Elios Edmundo Pérez Márquez.
Ignoro los motivos de la extraña relación entre el Presidente López Obrador y Manuel Bartlett Díaz que, todos los días, es cuestionada, tanto en los medios, como en las redes sociales, por las implicaciones políticas, sociales, económicas, culturales, históricas, de imagen y prestigio que, a la postre, se han convertido en una piedrita en el zapato; no para Bartlett, sino para el presidente.
Manuel Bartlett, político profesional, Licenciado en Derecho, priista de viejo cuño, Secretario de Gobernación, Secretario de Educación Pública, aspirante a la candidatura presidencial, Gobernador de Puebla, Senador de la República y, desde 2018, Director de la Comisión Federal de Electricidad, nos debe una, la del 88, “cuando se le cayó el sistema” y, como por arte de magia, se modificaron, los resultados de la elección, en la que iba ganando Cuauhtémoc Cárdenas y, al final, resultó triunfador Carlos Salina de Gortari.
Le creo al Presidente López Obrador. Voté por él en 2018 y, de ser necesario, volvería a votar de la misma forma; de ahí, que no me explicó el porqué de esa relación, con un individuo tan cuestionado, vividor de la política, que hizo fortuna al amparo del poder y es muy rico: millonario, y que recae sobre su persona la sospecha de ser, en extremo, tramposo, mentiroso y marrullero.
Sin entrar en los detalles, de si su hijo vendió ventiladores muy caros al gobierno federal, o la suspicaz relación con su “pareja sentimental”, o lo que publicó Loret Mola, respecto a la casa, que rentaba un amigo suyo al Presidenta y a su Partido, considero que se hace necesario un deslinde, por parte del Presidente y está obligado a retirar de su Gobierno a semejante personaje, que no le deja nada, por el contrario, le quita. Bartlett es un político muy cuestionado, hábil, vividor, ya no tiene nada que aportar, sus mejores años, que ya pasaron, se los ofrendó al PRI, y nos debe una, la del 88.
eliosedmundo@hotmail.com
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