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jueves, 26 de noviembre de 2020

México y EU en la era Biden

 



Pablo Hiriart

 MIAMI, Florida.- A pesar de que el presidente López Obrador intervino en favor de la campaña de Donald Trump por su reelección, de nada tienen que preocuparse México ni el gobierno por la llegada de Joseph Biden a la Casa Blanca.

Lo único inaceptable para la nueva administración de este país, sería que el gobierno mexicano le haga el juego a la estrategia trumpista de torpedear a la administración Biden.

Esperemos que no suceda, pero nada es descartable.

Pronto lo sabremos. Y lo sabremos por el lenguaje de la administración del presidente López Obrador.

Si desempolvan los calificativos 'antigringos', 'anticolonialistas', o renace en el gobierno mexicano con algún tema menor, la hipersensibilidad del puercoespín que no tuvieron con los agravios mayúsculos de Trump, entonces nos va a ir mal a todos.

En el siguiente cuatrienio el gobierno de Biden (con el entusiasmo de no pocos republicanos que quieren recuperar su partido), va a barrer todo lo que huela a Trump. Hasta por supervivencia, lo tendrá que hacer.

Si nos metemos a ese pleito, le va a ir mal a México.

Biden va a actuar contra Trump, o se cruzará de brazos cuando procedan las demandas acumuladas y por venir.

No lo hará por canibalismo político, sino porque Trump saboteó una democracia con más de dos siglos de vigencia. Y si a Biden se le olvida, ahí estará Kamala Harris para recordárselo.

Los hechos dicen que la relación del presidente López Obrador y Donald Trump es mucho más profunda de lo que suponíamos en ambos lados de la frontera.

Quedó demostrado con la insólita liberación del general Salvador Cienfuegos.

A un detenido de esa jerarquía, el exsecretario de la Defensa de México, con “miles de hojas de pruebas en su contra”, el fiscal general William Barr no le retira los cargos que le había fincado sin la instrucción directa de su único jefe, el presidente de Estados Unidos.

También quedó claro que el general es un soldado que está limpio.

Ese tipo de anomalías, soltar o detener gente como un favor político al cuate que gobierna al sur de la frontera, ya no van a darse.

Biden no va a intervenir en la política interna de México, como algunos ilusoriamente piensan. No hará nada que los mexicanos no hagan por sí mismos.

Antes que observar si tal o cual nombramiento del presidente Biden puede servir de presión a la 4T, en México habría que poner atención con lo que sucede con el manejo de la justicia.

Para México importa más una casilla en Etchojoa en 2021, que todo Georgia y Pensilvania juntos.

Por lo que hemos visto y leído hasta ahora, México no es prioridad ni está en el radar de las preocupaciones del presidente Biden en política exterior.

Su atención se va a dirigir a reestablecer las alianzas históricas que destruyó Donald Trump con Europa y en el Pacífico asiático. No va a ser fácil. Estados Unidos mostró que puede abandonar a sus amigos, según quien esté en la Casa Blanca.

El equipo de política exterior de Biden estará ocupado en reconstruir el acuerdo nuclear con Irán, lo que tampoco será sencillo.

Y desde luego, tendrá que trabajar con denuedo para frenar el liderazgo chino que, siendo un régimen dictatorial, absorbió los espacios que abandonó Trump con su desastrosa política exterior.

¿México? La relación obviamente será fría, pero no mala. Profesional, como es el próximo presidente de Estados Unidos.

Habrá diferendos, desde luego. Y ahí nos van a aplicar la ley a secas. Medio ambiente, respeto a las empresas estadounidenses, a los acuerdos firmados. En fin, nada distinto a lo que ocurre entre países vecinos en cualquier parte.

Drogas. Ahí sí habrá problemas. Y también los íbamos a tener con un segundo periodo de Trump. Es un tema bilateral en el que más vale cooperar que confrontar, porque para México sería perder-perder.

Viene la legalización de indocumentados que ya viven en este país. Habrá protección a los dreamers.

Ningún niño será arrebatado de los brazos de sus padres, para extraviarlos luego, como ha sucedido con Trump.

México dejará de ser usado como garage donde Estados Unidos manda a los solicitantes se asilo, tengan la nacionalidad que tengan.

Nada de lo anterior será producto de la “magnífica relación entre ambos gobiernos”, como suelen adornarse los políticos. Será producto de la índole humanista del presidente Biden, nada más.

La relación no será mala. Salvo que el gobierno mexicano asuma la agenda de Trump para debilitar a Biden.

 

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