Lo único inaceptable para la nueva
administración de este país, sería que el gobierno mexicano le haga el juego a
la estrategia trumpista de torpedear a la administración Biden.
Esperemos que no suceda, pero nada es
descartable.
Pronto lo sabremos. Y lo sabremos por el
lenguaje de la administración del presidente López Obrador.
Si desempolvan los calificativos
'antigringos', 'anticolonialistas', o renace en el gobierno mexicano con algún
tema menor, la hipersensibilidad del puercoespín que no tuvieron con los
agravios mayúsculos de Trump, entonces nos va a ir mal a todos.
En el siguiente cuatrienio el gobierno de
Biden (con el entusiasmo de no pocos republicanos que quieren recuperar su
partido), va a barrer todo lo que huela a Trump. Hasta por supervivencia, lo
tendrá que hacer.
Si nos metemos a ese pleito, le va a ir mal
a México.
Biden va a actuar contra Trump, o se
cruzará de brazos cuando procedan las demandas acumuladas y por venir.
No lo hará por canibalismo político, sino
porque Trump saboteó una democracia con más de dos siglos de vigencia. Y si a
Biden se le olvida, ahí estará Kamala Harris para recordárselo.
Los hechos dicen que la relación del
presidente López Obrador y Donald Trump es mucho más profunda de lo que
suponíamos en ambos lados de la frontera.
Quedó demostrado con la insólita liberación
del general Salvador Cienfuegos.
A un detenido de esa jerarquía, el
exsecretario de la Defensa de México, con “miles de hojas de pruebas en su
contra”, el fiscal general William Barr no le retira los cargos que le había
fincado sin la instrucción directa de su único jefe, el presidente de Estados
Unidos.
También quedó claro que el general es un
soldado que está limpio.
Ese tipo de anomalías, soltar o detener
gente como un favor político al cuate que gobierna al sur de la frontera, ya no
van a darse.
Biden no va a intervenir en la política
interna de México, como algunos ilusoriamente piensan. No hará nada que los
mexicanos no hagan por sí mismos.
Antes que observar si tal o cual
nombramiento del presidente Biden puede servir de presión a la 4T, en México
habría que poner atención con lo que sucede con el manejo de la justicia.
Para México importa más una casilla en
Etchojoa en 2021, que todo Georgia y Pensilvania juntos.
Por lo que hemos visto y leído hasta ahora,
México no es prioridad ni está en el radar de las preocupaciones del presidente
Biden en política exterior.
Su atención se va a dirigir a reestablecer
las alianzas históricas que destruyó Donald Trump con Europa y en el Pacífico
asiático. No va a ser fácil. Estados Unidos mostró que puede abandonar a sus
amigos, según quien esté en la Casa Blanca.
El equipo de política exterior de Biden
estará ocupado en reconstruir el acuerdo nuclear con Irán, lo que tampoco será
sencillo.
Y desde luego, tendrá que trabajar con
denuedo para frenar el liderazgo chino que, siendo un régimen dictatorial,
absorbió los espacios que abandonó Trump con su desastrosa política exterior.
¿México? La relación obviamente será fría,
pero no mala. Profesional, como es el próximo presidente de Estados Unidos.
Habrá diferendos, desde luego. Y ahí nos
van a aplicar la ley a secas. Medio ambiente, respeto a las empresas
estadounidenses, a los acuerdos firmados. En fin, nada distinto a lo que ocurre
entre países vecinos en cualquier parte.
Drogas. Ahí sí habrá problemas. Y también
los íbamos a tener con un segundo periodo de Trump. Es un tema bilateral en el
que más vale cooperar que confrontar, porque para México sería perder-perder.
Viene la legalización de indocumentados que
ya viven en este país. Habrá protección a los dreamers.
Ningún niño será arrebatado de los brazos
de sus padres, para extraviarlos luego, como ha sucedido con Trump.
México dejará de ser usado como garage
donde Estados Unidos manda a los solicitantes se asilo, tengan la nacionalidad
que tengan.
Nada de lo anterior será producto de la
“magnífica relación entre ambos gobiernos”, como suelen adornarse los
políticos. Será producto de la índole humanista del presidente Biden, nada más.
La relación no será mala. Salvo que el
gobierno mexicano asuma la agenda de Trump para debilitar a Biden.
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