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viernes, 25 de diciembre de 2020

Nueva Navidad

 




Rosario Guerra

 Hoy es Nochebuena y mañana Navidad. Diferente a otros festejos. Muchos pasarán fiestas lejos de la familia. Así está la pandemia y más vale cuidarse. Si bien este 24 dice el gobierno que iniciará la vacunación, tardará tiempo en cubrir a la población, así que el mejor cuidado es el que uno mismo se procure. Es tan traicionero el virus que la mamá de una amiga acaba de fallecer pese a estar aislada y su papá tiene fuertes afectaciones pulmonares por la secuela del Covid-19.

Nadie sabe cómo se contagia, no hay pruebas, hay muchos portadores asintomáticos, así que esto es como bola blanca, bola negra, te toca y no sabes si vas a sobrevivir o sólo tendrás algunos síntomas leves. ¿Pero para qué descubrirlo? Es mejor estar sano. Sirvan estas fechas para las reflexiones. Mi pésame a las familias incompletas, a más de 120 mil que perdieron uno o varios familiares. He tenido la fortuna de no perder a ningún pariente, sí a varios amigos, nunca se sabe qué pasará. No creo en las estampitas de AMLO que ya le dieron la vuelta al mundo, en una nota tragicómica, que causa risa e incredulidad en muchos países. No por el santito, sino por el Presidente.

En fin, vamos a vivir días difíciles, de pérdidas económicas, no sólo familiares. No todos sobrevivirán al cierre, necesario pero terrible, y muchos no volverán a abrir sus negocios y otros quedarán sin empleo. Aunque la informalidad seguirá creciendo como opción de subsistencia porque delinquir ya es otra cosa. Aunque en la desesperanza muchos jóvenes no lo saben y se embarcan en aventuras riesgosas. La delincuencia organizada es lo único que realmente avanza en el país. Con felicitaciones a la mamá del Chapo, aunque no supo corregirlo a tiempo, como predica AMLO, igual le merece todo el respeto.

Las mujeres cargamos con la responsabilidad de la crianza de los hijos, cuidado de enfermos y en muchos casos, somos las proveedoras del hogar. En Nochebuena y Navidad preparamos los platillos a degustar en casa en esta nueva normalidad como le llaman a la catástrofe. Aunque estas dobles y triples jornadas son duras, se ven recompensadas cuando hay calor familiar y no maltratos y agresiones por el estrés o por la pareja. Nada hay más importante para una madre que sus hijos y empeñan todo para protegerlos. Muchas veces se ignora cómo guiarlos y el amor es la única respuesta.

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Eso es lo valioso de estas fechas. No importa que el mundo caiga ante el Covid-19, la delincuencia y la falta de empleo, lo importante es la unión familiar. Cuando se tiene hay que cuidarla como un tesoro porque lo vale.

La alegría de los niños por la ilusión de sus juguetes. ¿Qué no alcanzó a comprarlos? Haga un vale. A mí me funcionó cuando tuve largas jornadas laborales. Y los niños lo creen a pie juntillas, porque obvio, el Covid-19 complica la entrega de regalos. Santa y los Reyes Magos no son inmunes y tienen mucho trabajo.

Hay mil maneras de suplir lo material, claro que sin dinero ni empleo, la cosa es más difícil. Sin albergues y ayudas se complica más para los desposeídos. Los que somos afortunados, no dejemos de soñar, podemos lograr mucho más. Somos trabajadores, creativos, comprometidos con nuestra familia. Esta Navidad, aunque parezca difícil, busquemos la paz, la alegría de los nuestros y las reflexiones a futuro. México es más que un gobierno. Y nosotros somos México.

Nadie puede enseñarnos cómo vivir con falsos consejos que ni ellos cumplen, somos libres de elegir el tipo de vida que nos haga felices, no importa lo que piensen los demás. Sólo necesitamos que las leyes se cumplan. ¿Sería mucho pedir a Santa y los Reyes? Pues pedir no empobrece, dar es lo que aniquila. AMLO dice haber ahorrado miles de millones, pero no dice en qué los gastó. Creció la deuda, el sistema de salud registra graves carencias, la delincuencia sigue, las escuelas sin saber a ciencia cierta cómo emprender el aprendizaje a distancia. Y el Ejército sustituye instituciones y funciones públicas y privadas.

Pese a todo, no podemos renunciar a un poco de paz, de armonía y felicidad con los nuestros. Pensemos nuevas formas de demostrar nuestro amor en un encierro forzado que nos puede ayudar a ser más solidarios y felices. Compartir, comunicarse, esperanzas, dudas y miedos, todo es parte de la vida. Simular no ayuda. La fortaleza está en reconocer y enfrentar retos, no en un falso estoicismo que carcome el alma. Dejemos atrás estereotipos que nos esclavizan, nos limitan y confrontan. Somos iguales, todas las personas tienen todos los derechos. ¡¡¡Felices fiestas!!!

 

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