La economía mexicana tiene claros signos de ‘anemia’.
Logró recuperarse un poco cuando la economía empezó a reabrirse, pero ahora
nuevamente muestra debilidad.
Si no hay factores adicionales que le den fuerza, pronto
estaremos de nuevo en un estancamiento generalizado.
En los últimos días se dieron a conocer diversos indicadores
que permiten llegar a esa conclusión. Permítame exponérselos.
1.- Las ventas totales de la ANTAD correspondientes a
septiembre retrocedieron en términos nominales respecto a las de
agosto. El monto de lo vendido en agosto por los comercios agrupados en la
ANTAD fue de 110 mil 500 millones de pesos, mientras que en septiembre la cifra
ascendió a 104 mil 400 millones. Este es el primer descenso desde mayo.
Llevábamos cuatro meses continuos de alzas tras el desplome de abril y ahora
esa tendencia se ha interrumpido. A tasa anual, las ventas a precios constantes
cayeron 1.4 por ciento para establecimientos totales y 4.2 por ciento a tiendas
iguales.
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2.- La producción manufacturera de agosto virtualmente se
estancó respecto a julio, pues –con cifras desestacionalizadas– creció
solamente 0.8 por ciento, cuando en junio y julio había tenido incrementos de
26.9 y 11.3 por ciento, respectivamente.
3.- La semana pasada se dio a conocer que las exportaciones
de autos correspondientes a septiembre retrocedieron 4.1 por ciento
con relación a las de agosto. En los tres meses anteriores habíamos tenido
incrementos.
4.- De acuerdo con el Inegi, los indicadores de
movilidad en la Ciudad de México han desacelerado su ritmo de
crecimiento. En junio, los pasajeros transportados en el Metro crecieron
25 por ciento respecto a mayo; en julio en 31 por ciento respecto al mes
anterior, pero en agosto lo hicieron sólo a 10.5 por ciento. Eso es buena
noticia respecto a la cantidad de gente que sigue resguardándose, pero también
ilustra que el ritmo de recuperación de la actividad económica se
debilita. La caída anual en agosto es de 54 por ciento, lo que da idea de
que más de la mitad de la gente no está saliendo.
5.- Hay sectores que todavía tienen vuelo. Por ejemplo, el
dato de la construcción en agosto, que fue dado a conocer el día de ayer,
muestra un alza de 11 por ciento, cuando había sido de poco menos de 2 por
ciento en julio. Sin embargo, esa tendencia no ha sido la norma para el
conjunto de la economía.
Lo que estamos observando es que en muchas actividades se
presentó un alza importante de la actividad económica tras la reapertura. Sin
embargo, al paso de las semanas, se ha perdido aliento.
No sería extraño que, luego de que las estimaciones
económicas para 2021 se estabilizaron durante septiembre o incluso mejoraron un
poco, pudieran empezar a deteriorarse nuevamente en octubre.
El gran reto para la economía mexicana ya no es 2020. La
caída del PIB todavía puede fluctuar entre 9 y 11 por ciento probablemente,
pero ya no hay mucha diferencia entre el mejor y el peor de los resultados.
El gran desafío corresponde a 2021. En el próximo año
todavía pueden cambiar muchas cosas.
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Hay una serie de condicionantes fuertes: la evolución
de la pandemia en los siguientes meses; el proceso electoral en
Estados Unidos y su incidencia en la economía; las expectativas de
los empresarios y los consumidores en México, entre los factores más
relevantes.
Lo que resulta claro es que la tendencia alcista que vimos
en los meses anteriores y que provino de la reapertura de la economía, ya se
acabó.
Ahora, el resultado económico va a depender de las fuerzas
subyacentes de la economía, que por el momento no se ven nada bien.
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