Debió irse hace tiempo por el mal manejo de
la pandemia, que ha puesto al país más avanzado de la Tierra a la cabeza de los
damnificados por un virus que golpea en todo el mundo.
En estos días aciagos para la Unión
Americana, no se cuenta con el Presidente. Ni un minuto de su tiempo lo dedica
a contener la peor tragedia en cien años que cae sobre su país y mata cada día
a tres mil estadounidenses.
Aunque ni soñarlo que se va a ir
anticipadamente por una razón de fondo, como es su incompetencia para gobernar
en una crisis, Trump puede renunciar por motivos relacionados con su ego y su
inmunidad personal.
Le urge al presidente buscar el perdón
federal por los posibles delitos cometidos durante su mandato, y desde antes.
Para ello tendría que abandonar el cargo y
que su sucesor por unos días, el actual vicepresidente Mike Pence, le conceda
el indulto anticipado.
De darse, ocurriría en medio de una
silbatina, por lo bochornoso del caso. Pero a Trump le tienen sin cuidado la
protesta de los medios y las élites informadas. Lo que le importa es no ser
imputado por delitos federales que, además de ponerlo a la sombra, le cortarían
las alas para ser nuevamente candidato presidencial en 2024.
Trump renunciaría para recibir inmunidad de
parte de su segundo, Mike Pence.
El perdón no lo pondría a salvo de delitos
estatales que presuntamente haya cometido, como son los de orden fiscal. Contra
eso hay defensa y son temas que no dañan su decoro. Lo grave es lo federal, y
necesita inmunidad.
Gerald Ford perdonó a Richard Nixon por los
delitos que cometió en el caso Watergate, y eso es tomado como antecedente para
que algunos pidan que sea Joe Biden quien indulte a Trump.
Los casos no son equiparables, ni mucho
menos los personajes.
Ford, vicepresidente con Nixon, asumió el
cargo luego de la renuncia del presidente, que fue descubierto en una serie de
delitos electorales.
Era el segundo mandato de Nixon y él ya no
tenía futuro político.
Ford, luego de oír muchas opiniones, con
especial atención la de su esposa que abogó por la unidad en su país luego del
desgastante proceso de impeachment, más la polarización causada por la
guerra de Vietnam, pagó el precio de indultar a su exjefe.
Perdonar a Nixon le costó a Ford la derrota
en la elección presidencial contra James Carter. Pagó cara la clemencia a un
político en desgracia.
¿Biden debe sacrificar su presidencia, en
el primer año, otorgando el perdón a Donald Trump?
Lo primero que ocurriría es la ruptura de
la coalición gobernante, que está prendida de alfileres. Y, segundo, que Trump
lo haga pedazos a él, en lugar de darle las gracias.
Como hemos insistido en este espacio: si
Biden no acaba políticamente a Trump, será Trump el que acabe con Biden.
Los posibles delitos de Trump se remiten a
la campaña de 2016, cuando se alió con los servicios de inteligencia rusos para
sabotear las posibilidades de su contrincante demócrata Hillary Clinton.
Después están las deudas del presidente,
superiores a los 400 millones de dólares, que contrató con quién sabe quiénes,
con vencimiento en 2024, año en que terminaría su segundo mandato presidencial.
El gobierno de Biden tendrá que hacer una
autopsia de lo que ocurrió en el manejo de la pandemia para saber en qué
fallaron, al grado de poner a Estados Unidos como el peor país del mundo en la
contención de la emergencia sanitaria.
Trump está en problemas serios y necesita
el perdón anticipado.
Biden no se lo va a dar –salvo que quiera
arruinar su presidencia apenas al inicio de ella. Trump sólo tiene a Pence. Y
para ello tendría que renunciar.
La segunda razón que lo invita a dejar el
cargo es su orgullo herido.
Quienes leen estas líneas podrán pensar que
lo anterior es una ridiculez, y estarán en lo correcto porque son personas
normales. Trump no lo es.
Dijo en campaña que sería una vergüenza
perder ante el peor candidato presidencial de la historia de Estados Unidos.
En caso de perder, dijo, se tendría que ir
a vivir fuera del país porque no soportaría la vergüenza de ser derrotado por
'Sleepy' Biden.
Después de la elección acusó que hubo
fraude electoral.
Él y los suyos llamaron a “frenar el
asalto” que le quería quitar la presidencia.
Cuando todos reconocieron a Biden como
presidente electo, por la votación de los delegados al Colegio Electoral, Trump
insistió en que hubo fraude y boicoteó el conteo de votos.
Lo abandonaron –y no por desleales, sino
porque admitieron la realidad–, dos de sus mayores escuderos en su presidencia,
el fiscal William Barr y el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.
¿Qué va a hacer Trump el día 20, que es el
cambio de poderes?
¿Va a acompañar a 'Sleepy' Biden, el “peor
candidato en la historia de Estados Unidos”, en una limusina desde la Casa
Blanca al Capitolio, como marca el protocolo?
¿Va a entregarle, personalmente, el mando
de la república al que según él le robó las elecciones?
¿Va a convalidar el 'fraude'?
Es una posibilidad. O que mande al diablo
el protocolo y se vaya a jugar golf a Palm Beach el 20 de enero.
Hay otra: que renuncie.
En caso de darse, sería luego de que el
Congreso cuente los votos en sesión conjunta el próximo día 6 de enero.
Vacaciones. Nos volvemos a encontrar la
primera semana de enero, en estas páginas. Felicidades. Y que en 2021 lluevan
bendiciones en la milpa de cada uno de ustedes.
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