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viernes, 17 de julio de 2020

Día Nacional del Tatuaje







Hasta hace unos años, los tatuajes estaban muy mal vistos y sólo tintaban su piel los marineros, quienes los trajeron vía marítima, y que aprendieron de los indígenas amerindios, los maoríes y otras tribus. Se tiene constancia de que los primeros tatuajes datan del año 2000 a. de JC. Desde finales del siglo XX se hna popularizado y hoy cumplen unas funciones puramente estéticas.

Lo que ahora es bastante difícil encontrar en nuestras calles a alguien que no lleve ningún tatuaje en alguna parte de su cuerpo. Por eso, el domingo 17 de julio se ha señalado en el calendario como la fecha informal para celebrar el National Tatoo Day. Estados Unidos, de quien ha partido la idea de esta celebración, lidera a nivel global el mundo del tatuaje.

Hay diversos estudios que avalan las bondades de los tatuajes: uno, realizado en la Universidad de Viena, Austria, afirma que las personas con tatuajes tienden a ser más extrovertidas, buscadoras de experiencias y con mucha personalidad, mientras que otro de la Universidad de Alabama, EE UU, indica que las personas que poseen múltiples tatuajes tienen un sistema inmunológico mucho más fuerte que los que no están tatuajes.

Origen del tatuaje
A lo largo de la historia, estos dibujos perennes u obras de arte realizados sobre la piel, han pasado por diferentes etapas y en ocasiones no eran bien vistos, o han tenido distintos conceptos.

Tatuarse la piel es una costumbre que ya practicaba el hombre prehistórico. Tanto en la antigüedad como en la actualidad, hay quien le atribuye al tatuaje un valor mágico.

Por ejemplo, los pueblos primitivos grababan en su piel la forma del animal más temido, para evitar tener malos encuentros con él. Se creía que un escorpión tatuado en el muslo libraba de su picadura.

Los egipcios ya se tatuaban hace 4.000 mil años. Las sacerdotisas de la vaca sagrada Hator, tatuaban su bajo vientre, y son numerosas las momias halladas en excavaciones arqueológicas con tatuajes de todo tipo.

Tatuaje en momia egipcia
También los asirios y los fenicios echaron mano de estas prácticas. Se tatuaban la frente con signos alusivos a la divinidad, uso religioso que se prolongó a lo largo de los siglos y que todavía perduraba en Italia a principios del XX.

Las mujeres bretonas se tatuaban la piel, y los hombres de Bretaña que luchaban contra Julio César, se teñían de azul con la hierba pastel.

Cuando los españoles llegaron a las Islas Canarias, los guanches usaban las llamadas pintaderas a manera de sellos, para estamparse repetidas series de dibujos en la piel. Lo mismo sucedió cuando llegaron a México.

El tatuaje fue redescubierto en Europa, cuando la expedición inglesa al mando del capitán James Cook, regresó a Londres en 1769. Volvía de Tahití y con él arribaban a la palabra tattu, de origen polinesio, y una serie de aborígenes con el cuerpo repleto de tatuajes y que fueron exhibidos en la capital inglesa como atracción en barracas de feria.

No tardaron en surgir imitadores, y tanto proliferó la costumbre que en los alrededores de los puertos de mar surgieron los tatto parlors (salones de tatuaje). Afortunadamente para los amantes del tatuaje en 1891 se inventó el tatuaje eléctrico, técnica novedosa que convirtió a Estados Unidos en el centro mundial del diseño tatuístico.

Por entonces, convictos y desertores eran tatuados con fines idénticos a los que se seguía en el marcado del ganado. Técnicas que aplicaron en la primera mitad del XX, los nazis en sus campos de concentración, y los soviéticos en sus gulags siberianos.historia tatuajes tribales

Pero si esto era signo externo de la chusma y la gentuza, como en la Roma clásica, también surgió la moda del tatuaje artístico entre los elegantes de la sociedad aristocrática europea.

Las damas del séquito de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, lucían entre sus pechos unas gotas de agua o lágrimas de un azul añil intenso, pintadas en unos casos, adheridas a modo de lunares postizos, o tatuadas, caso de cierta baronesa provenzal que acompañaba a la emperatriz, madame de Luneville, que decía: «Es adorno muy adecuado para lucir donde lo hago, porque llaman los hombres a este lugar», el mórbido canalillo.

Al mismo tiempo, la emperatriz austriaca Isabel, esposa de Francisco José I, llamada Sissí, usaba tatuajes alusivos a su alto rango. También el príncipe heredero de la corona austrohúngara, el archiduque Fernando asesinado en Sarajevo en 1914, portaba una serpiente tatuada.

A finales del XIX, la moda del tatuaje estaba en su apogeo. En Londres un tatuador norteamericano que se hacía llamar doctor Williams, se exhibía con su mujer en el teatro Aquarium, profusamente tatuado, de modo que su cuerpo y el de su señora le servía de muestrario de todo lo que era capaz de hacer: barcos, corazones, dragones, iniciales de nombres, serpientes o rostros.el origen del tatuaje

Por su Tatto Parlor, pasó la nobleza y burguesía londinense del XIX, que pagaba cinco chelines por tatuarse las iniciales, o cinco libras por tatuarse un dragón.

Como la señora Williams, se había grabado un ancla dorada en la vecindad de salva sea la parte, su marido estaba dispuesto a mostrarla previo pago de una tarifa especial, lo que le valió según cierto comentarista de la época, ser acusado de proxeneta, cargo que en la sociedad puritana de entonces no era cualquier cosa.

El término arribó al castellano no antes del XIX, a través del francés tatouage, a su vez del inglés tatoo, y en última instancia de una lengua polinesia. El término castellano inicial fue el de taraceo, aunque el de tatuaje era ya conocido.

Respecto a España, fue Cataluña, región expuesta a las influencias francesas e italianas, donde primero se introdujo. Rafael Salillas, cuenta en un opúsculo publicado a finales del XIX, que en el hospital de Tortosa, regido por las hermanas de la caridad, las monjas se horrorizaban ante los tatuajes exhibidos por algunos enfermos procedentes de la marginalidad.

Simbolismo del tatuaje
A todo lo dicho, hasta aquí se une el simbolismo social del tatuaje incluso como signo de nobleza. Cuenta Herodoto, que entre los tracios, estar marcado con un tatuaje era signo de distinción social, y que no estarlo era de gente vil o de baja extracción.

No obstante este uso, el rey persa Jerjes, marcaba con su sello a los prisioneros de guerra, relegándolos a la esclavitud. En Roma a los esclavos se les tatuaba en la frente con el sello de su dueño.

Para disimular esa marca, surgió la moda del flequillo romano que cubría hasta las cejas, moda que luego se consolidó y extendió a toda la población joven. Si el esclavo era liberado trataba de quitarse el tatuaje, pero era peor el remedio que la enfermedad, porque se notaba aún más.

Petronio, habla de esto en su Satiricón mediado el siglo I. También Ateneo de Naucratis, se fijó en ese detalle en su Banquete de los sofistas, lustros después.

Tuvo un uso muy frecuente entre los primeros cristianos tatuarse la cruz o el monograma de Cristo, y a pesar de que los Padres de la Iglesia y sucesivos concilios se opusieron a tales usos, éstos se prolongaron a lo largo de los siglos.historia del simbolismo del tatuaje

Todavía en el siglo XIX, era frecuente ver tatuajes de esta índole entre los cristianos de algunos puntos de Italia e incluso en Jerusalén.

Durante los primeros siglos del cristianismo, se vio en el tatuaje un resto pagano próximo a la hechicería, y se intentó su erradicación.

Pero lo que contribuyó poderosamente a erradicar tal costumbre entre la gente sensata del mundo clásico, fue la postura de Adriano, que relegó el tatuaje a los bajos fondos de Roma, al mundo hampesco, a la chusma, naciendo así cierto tabú en contra de esa costumbre que ya en la Antigüedad era poderosa.

Los autores clásicos hablan del tatuaje como práctica de los pueblos tracios, galos y germanos. Heredero acaso de aquella práctica es el hecho de que en la España medieval Alfonso X el Sabio, escriba en sus Siete Partidas como cosa que un caballero debe practicar.

Es decir, el tatuaje de adscripción a una clase era en el siglo XIII, castellano privilegio nobiliario, resto de la costumbre adquirida por los cruzados en Tierra Santa. En los aledaños del templo de Jerusalén los caballeros cristianos se tatuaban con motivos religioso-caballerescos.

En general, fue signo externo de pertenencia a la persona o sociedad cuyos motivos se graban en la piel. Los aristócratas etíopes se tatuaban a sí mismos y también pintaban a sus divinidades de color rojo: querían singularizarse de esa manera.

Resto de esta costumbre es tatuarse un dragón, símbolo de la caballería andante en la Europa medieval, ya que san Jorge era protector de los caballeros, razón por la cual él y su dragón se convirtieron en motivo recurrente de tatuajes caballerescos y emblemáticos de casas reales, como la rusa, la austriaca, la alemana.

Usos del tatuaje en la historia
Entre sus usos diversos, el tatuaje también sirvió de cosmético, ya que en el fondo no es sino una pintura corporal indeleble que resultaba práctica. Era como llevar puesto el maquillaje.

Los pueblos primitivos adornaron y adornan el cuerpo con pinturas, o se embadurnan con una mezcla de grasa y tierra colorada que les protege del calor y de los insectos.

Se pintan generalmente de rojo y amarillo con ocre, se dan tonos blancos con arcilla, consiguen el negro mediante el carbón o la pizarra bituminosa, el verde y el azul con malaquita. Luego se reproducían todo eso en los tatuajes, cuando las técnicas alcanzaban cierto grado sofisticado.

En relación con esto está la práctica de grabar los enamorados el nombre de la persona amada, o incluso la poética tradición de dejar constancia del objeto amoroso grabándolo en árboles o paredes como medio mágico de convertir el tatuaje en talismán defensivo.

También tuvo que ver esta práctica con elementos sociales tan importantes como la venganza tribal: los miembros del clan se tatuaban en un ritual de hermanamiento. Todavía en lugares de Túnez se relaciona el tatuaje con un proverbio que dice: “La sangre ha corrido: la desgracia ha pasado”, estando connotada su práctica de sacrificio capaz de torcer el rumbo negativo de las cosas.

Otros vínculos de pertenencia o adscripción son menos santos, como la práctica seguida por la mafia japonesa de tatuar a sus matones. El tatuaje oriental tiene que ver con la violencia y la guerra; también entre los polinesios.

Amén de lo dicho, es asimismo importante la razón supersticiosa en estas prácticas, como lo son todas las mutilaciones corporales, ya que el tatuaje en última instancia es una forma de mutilación de la piel.

Entre los marineros se cree que tatuarse protege de malos espíritus, aunque es más probable que el origen de tales tatuajes tenga que ver con la necesidad de reconocer los cadáveres tras su desaparición en el mar.

Claro que ha habido también un olfato especial por lo práctico, por lo psicológico y útil: en pleno terror estalinista, hacia los años 1935- 1950, los delincuentes soviéticos se tatuaban el rostro de Lenin o el del sangriento dictador Stalin en el corazón y partes vitales pensando que el pelotón de fusilamiento no dispararía contra tales imágenes.

El tatuaje vuelve a estar de moda
El tatuaje como rito social aparece y desaparece de forma cíclica, como todo en la práctica humana. Eso enseña la Historia. En la actualidad la fuerza con que ha resurgido se debe a la publicidad, y a la importancia que por repercusión social más que por valía intrínseca tienen algunas personas que influyen en la masa.zonas de dolor tatuaje

Claro que no todo se debe a eso. Sabemos que los yuppies del neoyorquino Wall Street, son amigos del tatuaje, y en esto no se diferencia del motero ni del cabeza rapada. De hecho se va en pos de la individualidad en una época masificada.

La gente se busca a sí misma, y como no se encuentra, quiere tener al alcance de la vista una seña de identidad personal que le recuerde su personalidad íntima.el tatuaje vuelve a estar de moda

Y en medio de este marasmo de nuevas razones, continúan las antiguas: hace años se marcaban en los troncos de los árboles de los paseos los nombres de nuestros amores. De la piel se pasó al tapial y al tronco del árbol, para regresar a la piel.

El tatuaje proclama la fuerza del sentimiento y dice a todos, cuál es la naturaleza de nuestra actitud en la vida. A las viejas sirenas de mar que imaginaban en sus noches de ron los marineros de altura, han sucedido los retratos hiperrealistas de la gente marginal y desheredada. Todo en el fondo evoca romanticismo y nostalgia.

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