unos tres segundos. Eso estaría muy bien, pero no creo que tú y yo estemos dispuestos a pagar mucho más por ello”.
Las posibilidades reales de la tecnología 5G, afirma Suri, residen en otros usos: bajar a un milisegundo permitiría una mejor coordinación de los autos y camiones sin conductor. Los robots de fábrica podrían estar libres de cables, permitiendo que las líneas de montaje sean más fluidas. Los hogares podrían estar conectados a Internet de forma inalámbrica, introduciendo la competencia en el oligopólico mercado del cable. Incluso se habla de cirugía robótica remota.
Pero según algunos analistas, el problema con estos tentadores escenarios de uso no es sólo que sean hipotéticos; aún si se vuelven realidad, no requieren un salto a 5G ni las actualizaciones estructurales en las que está apostando Nokia. “Decir ‘Constrúyelo y vendrán’ es hermoso si construyes un campo de beisbol en un maizal. Pero les pides a las compañías de servicios inalámbricos que inviertan millones y millones de dólares”, dice Bill Ray, un director de la firma de investigación Gartner. Todas las aplicaciones futuristas de la red 5G que Nokia y sus competidores refieren, podrían funcionar en las redes inalámbricas existentes o Wi-Fi.
Por supuesto, cada generación inalámbrica anterior fue recibida con un escepticismo parecido, y la gerencia de Nokia está convencida de que la demanda de datos inalámbricos más rápidos, más ricos y omnipresentes continuará aumentando. La empresa necesita que así sea. Incluso después de la adquisición de Alcatel-Lucent, Nokia todavía sigue a la zaga de Huawei en ventas de equipos de redes, y el negocio se ha desacelerado en los últimos años.
La compañía también está tratando de regresar al negocio de la electrónica de consumo. El año pasado compró a la tecnológica francesa Withings, que fabrica dispositivos para fitness, termómetros y monitores para bebés, ahora bajo la marca Nokia. También acaba de sacar a la venta una cámara de realidad virtual de 40 mil dólares llamada Ozo, destinada, por ahora, a cineastas profesionales. La realidad virtual es el tipo de tecnología que podría llevar a los usuarios promedio más allá de los límites de las capacidades 4G, ya que exige enormes velocidades de datos y mínima latencia para preservar la ilusión inmersiva y evitar que los espectadores sientan náuseas. Si el creciente catálogo de herramientas y juguetes de Nokia logra que la gente utilice y demande más datos, sería muy bueno para los arquitectos de la red 5G. Y si la empresa puede crear productos que la gente común quiera comprar, tanto mejor.
Directorio
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario