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miércoles, 8 de julio de 2020

Pemex está maquillando cifras




Darío Celis


Hace unas tres semanas le conté cómo las direcciones corporativas de Administración y Finanzas de Pemex empujan una estrategia que, a juicio de contratistas y proveedores, es simplemente ‘perversa’.

No están pagando trabajos ejecutados, pero encima de ello, ahora están pidiendo no facturar servicios en lo que resta del año, dejando a la deriva a las empresas que no tengan capacidad de sobrevivencia.

El objetivo es mostrar un estado de resultados financieros favorables al cierre de 2020 y poder venderle ‘espejitos’ al presidente Andrés Manuel López Obrador para, según esto, mantener la calificación de Pemex.

Atrás de esta táctica rupestre de Octavio Romero y Marcos Herrería, mejor conocidos ya como ‘Chano’ y ‘Chon’, está el mostrar resultados que les permitan lavar cara frente al desastre que es Pemex.

Pero lo que no han medido bien estos dos funcionarios es que el sólo hecho de no aceptar las facturas para no reconocer la deuda a los contratistas, equivale a falsear la información de los estados financieros.

Aún si no existieran facturas, según las normas contables se deben reconocer los avances de obra en el caso de contratos de construcción, y rentas de equipos, en los casos de contratos de perforación.

Los estados financieros también se presentarán en su momento a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC), por lo que el auditor externo, KPMG, podría tener responsabilidad por aprobar esa información.

Si bien la deuda no está formalizada con factura, sí existen estimaciones que contienen los trabajos realizados conforme al contrato y éstas tienen las firmas del proveedor y cliente que avalan el servicio.


Recuerde el caso de Oceanografía que ayer le referimos, donde Pemex, entonces dirigido por Emilio Lozoya, reconoció deudas con la empresa de Amado Yáñez, con base a las estimaciones existentes.

Romero y Herrería no dimensionan que al tratar de vender 'buenos' resultados como un ejemplo de éxito en su gestión financiera, están quebrando a la mayoría de las empresas contratistas de Pemex.

No sólo unos 10 mil trabajadores perderían su fuente de empleo: también la reputación de Pemex está a un ‘tris’ de irse a la basura porque el maquilleo de cifras no aguanta una mínima auditoría en Estados Unidos.

POR CIERTO QUE de los 25 principales contratistas a los cuales Pemex Exploración y Producción, que lleva interinamente Francisco Flamenco, pidió un diferimiento de seis meses para liquidar los Adeudos de Ejercicios Fiscales Anteriores y retomar los pagos a partir de enero de 2021, ninguno ha querido aceptar. Los proveedores piden dos cosas a la empresa productiva del Estado: flexibilizar los contratos para que sean bancables y poder facturar para que nada quede en una promesa en el aire. Trascendió que ayer en Washington, en la víspera de la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, dos de esas compañías presionaron para que el gobierno de Estados Unidos de Donald Trump abogue por ellas. Se trata de Halliburton de Jeff Miller y Baker Hughes de Lorenzo Simonelli.

EL PRESIDENTE LLEGA hoy en la noche a la cena con los capitanes de cuatro de las seis empresas públicas más valiosas en términos de capitalización, de acuerdo con datos de ayer de la Bolsa Mexicana de Valores. Carlos Slim cuyo grupo, América Móvil, está ranqueado en segundo lugar. Germán Larrea, del Grupo México, ubicado en la cuarta posición. Ricardo Salinas Pliego, con Elektra, en la quinta casilla. Y Carlos Hank González, de Banorte, posicionado en el sexto sitio. No estarán en el ágape de la Casa Blanca los que ocupan el primero y cuarto lugar en valor de capitalización: Walmart, de Samuel Robson Walton, y FEMSA, que preside José Antonio Fernández Carvajal. Ambos sometidos por la 4T y enfrentados por resistirse a pagar impuestos.

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