Por lo visto, el actual gobierno del presidente López Obrador se estaría tomando en serio los 500 años de que España conquistó Tenochtitlán. Para ello, el gobierno federal envió cartas por conducto de la esposa del presidente al Jefe del Estado Vaticano, Francisco, y a Sergio Mattarella, presidente de Italia, a efecto de que nos “presten” para nuestras celebraciones varios manuscritos antiguos.
Al Estado Vaticano se le está pidiendo el Códice Borgia y
dos Códices Vaticanos. A la República Italiana se le está solicitando el Codex
Fiorentino y el Codex Cospi. Todos estos manuscritos son invaluables, hermosos
y sería un gran éxito que se exhibieran en México.
Pero lo que el presidente “olvidó” poner en la carta, es
que, si nos prestan estos códices, hechos en México, en los siglos XVI y XVII,
no se los podríamos devolver. No habría “vuelta” pues.
Y es que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas
Arqueológicos, Artísticos e Históricos —artículo 36 III— señala que cualquier
documento original, manuscrito con la historia de México, con independencia de
que haya sido impreso en México o en el extranjero, durante el periodo que
comprende los siglos XVI al XIX y “que por su rareza e importancia merecen ser
conservados en el país”, es un Monumento Histórico.
Así, todo lo que el gobierno le ha pedido al papa Francisco
y al presidente italiano está, catalogado en ley vigente, como Monumento
Histórico. De hecho, el reglamento de dicha ley establece que éstos sólo se
pueden exhibir en contados lugares, entiéndase en organismos públicos o
empresas de participación estatal, y con contadas personas, siempre y cuando
tengan una concesión federal para ello. Además, se prohíbe la exportación
definitiva de monumentos —como todos los códices arriba señalados— al
extranjero.
La única forma en que podrían venir a México los códices que
la 4T quiere, según el artículo 37 del Reglamento de la Ley de Monumentos, es
que de nuestro país regresen a Italia como un “canje o donativo temporal”, por
acuerdo expreso del presidente. ¿Los italianos van a aceptar que les
regresemos, en préstamo, algo que ellos ya ven como suyo? Me parece que la
respuesta es clara y es impensable que acepten alguna condición cuando ya son
los poseedores de facto.
Así que vayámonos olvidando de traer del extranjero éstas o
cualesquiera otras piezas relevantes: primero, porque las autoridades del
Vaticano y las italianas sí van a revisar las leyes mexicanas y se darán cuenta
que legalmente es cuestionable y dudoso lo que ofrece el gobierno de México.
Segundo, tampoco sucederá porque, de regresar esos códices a
Italia, estarían en falta grave al violar leyes federales el Presidente de la
República, el titular del INAH y hasta el secretario de Relaciones Exteriores.
Y, tercero, con cartas llenas de conceptos legales equívocos no hay aseguradora
que vaya a permitir que esos códices (monumentos) regresen, si quiera por un
día, a nuestro país.
Si fuera serio en traer a México, aunque sea de manera
temporal, muchos de nuestros “monumentos” en el extranjero, se debiera empezar
por cambiar la ley de la materia, que data de 1972 y que hace prácticamente
imposible, al estar anclada en la retórica echeverrista, el poder traer a territorio
nacional, piezas y obras históricas de gran importancia. Pero al mismo tiempo,
también inhibe que coleccionistas mexicanos puedan lucir nuestra riqueza
cultural en el extranjero.
Puras simulaciones: una ley inservible y cartas sin sustento
jurídico que poco serán tomadas en cuenta. A ver si para cuando se cumplan mil
años de la conquista nos organizamos mejor.
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