BERNARDO BARRANCO
De manera sorpresiva falleció Pedro
Zamudio, víctima del Covid-19, el pasado 24 de diciembre. Su muerte se presenta
justo a unos días de iniciar el proceso electoral 2021. Se desempeñó como presidente
del consejo general del IEEM desde 2014. Organizó tres procesos electorales,
todos ellos cargados de polémicas y vicisitudes.
En especial la elección de gobernador de
2017 en la que su desempeño fue ampliamente cuestionado. Pedro Zamudio, un
hombre cuya actuación como servidor electoral tuvo claroscuros. Quizá su mayor
virtud fue su afabilidad y calidez humana. Sin embargo, no podemos obviar que
fue un actor sistémico. Originalmente fue una posición de Arturo Montiel, ex
gobernador del Edomex.
Un funcionario dúctil del poder imperante
en la entidad. En 2015 se vio rebasado por la violencia electoral en diferentes
municipios por haber elegido con sesgo a los vocales en las juntas distritales;
se le reprocha, lo que fue un escándalo nacional, por haber aprobado excesivos
topes de gastos de campaña a partidos.
En 2017 se hizo de la vista gorda con la
incidencia indebida de los programas sociales e injerencia de funcionarios
públicos federales en el proceso. Toleró el terrorismo electoral en zonas
morenistas, se recordarán las cabezas de puerco en muchas casillas. Su
comportamiento fue errático la noche del 4 de junio de 2017 en las
irregularidades del PREP y conteo rápido, denunciado en su momento por el
consejero Corona.
En el conteo rápido se prometió realizarlo
con el resultado de mil 800 casillas y finalmente no llegó a mil 300. También
en el cómputo distrital se anunció la apertura de más 5 mil paquetes y Zamudio
se negó abrir paquetes, ni siquiera llegaron a 3 mil. Él y Palmira Tapia se
enarbolaron como Delmacistas de facto en el seno del consejo.
Sin embargo, su mayor lasitud es haber
permitido la excesiva intromisión de los partidos políticos en el gobierno del
instituto, así como haberse plegado al secretario ejecutivo, Javier López
Corral, el verdadero factor de poder en el IEEM.
Hay muchos episodios oscuros en el manejo y
distribución de los recursos, hay serias anomalías en la transparencia bajo su
responsabilidad, incumpliendo el artículo 41 de la Constitución mexicana. Pese
a la bonhomía de Pedro su balance no es favorable. Sus sesgos fueron evidentes.
Queda abierta la puerta de una sucesión amañada y brusca. La nomenclatura del
poder mexiquense ha designado ya la cadena de mando, se llama Daniela Durán
Ceja. Pobre IEEM, de mal en peor, del luto al desastre.
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