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lunes, 17 de agosto de 2015

Los pobres no pueden esperar

¿De qué sirven $12.86 extra al día? Para el mexicano de clase media alta quizá sirva para traer cambio: una propina al valet parking puede ser, mínimo, de diez pesos. Al despachador de gasolina, entre cinco y diez pesos. Al limpiavidrios que se monta en tu carro en los semáforos también le das cinco pesos.


Por Cecilia Soto

A la memoria de Olivia Alejandra, Nadia, Rubén, Yesenia y Mile: ¡justicia ya!

O puedes comprar un periódico. Una cajetilla de chicles al vendedor ambulante y te sobran dos pesos. Pero para los siete millones de mexicanos, que si bien les va, ganan el salario mínimo general de $70.00, $12.86 pesos extra pueden cambiarles la vida.
El salario mínimo en México es uno que deliberadamente mantiene, al que lo recibe, en la pobreza extrema, pues no cubre el mínimo calculado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para cubrir las necesidades de alimentación, y menos cumple con lo ordenado por el artículo 123 constitucional: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para cubrir las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de sus hijos”. Calculado para un hogar de cuatro, en el que padre y madre aportan el mínimo, el Coneval estima que más de 55% de los empleados no puede adquirir la canasta básica con lo que ganan. Es el único país de América Latina con ese campeonato de mezquindad.
En pesos de 2010, el salario mínimo no crece en poder adquisitivo desde hace 20 años y es aproximadamente cuatro veces menor que el de 1976. Perdón, pero no se necesita ir al MIT si se es un economista progre o a Chicago si profesa la fe neoliberal, para concluir que un componente esencial de la baja productividad en el país y del bajo crecimiento, es el castigo salarial a millones de trabajadores mexicanos. Como lo detallan numerosos estudios, entre otros el elaborado por el grupo de expertos convocados por el Gobierno del Distrito Federal en 2014, el uso del salario mínimo como instrumento contra la inflación y el olvido de su carácter remunerador vienen de los años ochenta, caracterizados por alta inflación. Pero con una inflación de 3%, hoy no tiene justificación que continúen usándose los mismos criterios de hace 30 años y que la inflación esperada sea el tope que la Comisión de Salarios Mínimos fije cada año.
Para aspirar a que un hogar, al que contribuyen dos de sus integrantes, pueda por lo menos adquirir la canasta alimentaria básica, se ha calculado un valor de $82.86 pesos. Por ello el Gobierno del Distrito Federal ha otorgado un aumento de $12.86 a los trabajadores que ganen el mínimo y, más importante, ha usado su poder de compra al exigir a sus proveedores, como condición para que continúen siéndolo, que también eleven el salario mínimo en esa cantidad. Con $12.86 pesos extra al día un trabajador podrá mejorar la dieta de su familia. Podrá adquirir seis huevos o un kilo de azúcar o un kilo de tortillas, casi un kilo de frijol, un kilo de plátano y medio de manzana al día siguiente y luego uno de toronjas. Una lata de atún o dos kilos de espinacas o uno de zanahorias o uno de nopal, más medio litro de aceite o un litro de leche o casi tres litros, si los adquiere de Liconsa. Una barra de mantequilla, 150 gr. de queso o dos yogures. Quince mejoras en quince días: nada mal.
De los más de ocho mil proveedores del Gobierno del Distrito Federal que deben haber aumentado el salario mínimo general a sus trabajadores, no se ha registrado ningún cierre o quiebra. Ello porque el aumento es significativo para los trabajadores, pero no lo es tanto para el empleador. De la misma manera, dado que los trabajadores que ganan el mínimo representan una minoría de 14% de los trabajadores formales en México, el impacto en la inflación debe ser mínimo, mientras que un aumento en los ingresos de esos trabajadores puede aportar mejoras importantes a su salud y en la productividad.
En la pasada campaña electoral, el Partido Acción Nacional adoptó el tema del aumento del salario mínimo como una de sus promesas: qué bueno que por fin encuentre esa convergencia con un tema caro para la izquierda. Un salario remunerador para todos los trabajadores, pero en especial para los más pobres, debe ser una demanda de todos aquellos que luchan por un México más justo. Pero ese compromiso debe expresarse en la práctica: el 1º de septiembre inicia la LXIII Legislatura y en el Senado de la República espera desde diciembre de 2014, posposición propuesta por Acción Nacional, el proyecto de decreto aprobado por consenso en la Cámara de Diputados para que el salario mínimo deje de ser referencia para multas, créditos, becas, etcétera, y para crear una nueva unidad que sirva para esos propósitos. Esta desindización del salario mínimo general es el primer paso para proceder a su mejora. Nos encontramos en Twitter: @ceciliasotog

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