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jueves, 1 de noviembre de 2018

La ofrenda de Día de Muertos, un recuerdo a los que ya no están



En México, la ofrenda del Día de Muertos es una tradición muy arraigada que no puede faltar para recordar a los seres queridos que ya no están. Padres, hijos, hermanos y hasta mascotas, son recordados en este altar.

Se cree que de la noche del 31 de octubre para amanecer el 1 de noviembre y hasta el mediodía del 2 de noviembre, a las almas de los que ya no están se les permite pasar al plano de los vivos para convivir con sus seres queridos, motivo por el cual algunas familias optan por velar toda la noche en los panteones o afuera de su casa frente a hogueras.

Un poco de historia

Las ofrendas tienen su origen desde antes de la conquista, estos altares eran dedicados a las deidades y cada uno tenía tiempo asignado, en el caso de Mictlantecuhtli, el señor del Mictlán o de los muertos, su culto coincidía con el mes de noviembre; tras la conquista, se fueron adaptando hasta llegar a las tradicionales que conocemos hoy en día.

Qué debe llevar y qué significa cada elemento

Con el paso del tiempo, y dependiendo la familia, cada ofrenda de Día de Muertos se arma de forma diferente, algunas son muy sencillas y humildes, otras son enormes y de gran colorido, con papel picado por todos lados, hay algunos elementos que no pueden faltar:

Flor de cempasúchil o flor de 20 pétalos: uno de los elementos principales de cada altar, es la encargada de aromatizar y alegrar la ofrenda durante su estancia en la tierra de los vivos, en algunos lugares se acostumbra hacer caminos con los pétalos para guiar al difunto de regreso a su hogar, otras flores con las que se pueden adornar es el clemole, la nube y la flor de terciopelo.

Pan de muerto: para la ofrenda se puede encontrar infinidad de panes, desde el tradicional espolvoreado de azúcar, de ajonjolí hasta el relleno de nata o chocolate, en algunas panaderías y mercados se pueden encontrar otros tipos de panes como el pan de ánima uno en forma de un pequeño cuerpo y los alamares o golletes, que son roscas con azúcar rosa espolvoreada.

Agua: Este elemento representa la vida, se les ofrece a los difuntos para calmar su sed tras el largo recorrido de regreso a su hogar.

Calaveras de azúcar y dulces de alfeñique: estos caramelos con formas de calavera, ataúdes, monjes y adornos, son realizados con azúcar pura de caña y su labor es recordar que la muerte siempre está presente. Son adornadas con pasta de azúcar de colores.

Incienso o copal: es la representación del aire, limpia el lugar de malos espíritus para que las almas puedan entrar al hogar sin ningún peligro.

Sal: Es un elemento de purificación, su objetivo es evitar que las almas se corrompan durante el viaje en el Día de Todos los Santos.

Velas: Son las encargadas de alumbrar el camino de las almas a sus hogares, en algunos lugares se coloca una por cada difunto.

Alimentos: Tradicionalmente se coloca mole con pollo, pero cualquier platillo que le gustara al ser querido debe ser colocado, algunos altares llevan frutas e incluso cerveza, tequila y cigarros para hacer la estancia del visitante más agradable.

En las ofrendas para los niños se colocan dulces de alfeñique, juguetitos de barro pintado con colores alegres, panes en miniatura, fruta y dulce de calabaza.


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