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lunes, 16 de mayo de 2022

Antropología y otros museos en peligro

 




Una nota del periódico 24 Horas confirma lo que era fácil adivinar: el museo de museos de México, el Nacional de Antropología, sufrió un recorte salvaje de presupuesto, de algo así como un 42%. Sobra decirlo, no es una sorpresa ni una anomalía.

La 4T ha arremetido con fiereza, también, contra la cultura, esa a la que en campaña dijo que iba a llenar de recursos, porque en este sexenio los dineros, cada vez menos dado que la economía está como está, ya sabemos adónde van: a los elefantes blancos, que en otros ámbitos pueden ser refinerías o trenes y que, cuando hablas de cultura, es el proyecto de Chapultepec, que se ha llevado más de cinco mil millones de pesos desde 2020 y que en 2021 se llevó la cuarta parte del presupuesto del ramo.

Normal: aquí se trata de hacer fiestas a mayor gloria de con pirámides de cartón y sobre todo de inmortalizar en piedra al sexenio, lo que equivale a decir: al presidente. Mientras, han desaparecido las grandes exposiciones traídas de fuera, esas que tanta gente veía los fines de semana, igual que barrieron con los fideicomisos, que redujeron el presupuesto para infraestructura en los estados a unos pocos, ridículos millones, y que han dejado en los huesos, incluso, a programas que tendrían que ser abanderados del sexenio, como esos que teóricamente llevarían las artes a las zonas marginales, pobres, ajenas históricamente a la cultura, y que tanto nos presumieron.

E igual que han dejado en los huesos a la casi totalidad de los museos: la misma nota nos recuerda que al Nacional de Historia, por ejemplo, le asestaron un machetazo del 40% en el mismo periodo. Lo que pasa es que del de Antropología, por varias razones, era razonable pensar como una excepción.

A fin de cuentas, es un imán para turistas extranjeros, es muy visitado por compatriotas de la tierra chilanga y de los otros estados, es una pieza arquitectónica de enorme importancia y, sobre todo, concentra una parte de veras grande de la riqueza arqueológica del mundo prehispánico, ese al que el presidente se refiere tanto y tan acríticamente en su discurso digamos histórico, el discurso de antigua lámina de papelería al que vuelve una y otra vez en las mañaneras y demás comparecencias ante los medios.

Pero ni eso, el prehispanismo vintage del Supremo, salvó a Antropología de la precariedad, porque nada ni nadie está a salvo de su ímpetu transformador. Sin duda, Antropología sobrevivirá, aunque sea con daños muy importantes, a este sexenio, a diferencia del MACAY yucateco, que ya cerró, y probablemente del José Luis Cuevas y el de Arte Contemporáneo de Oaxaca, ambos muy importantes y ambos al borde de la muerte. Sobrevivirá, sí, y servirá como un ejemplo inmejorable de lo que la utopía le hizo a nuestro país, cada vez más pobre y cochambroso.


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